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Lápida en Basílica de Santa Ursula en Colonia, Alemania
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viernes, 17 de agosto de 2012

Flos Sactorum. Biografia de Santa Ursula

Por el Padre Pedro de Ribadaneira


(Toledo, 1527- Madrid, 1611) Jesuita español. De familia noble, su verdadero nombre era Ortiz de Cisneros. En Roma conoció a san Ignacio e ingresó en la Compañía (1540); con posterioridad, fue secretario y confidente del fundador. Ordenado sacerdote en 1553, fue promovido al provincialato de Italia y a superior de las fundaciones romanas (1560-1573). Es autor de una Vida de san Ignacio y de Flos sanctorum o Libro de las vidas de los santos (1599).





jueves, 16 de agosto de 2012

Biografía de Santa Ursula. Año Cristiano Edición 1864 P.J. Croisset

Biografía de Santa Ursula y compañeras.



AÑO CRISTIANO TOMO 10
DIA VEINTE Y UNO.
SANTA URSULA Y SUS COMPAÑERAS, VIRGENES Y MARTIRES.

La memoria de santa Úrsula y sus compañeras fue tan celebre en toda la universal Iglesia desde el fin del cuarto siglo, a cuyo tiempo se señala la época de su glorioso martirio, que, habiéndose perdido la verdadera historia de él , los más de los escritores se tomaron la libertad de sustituir otra según el genio particular de cada uno, llena por la mayor parte de hechos fabulosos y de circunstancias poco verosimiles.

La más segura es la que se halla en un manuscrito muy antiguo, que se conserva en el Vaticano, y de él hemos sacado nosotros la que vamos a referir.

Nació santa Úrsula hacia el año 362 en la isla de la Gran Bretaña, donde reinaba a la sazón con esplendor y con fervor la religión cristiana en la mayor parte de sus provincias. Fue hija de Dionot, rey de Cornuaille, y de Daria, princesa en nada inferior a su marido, ni en la nobleza de la sangre, ni en el ejercicio de la virtud, en que colocaba todo el verdadero merito. Siendo los padres tan virtuosos, desde luego reconocieron por una de sus más esenciales obligaciones la cristiana educación de su hija, creciendo el cuidado con que se dedicaron a desempeñarla a vista de las bellas prendas que casi desde la cuna comenzaron a despuntar en la tiernecita princesa.


En ninguna niña se descubrió nunca ni entendimiento más brillante, ni natural más feliz; en fin, todo lo que admira, todo lo que enamora y todo lo que embelesa en aquella tierna edad, todo se veía reunido en la niña Úrsula. Un corazón noble, benéfico, generoso; un espíritu vivo, desembarazado, dócil; unas inclinaciones propensas todas a la virtud, y una hermosura tan peregrina, que en la edad de doce años era ya celebrada Úrsula por una de las más hermosas princesas de toda la Europa. A todas estas brillantes cualidades añadía nuevo esplendor y nuevo lustre su sobresaliente virtud. Siendo Úrsula de tan despejado entendimiento, necesariamente había de descubrir la vanidad de todos los bienes criados y la falsa brillantez de todas las grandezas del mundo.

Este fondo de religión con que el cielo la había prevenido desde su infancia iba perfeccionando cada día mas y mas las luces de su razón y los movimientos de su espíritu, desestimando ella misma aquella su rara hermosura que tanto celebraban los demás, por considerarla como una caduca flor que se comienza a marchitar desde que comienza a lucir. Por esto, nunca fue de su gusto el fausto, ni la ostentación, ni la magnificencia, que nacen, digámoslo así, con las princesas.

Desde sus primeros anos comprendió que en todos los estados debía ser la modestia el más bello
ornamento de una doncella cristiana; y despreciando generosamente las mas lisonjeras esperanzas de su alto nacimiento, los mas halagüeños atractivos de la corte, y los más delicados inciensos del general aplauso, no bien conoció a Jesucristo cuando deseo con apasionado amor no tener nunca otro esposo. Ni el Salvador la había prevenido con tantas y tan singulares gracias sino para formar en Úrsula una de sus más queridas esposas, siendo la tierna devoción que el mismo le había inspirado a su divina madre la Virgen de las vírgenes, como dichoso presagio de que nunca perdería la flor de la virginidad, a la que el Señor quiso también añadir la gloria de mártir.

