Lapida

Lapida
Lápida en Basílica de Santa Ursula en Colonia, Alemania

viernes, 31 de agosto de 2012

Santa Ursula: Otro punto de vista

El siguiente artículo refleja un punto de vista muy diferente, a veces irónico, en torno a la devoción milenaria a Santa Ursula y se ha incluído para dar testimonio de la creciente incredulidad sobre la existencia de las santas.
Ha sido copiado del blog ...Sobre historias y leyendas: http://www.sobre-historias-y-leyendas.com/2010/01/de-las-once-mil-virgenes.html

Sobre historias y leyendas 27/01/2010
De las Once Mil vírgenes


Autor:Angel Molledo Caviedes

En la entrada nº 4, relativa al Camino de Santiago, cotilleábamos acerca de san Juan de Ortega, sacándole punta a su viaje por Palestina a cuenta de los suvenires que en forma de reliquias de santos y otros personajes celestiales de allí se trajo (la lengua de uno de los Santos Inocentes figuraba en la colección). Hoy queremos recordar que entre aquellos restos necrológicos también se encontraba la calavera de una de las Once Mil vírgenes que acompañaban a santa Úrsula, un hallazgo al que adjuntábamos una nota a pie de página que hoy queremos completar y sobre todo revisar.

(Arriba, Martirio de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, de Rubens. Izquierda, busto relicario de santa Aurelia de Estrasburgo, s.XVI, sita en la capilla del Salvador de la iglesia de Medinaceli, Soria; la de santa Aurelia era una de las cuatro cabezas de acompañantes de Úrsula que Carlos I de España regaló a su secretario, Francisco de los Cobos, en 1521... junto con la cédula de autenticidad de las reliquias. Derecha, relicario de santa Úrsula, s.XIV, en Castiglione, Florencia. Debajo, relicario de santa Úrsula, s.XVII, perteneciente al Real Monasterio de Sahagún, en León)


1 De las Once Mil vírgenes, entre otras

«A semejanza de otros muchos héroes, se consideraba milagroso el nacimiento de Atis; su madre Nana, una virgen, le concibió al poner una almendra o una granada en su regazo.
Tenemos por cierto que en la cosmografía frigia se representaba como un almendro al padre de todas las cosas, quizá a causa de ser sus delicadas flores sonrosadas uno de los primeros heraldos de la primavera, haciendo su aparición en las ramas todavía desnudas de hojas. Estas historias de madres vírgenes son reliquias de una época de ignorancia infantil en la que los humanos no habían reconocido aún como causa verdadera de la preñez la cópula intersexual» (James G. Frazer: La rama dorada).
Parece ser que la leyenda de las Once Mil Vírgenes, "que murieron por defender su castidad", nace de un error de lectura de un manuscrito que relataba el martirio de once muchachas en la ciudad de Colonia por las huestes de Atila en sus correrías por Europa hacia el año 450.
"La tal princesa tenía por curioso nombre Úrsula, que en latín significa Osita. Quizá la llamaba así su padre, pero así se quedó", decía yo en aquella nota en un toque de pánfila ignorancia que hoy me propongo enmendar, pues tal nombre oculta una enjundia que bien merece ser puesta de relieve.
Pero recordemos primero el origen del desmedido número de vírgenes y su circunstancia, un tema menor en este artículo por más que constituya su reclamo.

Es posible que, de acuerdo con una tradición, realmente hubiera un grupo de "vírgenes" formando parte del séquito de alguna princesa inglesa que se desplazara hasta la ciudad de Colonia, por cierto, sin familia ni escolta, para casarse con un rey o reyezuelo sajón llamado Conan. Existe en Internet un serio asequible y no muy extenso relato de los vericuetos históricos de la leyenda de santa Úrsula, disponible en el artículo de Albert Poncelet, Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes ( http://ec.aciprensa.com/s/sanursu.htm)
Según se detalla en el mismo, entre otras hipótesis, el error procede «de la abreviatura XI.M.V. (undecim martyres virgines), mal interpretada como undecim millia virginum»: es decir, mil en números romanos es 'M', pero también mártir o mártires, y "XI M V" pretendía decir "once mártires vírgenes" en abreviatura, pero por estar las letras demasiado juntas lo que acabó diciendo fue "XIM V". Total vírgenes.- once mil. Naturalmente, ya puestos y por el mismo precio, junto a Úrsula canonizaron no a otras once sino a otras once mil. Papeles para todas, como se dice hoy por aquí.
Como consecuencia, en los relicarios de medio mundo se guardan cráneos órganos y pelo como para concentrar Once Millones de vírgenes el día del Juicio Final.
(Otra de las hipótesis que se barajan es que de las once acompañantes (Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia) la última en ser nombrada se llamaba Undecimila ―que se añadía a la lista del anterior paréntesis, para cuadrar balance―, apelativo por el cual se dedujo el abultado y erróneo número total. Pero si romano quiere parecer tal apelativo, Undecimila, ya vimos en la anterior entrada que en Roma al niño que venía tras el número diez (o sea, tras Decimito) se le llamaba Numerio o Numeriano ("numeroso"); y eso dejando aparte que para cuando Atila las niñas aún continuaban careciendo de nombre propio. En fin, dejémoslo definitivamente).
Mil años después, en 1535, Ángela de Merici (en la imagen izquierda) fundó en su recuerdo la Comunidad de Hermanas Ursulinas, que fue la primera congregación religiosa femenina dedicada a educar niñas... porque, como dice un santoral, "lo que más le impresionaba a Ángela de Merici era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión, por lo que organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda". Por algo se empieza. Al fin y al cabo, también la universidad y la imprenta se crearon con el mismo fin.