Era general de las tropas del emperador Graciano en la Gran Bretaña el tirano Máximo, por sobrenombre Flavio Magno Clemente, el cual se hizo proclamar emperador el ano de 382; paso el mar, y desembarco con todo su ejército en las costas de aquella parte de las Galias que se llamaba Armorica, es decir, marítima, y se apodero de toda ella. Uno de sus oficiales generales, llamado Conan, príncipe bretón y cristiano de profesión, se señalo tanto en aquella expedición por su valor y por su conducta, que Máximo le hizo gobernador de la Armorica, la que poco después se llamo menor Bretaña, cuando Conan la comenzó a mandar con el titulo de duque , que también se le confirió. Estableció el duque su residencia en la ciudad de Nantes, y dejo en el país una gran parte de tropas, compuesta casi toda de Bretones o de Ingleses; y como no estaba casado, determino buscar una mujer, en cuya elección tuvo poco en que detenerse, no ignorando las bellas prendas de que estaba Úrsula dotada, su virtud y su rara hermosura.

Envió una diputación al rey de Cornualles, pidiéndole a su hija la princesa para esposa; y como casi todos los señores que le seguían, oficiales y soldados, estaban también solteros, encargo a los diputados que juntamente con la princesa trajesen también de la isla todas las doncellas que pudiesen para casarlas con ellos. Fueron recibidos del rey con distinción; y como tenia bien conocido el merito del duque, oyó con gusto la proposición que se le hizo de su parte, y prometió darle por esposa a la princesa su hija; pero no le fue tan fácil lograr su consentimiento por esta alianza, aunque tan ventajosa, y aunque Conan era un príncipe cristiano, dueño ya y soberano de una de las provincias más dilatadas y mas opulentas de las Galias. Eran diferentes los pensamientos de Úrsula; porque, educada en la virtud, y criada en un gran concepto, amor y estimación de la virginidad, oyó con disgusto la proposición, y no dio respuesta a ella. Amábala tiernamente el rey su padre; pero sin embargo, pareciéndole que aquel matrimonio era muy ventajoso para ella y para él, determino valerse de toda su autoridad para obligarla al consentimiento.

En vano le represento lo mucho que la repugnaba aquel estado, y su deseo de no conocer otro esposo que al mismo Jesucristo; nada pudieron adelantar sus ruegos, ni sus razones, ni sus lagrimas. En fin, arrancóle su consentimiento la rendida sumisión que profesaba a sus padres, pero reservándose la libertad de. apelar a las ordenes del mismo Dios; y animada con una viva confianza en la bondad de aquel divino Salvador, a quien deseaba ardientemente tener por esposo, se fue a postrar a sus pies, y le suplico se dignase de admitirla por esposa suya .

Bien sabéis vos, divino dueño mío, decía Úrsula en su fervorosa oración, bien sabéis vos los más íntimos afectos de mi pobre corazón: las grandezas del mundo no le han tentado jamás, ni mucho menos le han podido deslumbrar todas sus aparentes brillanteces. Vos solo sois el dulce objeto de sus amorosas ansias; vos el único blanco a que se dirigen sus encendidos proyectos. Arbitro sois, dueño sois de todos los sucesos de la vida; fácilmente podréis desbaratar todas las medidas de los hombres, por concertadas que sean. No desechéis, Señor, mis humildísimos ruegos; dignaos tomar debajo de vuestra protección a la menor de todas vuestras esclavas; dirigidlo todo a mi salvación y a vuestra gloria, según vuestra santa y divina voluntad.

Ibanse acalorando entre tanto los preparativos para el embarco de la princesa, y de todas partes se había juntado gran número de doncellas, las más señoras de distinción, que debían acompañar a Úrsula, yendo destinadas para esposas de los oficiales bretones.

Cuando todo estuvo prevenido para el embarco, pasaron a Londres Úrsula y sus compañeras. Esperaron tiempo favorable para hacerse a la vela, y entre tanto tenia Úrsula frecuentes conversaciones con ellas, hablándoles por lo común de la falsa brillantez de los bienes, honras y estimaciones de esta vida, de la insustancialidad y apariencia de las grandezas del mundo, de su caducidad y poca subsistencia; y como eran todas cristianas, dejaba caer muchas veces la conversación sobre la dicha de aquellas felices almas que no tenían otro esposo que a Jesucristo.

Poseía la santa eminentemente todas aquellas prendas que embelesan, ganando los corazones; era en alto grado discreta y entendida; hablaba con gracia y con gala; era en extremo virtuosa, y acompañaba todos estos grandes talentos con una suavidad y con una modestia que verdaderamente encantaban; con lo que, se hizo tan dueña de la estimación y de los corazones de todas aquellas doncellas, que ya lodos sus deseos y toda su ambición se reducía a no querer amar a otro que solo a Jesucristo. Nunca vio el mundo tanto número de doncellas juntas mas cristianas.

Era Úrsula su modelo, y sus ejemplos dejaban muy atrás a sus palabras. Púsose en fin el viento favorable para hacer en breve tiempo el tránsito de Inglaterra a la menor Bretaña, y se embarco toda aquella numerosa comitiva de santas vírgenes; pero Úrsula jamás perdía de vista la estrella que la guiaba; y aunque los vientos eran muy favorables para arribar en pocas horas a las costas que buscaban, siempre conservo la esperanza de ver cumplidos sus fervorosos deseos. Con efecto, apenas perdieron de vista las de Inglaterra cuando se levanto una furiosa tormenta, que lleno de terror a toda la escuadra, amenazándola con un funesto naufragio.

No dudo entonces santa Úrsula que Dios había oído sus amorosas ansias; estaban todas y todos en una silenciosa consternación, y sola Úrsula se mantenía serena, tranquila y distante de todo temor. Animo, hijas mías, decía a sus compañeras con un aire y en un tono que manifestaba visiblemente su confianza y su alegría, animo, y nada temáis. Servimos a un Dios y tenemos un esposo que manda a los vientos y a los mares; sacrifiquémosle generosamente nuestras vidas, y dejemos los horrores de la muerte a los que tienen la desgracia de no conocerle; pero nosotras tengamos confianza en su gran misericordia.

Sosegó a todas sus compañeras, y aun a toda la tripulación la intrépida seguridad de nuestra santa; pero enfureciéndose los vientos cada instante más y más, y cediendo en fin los buques a las tempestades, toda la escuadra fue arrojada hacia los mares del norte, sobre las costas de la Galia Bélgica. Abrigóse Úrsula con su ilustre tropa en el puerto de Tiel, hacia la embocadura del Rin, en el país que se llama hoy el ducado de Gueldres, y se asegura que desde allí, siguiendo la corriente del mismo Rin, navego hasta Colonia, teatro del glorioso triunfo que el cielo les tenia prevenido.

Noticioso el emperador Graciano del levantamiento del tirano Máximo, e informado de su desembarco en las costas de las Galias, hallándose sin suficiente numero de tropas para hacerle resistencia, llamo en su socorro a los Hunos, nación barbará de la antigua Sarmacia, que, habiendo salido de los confines de su país, se había derramado por toda la Germania, ocupando a lo largo las márgenes del Rin, y extendiéndose hasta la Galia Bélgica. Eran naturalmente crueles y feroces; y añadiéndose a esto las supersticiones paganas, de que todos hacían profesión, llevaban la desolación por todos los países donde ponían el pie.

Mandaba a estos barbaros su general Gauno que tenía entonces la campana por el emperador Graciano contra el tirano Máximo; y luego que descubrieron navíos bretones, enemigos del emperador, los atacaron, y se apoderaron de ellos fácilmente por el corto número de soldados que los venían escoltando. No cabe en la expresión lo sorprendidos que quedaron al ver que toda aquella flota solo venia cargada de doncellas cristianas, destinadas para ser esposas de los oficiales y de los soldados bretones, sus enemigos, y que era la principal de todas una princesa, futura esposa del duque Conan, generalísimo del ejército de Máximo.