«La condición de parthenos ("virgen") que corresponde a tres de las cinco diosas mayores (Atenea, Artemisa, Hestia), podría no designar tanto virginidad física como pertenencia a culturas prehelénicas que los invasores aqueos asimilaron parcialmente al desposarse con reinas y princesas locales. Parthenos significaría entonces "indómita" (admetis), formada en tradiciones de prostitución sacra y, por eso mismo, activa en vez de pasiva sexualmente, no ceñida a lo maternal-doméstico» (Antonio Escohotado: Rameras y esposas)


2 La Úrsula nórdica


«El himen no es más que una frágil telilla cubierta de gruesas ideas» (Ifigenio Amezúa, sexólogo)

Demos de lado la guasa, más que ironía, de la pregunta literaria de Jardiel Poncela (Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?). Dejemos también para foros más selectos el polémico concepto de virginidad (una interesante e interesada manipulación o elaboración de virgen, traducción de 'virgo, virginis', originariamente y sin más, muchacha, púber; discretamente, con el tiempo virgo ha devenido en sinónimo de himen, "repliegue membranoso que cubre la vagina virginal", del griego 'hymen', membrana). Pero en este mundo nada existe porque sí, así pues la persistencia del runrún acerca de santa Úrsula, dejando aparte su anecdótica y multitudinaria comitiva, tiene que tener unos motivos hondamente legendarios o mitológicos más consistentes cuanto más nebulosos son los históricos.
Por parte de padre, es decir, en cuanto a su territorio de origen, la imagen de Úrsula fue asimilada con la de la diosa germana Freyja o Freya, protectora de las doncellas vírgenes a las que recibía en el ultramundo si fallecían sin haberse casado. Aunque sería más razonable decir que ocurrió a la inversa: la imagen de la extinta diosa Freya se incorporó en o a Úrsula.


(Freya según una estatua de bronce del s.XI procedente de la provincia sueca de Södermanland)

Según cuentan las Eddas (recopilaciones islandesas medievales que forman el corpus de la mitología nórdica), Freya es la diosa del amor la belleza y la fertilidad. En este aspecto, y en función de determinadas variantes regionales de su nombre, como Frigg o Frija (también Brigit en Irlanda), le fue dedicado el quinto día de la semana; el que los latinos llamamos Viernes en honor a Venus (una ocurrencia del relativamente cristiano emperador Constantino para nuestros paganos días de la semana) y los nórdicos llamamos Friday en honor a Freya.
Es por esto que la gente la invocaba para obtener satisfactorios coitos, asistencia en los partos y rendimiento en los campos. Igualmente era asociada con la guerra, la muerte, la magia, la profecía y la riqueza. En definitiva, era una diosa todo-terreno, es decir, había sido una ancestral diosa-madre pero con la crisis del matriarcado los nuevos patrones la habían rebajado el título y el sueldo, pero no el trabajo. Son las cosas que ocurren con las crisis en todas partes.
Dicen que Freya era también llamada Horsel o Ursel, aunque tal equivalencia podría muy bien ser una forma de nadar en aguas cristianas y guardar la ropa pagana. O viceversa.
La iconografía de Freya es bastante peculiar: como aquí vemos encima, la diosa se desplaza en un carro tirado por gatos, una representación que la vincula aún más con Artemisa, cuya diosa homóloga egipcia, aunque muy anterior a ella, era Bast o Bastet , imagen derecha, personificada como mujer con cabeza de gato o como gato de cuerpo entero (los antiguos egipcios se quejaban con razón de que los antiguos griegos se dedicaban a copiarles descaradamente; se ve que echaban de menos una sgae, una "oficina de registro de la propiedad intelectual" o cualquier engendro de este tipo... que de haber existido hubiera hecho imposible o al menos improbable la cultura occidental tal y como la conocemos); con este vehículo, aun a riesgo de ir arrastrando los pies en los aterrizajes, Freya parece reivindicar una línea de ascendencia directa con Egipto en paridad con Artemisa.


3 La Úrsula helénica


«Artemisa, hermana de Apolo, está armada con arco y flechas como él; posee el poder de producir pestes y la muerte súbita entre los mortales y también el de curarlos. Es la protectora de los niños pequeños y de todos los animales que maman, pero también le gusta la caza, especialmente la de venados» (Calímaco: Himno a Ártemis)

Por sus atribuciones, Freya es una deidad paralela a la griega Artemisa, la cual era el ascendiente mitológico de Úrsula por parte de madre. Quizá resulte sorprendente y forzada la conexión entre la santa británica y la diosa griega, pero hay que tener en cuenta que Artemisa apenas perdió su prestigio en el mundo romano en lo tocante a los embarazos y los partos, por más que fuera Juno quien ostentara la titularidad protectora en obstetricia y ginecología. Mucho más consistente que su homóloga romana, la decorativa volátil y prescindible Diana, Artemisa era todo un carácter, y fue tan respetada en el Olimpo como temida y venerada por los helenos de todos los tiempos, y si bien no podemos decir que Úrsula fuera la hermana nórdica de Artemisa, como lo era Freya, sí podemos afirmar que era su ahijada de acuerdo a una estrecha relación que luego veremos. Además, Artemisa y Úrsula comparten un detalle iconográfico muy característico: las flechas.

Parece que Úrsula murió de un flechazo propinado por el frustrado Atila. Y si bien es cierto que en cuestión de flechas, la diosa las lanza y la santa las recibe, resulta que en iconografía el medio es el mensaje, como decía Marshall McLuhan. De hecho, aparte de la flecha de Úrsula, el único atributo de Artemisa heredado por el cristianismo ha sido el arco, el cual figura sublimado en forma de luna en ciertas vírgenes renacentistas o barrocas, como las de Murillo, por ejemplo. Se recupera paradójicamente por esa vía el carácter primigenio lunar que tuvo Artemisa y su relación directa con el menstruo, carácter que había perdido con la imposición del patriarcado, el cual transformó… su luna en arco.

«Las aves con yelmo que aparecen en las monedas estinfalias son espátulas, primas de las grullas, que aparecen en tallas medievales inglesas chupando el aliento de enfermos. Son en realidad sirenas con patas de ave, personificaciones de la fiebre. Ártemis era la diosa que tenía el poder de infligir o curar la fiebre con sus "flechas misericordiosas"». (Robert Graves: Los mitos griegos)

El culto de Artemisa estuvo profundamente imbricado en la vida íntima de las mujeres griegas, teniendo una remota tradición los de carácter específico que recibía en determinados santuarios, tales como en el de Brauron, en el Ática, en el que tenía en la propia Acrópolis de Atenas (imagen inferior), en el de Táuride y, por supuesto, en Éfeso. En cada uno de ellos se celebraban ceremoniales diferentes, muy concretos, pero unidos sutilmente por un hilo de referencia que, en ocasiones, sólo a duras penas podemos rastrear. (Pilar González Serrano: Consideraciones iconográficas sobre la Ártemis efesia)

Pero su hogar matriz ateniense estuvo en el hoy yacimiento arqueológico de Brauron (imagen inferior y siguiente izquierda), en la actualidad Vraona, a unos 40 km al este de Atenas, en la costa este del cabo Sunion y aproximadamente en la misma latitud que el Pireo, aunque en su costa opuesta.

El lugar consiste en una pequeña colina de 40 m en cuya falda norte se encuentra el santuario, que estuvo a orillas del mar en la época clásica pero que los aluviones del inmediato río Erásino han alejado unos 500 m.
El santuario está integrado por un templo y un altar, y una fuente sagrada y un pórtico con habitaciones y almacenes de ofrendas; y en una cueva derruida, la tumba de Ifigenia junto a la casa de las sacerdotisas.
Pero igualmente nos contentaremos con mencionar que también a Ifigenia (prima de Helena de Troya, hija de Agamenón y hermana de Electra y de Orestes) estaba dedicado el santuario de Brauron, en el cual murió tras de ser la principal sacerdotisa de su deidad principal, la Artemisa Brauronia.
(Los dos últimos párrafos están extractados del nº 216 de Revista de Arqueología así como los siguientes, en los que he intentado esquematizar en lo posible la información publicada).

4 La Artemisa Brauronia


«Ártemis exige a sus compañeras la misma castidad perfecta que practica ella. Cuando Zeus sedujo a una de ellas, Calisto, hija de Licaón, Ártemis observó que estaba encinta. La transformó en una osa, llamó a la jauría y Calisto habría sido perseguida y destrozada por los perros si no la hubiera acogido en el Cielo Zeus, quien luego puso su imagen entre las estrellas» (Higinio: Astronomía poética)

En particular, la fuente sagrada ha proporcionado miles de exvotos, objetos tomados de la vida de la mujer ateniense, como espejos de bronce, anillos, gemas, escarabeos, estatuillas, muñecas, vasos, casi todos datados antes del -480, protegidos bajo el barro acumulado tras una inundación del Erásino que obligó al repentino abandono del asentamiento.
Entre las piezas más importantes halladas en este lugar destacan las pequeñas crateras y fragmentos que representan misterios y ritos llevados a cabo en este lugar. En algunas aparecen niñas desnudas corriendo, en tanto que otra muestra una procesión de jóvenes en vestido corto que se dirigen hacia el altar de Artemisa en el que hay un fuego sagrado.
También se han hallado ofrendas de terracota en forma de palomas, cerdos, pasteles… todas ellas realizadas por gente humilde que no podía costearse las ofrendas auténticas. Quizá el material más interesante lo constituyan las numerosas estatuas de niños y niñas dedicadas a Artemisa e Ifigenia ya que el culto en el santuario era doble: Artemisa era venerada como protectora del crecimiento y maduración de las niñas, mientras que a Ifigenia se le ofrecían sacrificios y exvotos para propiciar los partos futuros y agradecer los exitosos.
De modo que es lógico encontrar esta serie de ofrendas escultóricas, tanto de niños como de niñas (como las que muestran las tres siguientes imágenes colaterales halladas en Brauron, entre ellas dos ositas, o como las denominarían posteriormente los romanos, dos úrsulas; también son úrsulas brauronias las dos últimas imágenes infantiles que cierran esta entrada). Son un poco mayores que el natural y están esculpidas en mármol. (Rev. de Arqueología nº216, p.p. 15-23)

(Niño con manzana y paloma, s.-IV, Museo de Brauron. Como «Señora de las Cosas Salvajes», o patrona de todos los clanes totémicos, se ofrecía anualmente a Artemisa un holocausto de animales totémicos vivos, aves y plantas)