La misma extraña aventura que tanto sorprendió a los barbaros, descubrió a nuestra santa los secretos de una particular providencia, que la lleno de consuelo y de alegría. Entonces conoció Úrsula que habían sido benignamente oídas sus amorosas ansias, y que, admitiéndola Jesucristo por esposa suya, se dignaba añadir a la gloriosa palma de virgen la triunfante corona de mártir. Animada de nuevo valeroso espíritu, y encendida en nuevo fervoroso celo, hablo a todas sus compañeras como heroína cristiana; exalto la preciosísima perla de la virginidad, por cuya conservación debían estar prontas a perder los bienes y la vida; exhortólas con tanta gracia, con tanta viveza y con tanta energía a derramar por la fe hasta la última gota de su sangre, que toda aquella dichosa tropa de vírgenes, convertido en gozo y aliento el primer terror, consideraba ya a los barbaros como ministros de su dicha, y solo suspiraba por la gloriosa corona del martirio.

Quiso el general del ejército ver a Úrsula, cuya peregrina hermosura le habían alabado mucho, y quedo tan ciegamente prendado de ella, que no perdono diligencia ni medio para rendirla, para intimidarla y para vencerla. Pero la santa le hablo con tan cristiana constancia, con tanta resolución y con tanta majestad, que, cambiada en furor la brutal pasión de aquellos barba ros, se arrojaron con espada en mano a todas aquellas vírgenes. A unas las atravesaron con el acero, a otras con las flechas, y a todas las degollaron, pasando todas a aumentar la corte del Cordero celestial, llevando en las manos la duplicada palma del martirio y de la virginidad. Sucedió este glorioso triunfo el día 21 de octubre del año de 383, celebrando desde entonces la santa Iglesia con grande solemnidad la ilustre memoria de santa Úrsula y sus compañeras vírgenes y mártires. Fueron sepultados sus cuerpos en el territorio de Colonia, de donde se esparcieron después sus santas reliquias por toda la cristiandad.

Con el tiempo, se fundó en la Iglesia una celebre congregación de religiosas compuesta de doncellas y de viudas  que siguen la regla de san Agustín, bajo el nombre y la protección de santa Úrsula, y por eso se llaman Ursulinas, las cuales están todas sujetas a los obispos. No es ponderable la utilidad de este instituto en beneficio del público, no solo por los ejemplos de religiosidad, de modestia, de observancia y de todas las virtudes, que tanto edifican en todas partes a los fieles, sino por la bella educación que se da a las niñas y doncellas más adultas, instruyéndolas con tanto celo como caridad y feliz suceso, según el espíritu de su instituto, que, no habiendo degenerado un punto de su primitivo fervor, nunca ha tenido necesidad de reforma.

El ano de 1537 introdujo este instituto en Italia la bienaventurada Ángela de Brescia; el de 1544 le aprobó Paulo III; y el de 1582 le sujeto a la clausura y a los votos religiosos el papa Gregorio XIII, a solicitud de san Carlos Borromeo, que siempre le tuvo muy dentro de su corazón.

El año 1611 fundó las Ursulinas en Francia Magdalena de Huilier, señora de Santa Beuva, siendo el primer convento el de Paris, de donde se extendieron con inmensa utilidad por todo el reino. Es verdad que ya en el ano de 1606 la madre Ana de Jantona de Dijon, tan ilustre por su eminente virtud, como por el celo con que promovió la cristiana educación de las tiernas doncellas, había fundado en Dole las Ursulinas del Franco Condado, que, sin estar sujetas a la clausura, ha mas de un siglo que son el asombro y la felicidad de los pueblos que logran la dicha de tenerlas, sin que jamás hayan aflojado ni en la perfección, ni en el primitivo fervor de su sagrado instituto, educando a las niñas en el más puro espíritu del cristianismo con el celo que cada día las colma de nuevas bendiciones; edificando a tantos con su ejemplar modestia, como con aquella puntual observancia que nunca se desmintió, y ejercitándose con indecible bien en todas las obras de caridad que se proporcionan a su estado. En breve tiempo hizo maravillosos progresos esta ilustre congregación; pues en menos de treinta años se vio propagada en Dole, en Vesoult, en Besanzon, en San Hipolito, en Arbois, en Porentruy, en Grav, en Pontalier, en Friburg de los Suizos, en Lucerna, en Cleval y Ornans.