El culto de Ifigenia parece consistir únicamente en la ofrenda de exvotos. Por el contrario, los festejos en honor de Artemisa eran más complicados y se dividían en dos celebraciones consecutivas: la primera relacionada con su advocación de diosa cazadora y la segunda con la de protectora de la mujer. Y también como celosa defensora de la castidad; el mito de Calisto, que encabeza este punto, tiene por finalidad explicar las dos niñas vestidas como osas que aparecían en el festival ático en honor de Ártemis Brauronia, y la relación tradicional entre Artemisa y la constelación zodiacal de la Osa Mayor, según nos cuenta el maestro Graves.
En el primer aspecto Artemisa es asociada con el oso, o mejor dicho, con la osa; aparte, o además, de sus similitudes antropológicas (su frecuente bipedismo, por ejemplo) ejerce una especial vigilancia y una feroz protección sobre sus crías. En otros santuarios de Artemisa se han hallado abundantes exvotos en forma de osa .
Como la osa domada o cazada, símbolo de la maternidad, la niña necesitaba una guía en su paso del estado "salvaje" de la infancia a la "doma", que significaba su entrada en la sociedad.

Es normal que los festivales cuatrienales celebrados en Brauron, de una importancia capital en el sistema democrático ateniense, fueran conocidos como arkteia, término derivado de 'arktós', oso, y las chicas consagradas a Artemisa se denominaran "osas".
Durante las arkteia las niñas atenienses abandonaban el mundo de la infancia y entraban en la esfera previa a la maduración que las llevaba directamente al matrimonio, su función en la sociedad. La representación ceremonial incluía una cacería en la que las niñas de 7-8 años, desnudas como al nacer, perdían simbólicamente su salvajismo quedando preparadas para adaptarse a su nueva situación, en el umbral de la madurez sexual.
El ceremonial femenino de Brauron era paralelo a las ephebeia celebradas por los niños, fundamentales también en el desarrollo social de los jóvenes. Y se podría decir que el ritual acentúa la aparición de la diferenciación sexual más que de la madurez.
El rito se completa con una segunda ceremonia en la que las niñas de diez años se vestían por primera vez el krokotós, un vestido ritual corto que simbolizaba el paso definitivo a la maduración que culmina en la primera menstruación.
Realizadas cada cuatro años, las ceremonias eran participadas por muchachas entre los siete y los diez años, implicándose así todas las niñas de Atenas. Pero dicho así, puede dejarnos la impresión de que estos ceremoniales resultaban ser un gesto simbólico de integración social, una una especie de puesta de largo en el salón del casino. Nada más lejos de la realidad:
«El ceremonial de la arkteia consistía, principalmente, en un baile ritual, en el que las jóvenes danzarinas iban vestidas con túnicas de color azafrán (el color sagrado en el ámbito litúrgico de la antigüedad hasta que se generalizó el uso de la púrpura) [pero que se siguió preservando en las bodas romanas] y llevaban máscaras de osas, al igual que la sacerdotisa que con un falo artificial, olisbos, se encargaba de romper el himen de las iniciadas para facilitar, posteriormente, sus relaciones conyugales.

Es posible que este ritual de iniciación se realizase ya en tiempos prehelénicos y en el interior de algunas cuevas tenidas por sagradas. En algunas de las existentes en Creta, hasta se han creído apreciar toscas esculturas, talladas en las propias rocas subterráneas y cuyas siluetas recuerdan a las de unos osos. El culto a estos animales se remonta al Paleolítico Superior, momento en el que el hombre se enfrentó a ellos por el dominio de las cuevas, por lo que no es de extrañar que su mítico recuerdo aún permanezca vivo en muchas culturas.
Su ancestral e inconsciente pervivencia en la mentalidad colectiva se pone de manifiesto en el hecho de que, aún hoy, se sigan regalando a los niños y niñas pequeños osos de trapo o de peluche, con los que muchos de ellos comparten su cama, sus sueños y temores infantiles, hasta etapas avanzadas de su infancia, resistiéndose, incluso, a su inevitable destrucción, cuando el deterioro del uso así lo exige». (Pilar González Serrano: Consideraciones iconográficas sobre la Ártemis efesia)
«Ártemis fue la hermana gemela de Apolo, y ambos, hijos de Zeus y de Leto, quien los alumbró en la isla de Delos (la brillante), después de superadas numerosas dificultades, todas derivadas de la persecución implacable a la que la sometió la celosa Hera quien, además, no consentía en enviar a su hija Ilitia, la diosa de los partos, en su auxilio.
El doble alumbramiento se produjo, por fin, en la ladera meridional del monte Cintio, bajo una frondosa palmera datilera, a la que se abrazó Leto haciendo presión en el suelo con las rodillas, para facilitar el parto. La primera en nacer fue Ártemis, quien, recién nacida, ayudó a venir al mundo a su hermano»

«A los meteoritos se les rendían con frecuencia honores divinos, y lo mismo a pequeños objetos rituales de origen dudoso, que podían explicarse como habiendo caído igualmente del cielo, como las puntas de lanza neolíticas cuidadosamente trabajadas, identificadas con los rayos de Zeus por los griegos posteriores (como a las flechas de pedernal se las llama "proyectiles de los elfos" en el campo inglés), o con los almireces de bronce ocultos en la cofia que llevaba la imagen de la Ártemis efesia.
Las imágenes mismas, como la de Ártemis Brauronia y la de madera de olivo de Atenea en el Erecteón, también, según se decía, habían caído del cielo a través de un agujero en el techo. Es posible que la imagen de Braurón contuviera un antiguo cuchillo de obsidiana destinado a los sacrificios —la obsidiana era un vidrio volcánico de la isla de Melos— con el cual se cortaba el cuello a las víctimas» [… o se incidía en el himen de las iniciadas]. (Robert Graves: Los mitos griegos)