La misa es en honor de las santas, y la oración la siguiente:

Da nobis, quaesumus, Domine
Deus noster , sanctarum virgirnirn
fet martyrum tuanim Ursula;
et sociarum ejus paimas incessabili
devotione venerari, ut
quas digna mente non possumus
celebrare, humiiibus sallem
frequentemus obsequiis.
Per Dominum nostrum.,,

 Suplicámoste, Señor Dios
nuestro, nos concedas la gracia
de que veneremos con tierna
y continua devoción los triunfos
de las santas vírgenes y mártires
Úrsula y sus compañeras,
para que, ya que no podemos
honrarlas como merecen, les
tributemos a lo menos nuestros
humildes obsequios. Por nuestro Señor...



Enciclopedia Católica. Santa Ursula y las Once Mil Vírgenes


La historia de estas célebres vírgenes de Colonia descansa en diez líneas, que además están sujetas a discusión. Esta leyenda, con sus incontables variantes y aumentados eventos fabulosos, podría llenar más de un centenar de páginas. Varias características de la misma ya han sido consideradas con sospecha por ciertos escritores medievales, y desde Baronius han sido universalmente rechazadas. Subsecuentemente, a pesar de esfuerzos realizados más ingeniosos que científicos para salvar cuando menos parte de ella, el carácter apócrifo de su totalidad ha sido reconocido en forma gradual. Resumiendo, para la sólida reconstrucción de la verdadera historia de las vírgenes mártires, solo existe la inscripción de Clematius y algunos detalles suministrados por antiguos libros litúrgicos. Desgraciadamente, estos últimos son muy escuetos, y la inscripción es en parte extremadamente oscura. Este documento, tallado en una roca que puede ser observada en el coro de la Iglesia de Santa Úrsula en Colonia, esta acuñada en los siguientes términos:

DIVINIS FLAMMEIS VISIONIB. FREQVENTER
ADMONIT. ET VIRTVTIS MAGNÆ MAI
IESTATIS MARTYRII CAELESTIVM VIRGIN
IMMINENTIVM EX PARTIB. ORIENTIS
EXSIBITVS PRO VOTO CLEMATIVS V. C. DE
PROPRIO IN LOCO SVO HANC BASILICA
VOTO QVOD DEBEBAT A FVNDAMENTIS
RESTITVIT SI QVIS AVTEM SVPER TANTAM
MAIIESTATEM HVIIVS BASILICÆ VBI SANC
TAE VIRGINES PRO NOMINE. XPI. SAN
GVINEM SVVM FVDERVNT CORPVS ALICVIIVS
DEPOSVERIT EXCEPTIS VIRCINIB.
SCIAT SE
SEMPITERNIS TARTARI IGNIB. PVNIENDVM

Su autenticidad, que es aceptada más allá de la sombra de la duda por los más eminentes epigrafistas ( de Rossi, Ritschl), en algunas ocasiones ha sido puesta en duda sin una razón justificada, y Domaszewski (C.I.L.,XIII, ii, 2, no. 1313) se equivoca al constar que la roca no fue tallada hasta el siglo quincuagésimo. La inscripción pertenece indisputadamente al siglo quinto cuando muy tarde, y muy probablemente al cuarto. La reciente hipótesis de Reise, la cual establece que las primeras ocho líneas, hasta la palabra RESTITVIT, pertenece al siglo cuarto, mientras que el resto fue añadido en el noveno, es más elegante que sólida. Con mayor razón aún debemos de rechazar como puramente arbitraria la de J.Ficker, que divide las primeras ocho líneas en dos partes, la primera de origen pagano anterior a la Era Cristiana, la segunda proveniente del siglo segundo. Pero a pesar de su autenticidad la inscripción está lejos de ser clara. Muchos intentos se han realizado para interpretarla, ninguno de ellos satisfactoriamente, pero al menos el siguiente contenido se puede obtener: Un tal Clematius, un hombre con rango senatorial, que al parecer vivió en el Oriente antes de ir a Colonia, fue guiado por frecuentes visiones para reconstruir en esta ciudad, en tierra de su propiedad, una basílica que había caído en ruinas, en honor de las vírgenes que sufrieron martirio en ese sitio.

Este breve texto es muy importante, porque testifica la existencia de una basílica previa, proveniente tal vez de comienzos del siglo cuarto, y si no del período pre-Constantiniano.

Por el culto auténtico y por lo tanto por la actual existencia de las vírgenes mártires, es una garantía de gran valor, pero se debe de agregar que la fecha exacta de la inscripción es desconocida, y la información que proporciona es muy vaga. La misma no indica el número de vírgenes, sus nombres, o el período de su martirio. Ni tampoco ningún otro documento proporciona detalles probables del último punto. Nuestra ignorancia en los primeros dos es atenuada en cierto grado por la mención de la fecha Octubre 21 en varios textos litúrgicos (martirologios, calendarios, letanías) de las vírgenes de Colonia, ahora cinco, ahora ocho, ahora once, por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia. Sin duda alguna ninguno de estos documentos es anterior al siglo noveno, pero son independientes de la leyenda, que para entonces ya había empezado a circular, y su evidencia no debe de ser pasada por alto completamente. Es de notar que en solo uno de estos se enlista a Úrsula en primer lugar.

Posterior a la inscripción de Clematius hay un hueco de casi quinientos años en nuestros documentos, ya que no se encuentra trazas de las mártires hasta el siglo noveno. El texto escrito más antiguo, "Sermo in natali sanctarum Coloniensium virginum", que aparenta ser de este período, sirve para probar que en Colonia no había una tradición específica relacionada con las mártires vírgenes. De acuerdo a esto, eran tantas como miles en números, y sufrieron persecución durante el reinado de Dioclesiano y Maximiano. Los nombres de unas cuantas de ellas son conocidos, y de estos el escritor da solo uno, el de Pinnosa, que entonces era considerada la más importante del grupo. Algunas personas, probablemente de acuerdo con una interpretación, ciertamente cuestionable, de la inscripción de Clematius, las consideraban provenientes del Este, y las conectaban con los mártires de la Legión Tebana; otros las consideraban nativas de la Gran Bretaña, y esta es la opinión compartida por los autores del " Sermo ". Aparentemente algún tiempo después del " Sermo" encontramos el martirologio de Wandalberto de Prum, compilado alrededor de 850 que menciona a varias miles de vírgenes. Por otra parte Usuard, en su martirologio fechado alrededor de 875, menciona solamente " Martha y Saula con muchas otras" . Pero desde una época tan temprana como el final del siglo noveno o comienzos del décimo, la frase " las once mil vírgenes" es admitida sin disputa. Como fue que se llegó a este número? Todo tipo de explicaciones se han ofrecido, algunas más ingeniosas que otras. La principal y más aceptadas suposiciones es que provienen de varios errores de lectura o de interpretación, e.g., " Úrsula y sus once mil acompañantes" proviene de los dos nombres Úrsula y Undecimillia (Sirmond), o de Úrsula y Ximillia (Leibniz), o de la abreviatura XI.M.V. ( undecim martyres virgines), mal interpretada como undecim millia virginum, etc. También se ha conjeturado, y esto es menos arbitrario, que es la combinación de las once virgenes mencionadas en los antiguos libros litúrgicos con la figura de varios miles (millia) dada por Wandalberto. Como quiera que sea, este número es desde entonces aceptado, así como el origen Británico de las santas, mientras que Úrsula sustituye a Pinnosa tomando el puesto principal entre las vírgenes de Colonia.