«El nombre del mineral leucófana es epónimo del epíteto de la Diosa Artemisa LEUCÓFANA / Leucofirena en Magnesia, Lidia.
El mineral tauriscita deriva del epíteto de la Diosa Artemisa TÁURICA / Diosa Brauronia / Artemisa Brauronia adorada en La Táuride como areolito caído del Cielo.
Los minerales auralita, auricalcita deben su nombre a las AURAS / Ninfas aéreas de la comitiva de la Diosa Artemisa»
(Francisca Martin-Cano Abreu: Epónimos femeninos de PIEDRAS.
http://www.facebook.com/pages/Francisca-Martin-Cano-Abreu/50559454191)

5 Dando la Nota al pie de página


«HE SIDO DEDICADA A LA DIOSA, QUE GOZA LANZANDO SUS FLECHAS LEJOS, POR NICANDRA HIJA DE DEINODICOS DE NAXOS, LA MEJOR DE ENTRE LAS MUJERES, HERMANA DE DEINOMENES, Y AHORA ESPOSA DE FRAXOS» (Inscripción grabada en el lado izquierdo de la llamada Ártemis de Delos (Museo Nacional de Atenas), figura de la izquierda, estatua de caliza de unos 75 cm de altura, erigida como exvoto por Nicandra, la naxiana, en honor a la Artemisa de la isla de Naxos)
En definitiva, espero haber purgado mi deficiente nota a pie de página en la entrada cuarta de este blog. La tal princesa tenía por piadoso nombre Úrsula, que en latín significa Osita. Pero no porque quizá la llamase así su padre, sino porque, como todas las ositas, con toda probabilidad respondía al cumplimiento de una promesa hecha a la Virgen de Brauronia llamada Artemisa o llamada Ifigenia ―o a la Virgen Freya llamada Ursel― durante un parto o un embarazo problemático, promesa refrendada con la garantía de un retrato escultórico u otro costoso exvoto depositado a los pies de su altar, helénico o nórdico.


Existiera Úrsula o no, la amplia extensión de su nombre, en épocas pasadas donde la elección del nombre era un asunto terriblemente serio, manifiesta la decidida voluntad subliminal de las gentes en conservar unas advocaciones que en el Norte y en el Sur les han proporcionado respuesta y consuelo desde la Era de las Cavernas.


¿QUÉ fiebres, qué cuartanas? Me destemplo,
me exalto y emociono en el paraje.
¡Viva lo franciscano y su linaje!
¿Qué nace aquí? El tipo y el ejemplo
de la dulzura convertida en templo.
¡Tú, que nos asustabas, por salvaje,
por selvatiquez! Amo este paisaje,
la madre dadivosa que contemplo.
¡Ay, amoroso engaño! ¡Besos, mimos
junto al mar! Los ex-votos son de arcilla.
son juguetes sin más, animalitos
donados por los niños. Bendecimos
tu nombre, si así llega a nuestra orilla
la mágica ternura de tus ritos.
(Aurelio Valls: ARTEMIS BRAURONIA (Templo clásico en Atica,
santuario amado de los niños, que le donaban juguetes y animalitos))
(Retorno a la poesía, Ed. Adonais)

Sed buenos, si podéis
……………….«. . . porque el pensar y el ser son una y la misma cosa» (Parménides)



lunes, 27 de agosto de 2012

Devoción a Santa Ursula en Jicalapa, El Salvador


 Pueblo de Santa Ursula Jicalapa,

El Salvador, C.A.

Jicalapa es uno de los seis ancestrales pueblos y villas que, hermanados, componen la Costa del Bálsamo, ubicados entre los 400 y 800 metros de altitud, requisito orográfico del endémico árbol aromático que ha dado nombre a la región.

Conjugados forman un arco, adosado a los mil pliegues de su sierra. En un eje de Poniente a Oriente se enclavan Cuisnahuat, Santa Isabel Ishuatán, Teotepeque, Jicalapa, Chiltiupán y Tamanique, repartidos entre los departamentos de Sonsonate y La Libertad.

Los pueblos de la Costa del Bálsamo protagonizan una doble paradoja. Viven entre una sublime belleza natural, repleta de cultivos, tradiciones, miedos, alegrías y frustraciones, pero esa escabrosa geografía se traduce en aislamiento y escasas oportunidades de superación.

Salarrué, el autor de "Cuentos de Barro", lo consideraba una joya por sus balsamares, por los paisajes monumentales donde las montañas se unen con las costas y por su gente de origen pipil, Jicalapa siempre ha sido un municipio económicamente marginado.

Desde el parque municipal de Jicalapa se divisa el abismo oriental del poblado. Un cañón de más de 250 metros de profundidad, en cuya garganta corre y resuena el río Shilo, de corta vida. El Shilo nace en lo más alto de la Sierra del Bálsamo, en el cerro de Los Ángeles, a 1,500 metros. Y desfallece en el mar tras serpentear solo 30 kilómetros. Sobre una lejana loma, mucho más alta, se ve el pueblo vecino de Chiltiupán, a tres horas a pie.

Los primeros buses que llegaron a prestar servicio de transporte de pasajeros a Jicalapa fueron los de los empresarios de Jayaque, don Salvador Staben y Cornelio Espinoza, entre los años 1957 y 1948, con los buses Balboa y Norma, que hacía su recorrido de Jicalapa a San Salvador, por la ruta de Jayaque.

Sin inversiones privadas, las remesas se han convertido en la principal fuente de ingresos para una parte de los 9,820 habitantes de Jicalapa, donde el ingreso per cápita mensual es de 37.4 dólares.

Gracias a la bonanza esporádica del comercio del bálsamo y los hatos de ganado, —y a la misma disponibilidad de bosques maderables cercanos—, los pueblos de la Costa del Bálsamo fueron levantando decenas de variopintas casas de madera durante la primera mitad del siglo XX.

Esta particular arquitectura parece una emulación del concepto de las viviendas de madera y lámina de San Salvador y Sonsonate de aquella época adaptada a la sierra.

Las viviendas, en su mayoría de un solo piso, lucen austeras fachadas constituidas por tablones aserrados rústicamente, dispuestos verticalmente y adosados con una reglilla en su parte media —que con frecuencia está pintada de otro color—. La carencia de balcones habla de un estilo de vida apaciguado.

Mientras tanto, los techos lucen oxidados paneles de lámina o tejas que en su interior son revestidas por un cielo falso amaderado que resulta ser un verdadero resguardo del sofocante calor costanero, sobre todo en el período seco.

El olor y el añejamiento de estas construcciones delatan el uso de las maderas nobles locales, como el conacaste, laurel, cedro y ceiba. “La madera del árbol del bálsamo no sirve para la construcción de casas, o carpintería, porque es muy resinosa, pero es buena para usarla de horcones”, comenta un lugareño.

Los colores que lucen estas casas incluyen cualquier tonalidad cromática. Aunque las inclemencias del tiempo, tan implacables en esta zona en particular, las condicionan a lucir opacas y hasta anacrónicas.

Cuentan que en la víspera de Navidad de 1855, Jicalapa ardió como tusa: “Y cómo no iba a agarrar fuego, si todavía hasta hace como 60 años la mayoría de casas de Jicalapa eran chozas indígenas, de paja y zacate, pero nadie murió, comenta Felix Crisol, un anciano residente del pueblo. Tampoco sucumbió la iglesia, de gruesas paredes de adobe y calicanto.
Además de longeva, la iglesia de Santa Úrsula sigue siendo el edificio más grande de Jicalapa. Está en lo más angosto del pueblo-peñón. Barranco a cada lado. Su encalada fachada a dos aguas no tiene ninguna decoración.

Al mediodía, el interior de la iglesia es desolación. Hay varias bancas sin respaldo y un altar tosco pero barroco, decorado con figuras que parecen mazorcas de cacao, que tienen encumbradas un medallón que dice 1731. La estatua de Santa Úrsula, la patrona del pueblo, tiene expresión constipada, como afligida.
En lo oscuro del cielo falso de la iglesia se encuentra una pieza de madera con una inscripción. La viga aparece ante la luz de la lámpara, en español dice: “Por celo del alcalde segundo, Pedro Marcelino Perales. Domingo Pérez, regidor. Albañil, M. Carpio... Xicalapa diciembre 24 de 1844”.

La anterior inscripción debió ser el registro de una renovación arquitectónica navideña. Otra inscripción, en el cielo falso dice 1797. La iglesia es un colage de fechas y formas.

A la vuelta de la iglesia, en el costado este, se encuentra una pared salpicada de exvotos, agradecimientos, la mayoría de principios de 1900.

HISTORIA



Orígenes y etimología

Esta es una población cuyos orígenes se remontan a los lejanos años de la época precolombina.

Su nombre vernáculo, Xicalapa, significa literalmente "río de las jícaras", pues proviene de xical (en azteca o mexicano xicalli), jícara, huacal de morro, yapa, río.  Félix Crisol asegura que el nombre significa río de las jícaras. En contraste, a principios del siglo XX, el filólogo salvadoreño Fidias Jiménez afirmaba que Xicalapa significaba: casa en el centro del peñasco, y que debía pronunciarse Shi-calli-apan.

Xicalapa fue sometida al real dominio después de prolongado y sangriento sitio por los capitanes Diego de Rojas y Pedro de Portocarrero, en 1533.

En 1550 tenía unos 100 habitantes.

Época colonial

Dice el alcalde mayor de San Salvador don Manuel de Gálvez Corral, que en 1740 Santa Ursula Jicalapa tenía 140 indios tributarios, es decir, unos 700 habitantes.

"Se halla situado el pueblo -agrega- en una peña, no tiene de ancho la situación veinte y cinco varas, porque así del rumbo del Sur como del Norte se hallan dos profundísimos barrancos, que son tales que impiden la entrada a este pueblo, y sólo tiene un camino para entrar y por el mismo se ha de salir para andar los otros pueblos que llaman de la Costa del Bálsamo".

Esa peculiar situación de Jicalapa en el lomo de un peñasco limitado por dos profundísimos fosos, hace pensar que en los tiempos gentiles fue una fortaleza o peñol inexpugnable y que en su conquista debieron batallar duramente los españoles.




En 1744 el Rey Felipe V de España obsequió al pueblo de Jicalapa la imagen de Santa Ursula, patrona nominal del pueblo, e instituyó en cada 21 de octubre la Fiesta Patronal en honor a Santa Ursula, que fue una de las más famosas devociones en tiempos de la colonia y lo es aún en los actuales.

Según el arzobispo don Pedro Cortés y Larraz, en 1770, Jicalapa era pueblo anejo de la parroquia de Ateos y su población estaba repartida étnicamente así: 126 familias de indios con 507 personas y 1 familia de ladinos con 6 miembros. Total: 127 familias con 511 almas.

Ingresó en 1786 en el partido de Opico.