Las experiencias de Úrsula y sus once mil acompañantes se volvieron el tema de un piadoso romancero que adquirió considerable celebridad. Además de las subsecuentes revisiones de esta historia existen dos antiguas versiones, ambas originarias de Colonia. Una de estas (Fuit tempore pervetusto) proviene dela segunda mitad del siglo noveno (969-76), y fue raramente copiado durante la Edad Media. El otro ( Regnante Domino), también compilado en el siglo noveno, gozó de amplia circulación, pero agrega poca cosa de importancia al primero. El autor del último, probablemente para ganar más aceptación a su relato, reclama haberlo recibido de alguien que en turno lo escuchó de los labios de San Dunstan de Canterbury, sin embargo los serios anacronismos que el comete en su relato lo colocan bajo la duda. Este relato legendario es bien conocido: Úrsula, hija de un rey Cristiano de la Gran Bretaña, fue pedida en matrimonio por el hijo de un gran rey pagano. Deseando conservarse virgen, obtuvo una demora de tres años. A su solicitud se le dieron diez mujeres jóvenes de noble cuna, y ella y cada una de las diez fueron acompañadas por mil vírgenes, y todo este grupo, embarcó en once barcos navegando por tres años. Cuando el plazo se venció, y el prometido de Úrsula estaba a punto de reclamarla, una ráfaga de viento llevó a las once mil lejos de las costas de Inglaterra, llegando primero por el agua a Colonia y de ahí a Basilea, y después por tierra de Basilea a Roma. Finalmente retornaron a Colonia, donde fueron asesinadas por los Hunos por su odio a la Fe.

El origen literario de este romancero no es fácil de determinar. Aparte de la inscripción de Clematius, transcrita en la Pasión "Fuit tempore" y parafraseada en la Pasión "Regnanate Domino" y en el " Sermo in natali ", los escritores aparentemente tenían conocimiento de una leyenda Gálica de la cual una versión tardía es encontrada en Geoffrey de Monmouth: El usurpador Maximus ( como Geoffrey se refiere al Emperador Maximiano), habiendo conquistado la Armórica Británica, envió ahí desde la Gran Bretaña 100,000 colonos y 30,000 soldados, y habiendo entregado el gobierno de Armórica a su antiguo enemigo, ahora su amigo, el príncipe Bretón, Conanus Meriadocus. Este último decidió traer mujeres desde Gran Bretaña para casarlas con sus súbditos, para cuyo fin apeló a Dionotus, Rey de Cornwall, para que le enviara su hija Úrsula, acompañada de 11,000 vírgenes nobles y otras 60,000 mujeres jóvenes. Cuando la flota que las transportaba hacia Armórica, una violenta tormenta destruyó algunas de las embarcaciones y acarreó el resto de ellas a las islas bárbaras en Germania, donde las vírgenes fueron asesinadas por los Hunos y los Pictos. Las improbabilidades, inconsistencias, y anacronismos del relato de Geoffrey son evidentes, y han tenido que ser tratados frecuentemente en detalle: más aún la historia de Úrsula y sus acompañantes está arropada con un carácter menos idealizado que en las Pasiones de Colonia. Sin embargo, este relato ha sido considerado por varios escritores desde Baronius como poseedor de un resumen de la verdadera historia de las santas mártires. Al igual que las Pasiones de Colonia, ha sido sometida al proceso del método anti-científico, consistente en dejar fuera como falsas las improbabilidades, imposibilidades, y fábulas manifiestas, y considerar el resto como historia auténtica. Como consecuencia de esto dos temas esenciales se conservan: el origen Británico de las santas y su masacre por los Hunos; y entonces, de acuerdo a la adhesión dada en el " Sermo in natali ", Geoffrey de Monmouth, o la Pasión "Regnante Domino" , el martirio de Santa Úrsula es colocado en los siglos tercero, cuarto, o quinto. Para poder responder a todos los detalles, dos masacres de vírgenes en Colonia han sido aceptadas, una en el siglo tercero, la otra en el quinto. Las diferentes soluciones con sus variantes sugeridas por los estudiosos, algunas veces con ligereza, otras con profundo estudio, todas comparten el importante defecto de estar basados en documentos relativamente tardíos, desautorizados y desfigurados por fábulas manifiestas. Ninguna conclusión se puede obtener de estos textos. Aún así, las fábulas que contienen son insignificantes en comparación con aquellas que fueron inventadas y propagadas posteriormente. Como actualmente son rechazadas sin vacilación por todos, es suficiente mencionarlas brevemente. En el siglo décimo-segundo fueron descubiertos en el Ager Ursulanus en Colonia, distantes de la Iglesia de Santa Úrsula, esqueletos no solamente de mujeres, pero también de niños pequeños, e incluso de hombres, y con ellos inscripciones que son imposibles de no reconocer como burdas falsificaciones. Todo esto dio origen a una cantidad de fantásticas leyendas, que están contenidas en los relatos de la visión de Santa Elizabeth de Schonau, y de un religioso que ha sido considerado como idéntico al Beato Hermann Joseph de Steinfeld. Debe notarse de paso que las visiones han jugado un rol importante en la cuestión de las Once Mil Vírgenes, como se puede observar en aquellas de Clematius y de la monja Helintrude contenidas en la Ager Ursulanus, resultando en proporcionar los nombres de gran cantidad de los acompañantes masculinos y femeninos de Úrsula, en particular--y lo que sigue puede dar idea del resto-- que un Papa Ciriaco, un nativo de la Gran Bretaña, que se dice que recibió a las vírgenes durante su peregrinaje a Roma, abdicó a su trono papal para poder seguirlas, y ser martirizado con ellas en Colonia. Sin duda es tempranamente reconocido que este Papa Ciriaco es desconocido en los registros pontificios, pero esto, se dice que debido a que los cardenales, disgustados con su abdicación, borraron su nombre de todos los libros. A pesar de que la historia de estas santas de Colonia es oscura y muy corta, su culto está muy diseminado, y tomaría un volumen relatar en detalle sus abundantes y notables manifestaciones. Para mencionar solo dos características, desde el siglo décimo-segundo una gran cantidad de reliquias han sido enviadas desde Colonia, no solamente a los países vecinos pero también a través de toda la Cristiandad Occidental, e incluso a la India y China. La leyenda de las Once Mil Vírgenes ha sido fuente de inspiración de numerosas obras de arte, muchas de ellas del más alto mérito artístico, las más famosas siendo las pinturas de los viejos maestros de Colonia, aquellas de Memling en Brujas, y las de Carpaccio en Venecia.