En 1807, según el corregidor intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa, Jicalapa era "Pueblo de indios". "Su mal temperamento - agrega-, corta industria, ningunos frutos y mala administración económica de cacaotales, bálsamos y palos finos rigen en este Pueblo igualmente que en los demás de esta parte de la Costa de Ateos".

Aunque los terrenos ejidales de Santa Ursula Jicalapa fueron medidos en 1700 por agrimensor real, en 1802 hubo necesidad de remedirlos.

Otros sucesos.
 Perteneció al distrito de Opico y al departamento de San Salvador de 1824 (12 de junio) a 1835 (22 de mayo).

A partir de esta última fecha formó parte del distrito de Quezaltepeque (antes Opico) y del departamento de Cuzcatlán. Dicho distrito tomó nuevamente el nombre de Opico por Ley de 30 de julio de 1836. En la Ley de 18 de febrero de 1841 aparece como cantón en el distrito electoral de Teotepeque. A partir del 5 de abril de 1842 fue municipio del departamento de San Salvador, nuevamente.

Un pavoroso incendio destruyó completamente la población referida el día 9 de diciembre de 1855.

Según un informe municipal de Jicalapa, de 23 de noviembre de 1860, su población era de 244 habitantes alojados en 101 casas pajizas o ranchos.

A pesar del incendio antes mencionado estaban en servicio una iglesia, un convento y un cabildo, este último con corredores de teja.

"La fiesta titular de este pueblo -dice el documento aludido- se celebra el 21 de Octubre, a cuya romería concurren todas las poblaciones más inmediatas siendo por consiguiente la veneración que estos habitantes le profesan a Santa Ursula, que todas sus atenciones las dedican a ella principalmente en día de su festividad". En 1890 tenía 680 almas de población.

Extinción del Municipio

Durante la administración de don Pedro José Escalón y por Decreto Legislativo de 12 de abril de 1905, se extinguió el municipio la Santa Ursula Xicalapa y esta población se incorporó al municipio de Teotepeque en concepto de cantón.  Los ediles de Jicalapa se vieron obligados a entregar a los de Teotepeque "por inventario, los archivos correspondientes, lo mismo que las existencias en dinero y en especies" que tenían en su poder.


Posteriormente se volvió a erigir en pueblo el cantón de Jicalapa. En 1971 la población del municipio era de 2474 habitantes. El municipio de Jicalapa tiene un área de 42,93 km², y la cabecera una altitud de 880 metros sobre el nivel del mar.

Arqueología

En la Cueva Letrero del Diablo, al W, se encuentran. petrograbados que asemejan fierros de herrar.

HISTORIA Y LEYENDA

Este es el origen de la devoción a Santa Úrsula, según lo relata doña Consuelo Crisol, originaria de Jicalapa, quien a su vez retoma la historia contada por sus abuelos paternos, Gertrudis Méndez y Margarito Crisol.

Hace mucho tiempo, un pescador encontró a una bella joven que andaba por la playa, quien le dijo que quería irse para Jicalapa y que le fuera a avisar al Alcalde, pero el pescador le dijo que no podía hacerlo  porque estaba pescando, (el trayecto entre la playa y el pueblo se hacía a pié en un lapso de 2 horas) pero ante la insistencia de la joven, el pescador decidió ir a hacer los que la muchacha quería, pero el Alcalde no le creyó. Al regreso, el pescador encontró su red llena de pescado, lo cual era como un premio a su obediencia.

Santa Úrsula se apareció al pescador  en la playa La Perla, playa situada 10 kilómetros al sur, y 455 metros peña abajo desde Jicalapa. La virgen estaba al final de estero, en una gran roca donde ve una especie de  gradas o camarín donde se dice que estuvo la virgen. En esa especie de cueva, habían unos pequeños cactus que nunca crecían y asemejaban unas candelas que acompañaban la imagen de la santa.

Como el Alcalde no le creyó al pescador, ese día en la noche tuvo un sueño en donde se le apareció la muchacha para revelarle que se quería ir para Jicalapa, por lo que el Alcalde fue al día siguiente a la playa y encontró a la muchacha y le dijo que la iba a traer, a lo cual la muchacha se negó porque le dijo que para que la tocaran debían de ayunar y así poder irse con el.

El 13 de octubre volvieron a ayunar y se fueron a traer a la muchacha ese mismo día, acompañados por el pito y el tambor y la milicia, compuesta por un Alférez, un sargento y cabos.

 La fueron a traer a la playa y la llevaron por las veredas y las peñas, En la vereda por donde traían a la virgen desde la playa, hicieron un descanso en el lugar donde hay una roca  conocida como “Mojaculo” porque es un lugar estrecho y resbaladizo, y allí todavía se pueden ver dos hoyitos donde colocaron las candelas que traían en la procesión que acompañaba a la imagen de la santa.

Al pueblo llegaron a las 5 de la tarde y la dejaron en un rancho en las afueras del pueblo, pero al día siguiente no la encontraron en el mismo lugar, sino que la encontraron en el lado puesto del pueblo, en un lugar donde había un gran árbol de ceiba, y la Santa dijo que allí quería que se construyera una iglesia utilizando para ello la madera que saliera del árbol de ceiba y que la iglesia se construyera con la puerta mayor orientada en dirección al Sur, o sea hacia el océano, de donde ella había salido.