La Orden de las Ursulina, fundada en 1535 por Santa Ángela de Merici, especialmente dedicada a la educación de las jovencitas, ha también asistido en llevar a través del mundo el nombre y devoción de Santa Úrsula.

Para la inscripción de Clematius, frecuentemente publicada y comentada véase KRAUS, Die Christliche Inshriften der Rheinlande, I (1890), 143-47. Los relatos Latinos de las Once Mil Vírgenes, con mención de todas las ediciones, han sido catalogadas por los Bolandistas en le Biblioteca Hagiográfica Latina, no. 8426-51. Véase también KROMBACH, S. Ursula vindicata (Cologne, 1847), una gran compilación no crítica; RETTBERG, Kirchengeschichte Deutschlands, I (1846), III, 23; SCHADE, Die Sage von der heiligen Ursula (Hanover, 1854), un ensayo en que la exégesis es desgraciadamente mitológica; DE BUCK in Acta SS., Oct. III, 73-303; FRIEDRICH, Kirchengeshichte Deutschlands, I (1867), 141-66; KLINKENBERG in Jahrb=81cher des Vereins von Alterthumsfreunden im Rheinland, LXXXVIII (1889), 79- 95; LXXXIX (1890), 105-34; XCIII (1892), 130-79; D=9ANTZER, ibidem (1890), 150-63; DELPY, Die Legende von der heiligen Ursula in der K=94lner Malerschule (Cologne, 1901); TOUT, Leyenda de Santa Úrsula en Ensayos Históricos, por miembros del Owens College, Manchester (London, 1902), 17-56; MAIN, L'inscription de Clematius in M=82langes Paul Fabre (Paris, 1902), 51-64; HAUCK, Kirchengeschichte Deutschlands, I (1887), 24-25 (3rd-4th ed., 1904), 25; REISE, Die Inschrift des Clematius in Bonner Jahrb=81cher, CXVIII (1909), 236-45; ZILLIKEN, ibid., CXIX (1910) 108-09; cf. Analecta bollandiana, X, 476; XVI, 97-99; XXII, 109-11; XXIII, 351-55; XXX, 339; 362-63.

ALBERT PONCELET
Transcrito por Robert B. Olson
Traducido por Edmundo B Durell.
Ofrecido a Dios Todopoderoso por su generosidad y bondades recibidas.


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