La imagen de Santa Úrsula venerada en Jicalapa, es de madera fina, y tiene una capa labrada como parte de la imagen, pero siempre está oculta esa capa con los vestidos que los fieles creyentes le van donando en agradecimiento a sus favores. En la cabeza tiene una corona, símbolo de su realeza y en sus manos tiene la palma del martirio y una espada por ser una virgen guerrera. En los pies tiene unos zapatitos como botines, los cuales tampoco se pueden apreciar por los largos vestidos con que la cubren.

TRADICION


La romería a Santa Úrsula se celebra del 1 al 8 de en febrero, o sea en el verano. El motivo de hacerla en esas fechas es para que los peregrinos pudieran visitarla en una época en que el acceso al pueblo era a través de calles malas. Como en octubre la calle de acceso se ponía intransitable por el invierno, los devotos que querían visitarla en su fecha de martirio no lo podían hacer.

Las fiestas titulares en honor a Santa Úrsula inician el 2 de octubre y culminan el 21 de octubre, día del martirio de esta santa y sus acompañantes.

El primer ayuno se hace el 2 de octubre, en donde no se come nada en el desayuno pero al medio día se comen rellenos y alimentos suaves, menos carnes ni sopas.

El Alcalde convoca a la gente para que ayunen el 2 de octubre, tal como lo hicieron el día que la fueron a traer a la virgen a la playa. Por la tarde de ese día, se enciende una candela en la iglesia, en una procesión acompañada por pito y tambor, en señal de que han ayunado. También aparecen los garrucheros designados por el Alcalde.

Los garrucheros tiene la responsabilidad de ir el 9 de octubre a cortar dos árboles que tienen unas gradas parecidos a dedos, para luego adornarlos con mazorcas de cacao, maíz y hojas, en una ceremonia especial que se celebra el 19 de octubre en la Alcaldía. Los árboles se encuentran por el area de Chiltiupán, y se llaman árboles para garrucha.

El 9 de octubre da inicio en la Cofradía la novena en honor a Santa Úrsula, la cual culmina el 17 de octubre.

El 11 de octubre, antes hacían un banquete en donde se comía carnero por parte de la Cofradía de Santa Úrsula, que también realiza actividades específicas para celebrar las fiestas patronales. Las personas responsables de la cofradía son la madrina, la mayora y “las siguientes”. Después donaban un cerdo para sacrificarlo el 20 de octubre, en la víspera de la fiesta titular. En la alcaldía se preparan varias gallinas bien horneadas y sopas para servirlas ese mismo día. También se preparan los “tamales de arriebata”, que son pelotitas elaborados con masa de maíz y sal, envueltos en hoja de plátano.  En la actualidad todavía funciona la cofradía, pero ya no tiene la misma estructura que antes, aunque siempre donan el cerdo para la víspera de la fiesta.

El 12 de octubre, los historiantes hacen vigilia con sus máscaras en la casa del mayordomo de la cofradía, para poder presentarse en las festividades del día siguiente.

El 13 de octubre se prepara una bebida especial llamado “pinol”, hecho de agua hirviendo con maíz, pero de una variedad especial llamada “maíz majoco”, que se cultiva todos los años en la región de Jicalapa, específicamente para esa celebración. Ese grano de maíz es de consistencia porosa y blanda, especial para esa bebida. Luego de haber tomado todos el “pinol”, van a la iglesia  con candelas y flores para recordar la llegada de la virgen al pueblo, que como ya se señaló fue a las 5 de la tarde.

El mismo día 13 por la noche, se celebra un baile entre el Alcalde y una señora designada como “la Madrina”, luego baila con los miembros de la milicia. Esa noche reparten entre los presentes el “pinol”, para luego repartir atole y chocolate con pan de bizcocho. Algunos toman “chicha”, una bebida alcohólica preparada con maíz y frutas fermentadas.

Los historiantes representan la historia de David contra Goliat, y bailan afuera al son de una caja y de pito. Todos lanzan vivas a la madrina, al sargento, al alcalde y por supuesto a Santa Úrsula.  Ese día inicia la novena a Santa Úrsula, para culminarla el 21 de octubre.

El mismo 13 de octubre se disparaban con arcabuces, pero para que no hubiera peligro para los que disparaban, se recomendaba hacer ayuno, Se dieron casos de personas que quedaron mutiladas de sus dedos por haber explotado los arcabuces en sus manos. Hoy se utilizan bombas confeccionadas con pólvora.   Los historiantes bailan en el patio de la Iglesia las 5.00 de la tarde y el sargento con la milicia bailan “la partesana”, que es ejecutada con una vara de madera con una punta de metal. Ese artefacto lo guarda en la Alcaldía Municipal y solo lo sacan el 13 de Octubre para celebrar la entrada de Santa Úrsula a Jicalapa.

El 19 de octubre, la Alcaldía prepara la ‘garrucha”, la adornan y la llevan en procesión para la iglesia por la noche, acompañado por los historiantes con música del pito y tambor. La garrucha es transportada por los garrucheros porque cada uno de los arboles miden como 3 metros, luego colocan la garrucha en la iglesia para adornar el altar.

El 20 de octubre, la cofradía prepara los tamales hechos con el cerdo que cada año donan. En la iglesia,  el altar amanece ya bien adornado con la garrucha, por la noche se hace un baile en la cofradía a la que asiste el Alcalde con su concejo municipal y bailan con las “serviciales” de la cofradía y con los “muñidores”.  Antes se hacía un sermón en la iglesia, pero hoy se hace una misa en la víspera de la fiesta y otra el propio día.
Las fiestas culminan el 21 de Octubre, con una solemne misa para conmemorar el martirio de Santa Úrsula. Como el pueblo no tiene sacerdote de planta, tiene que llegar uno de fuera para celebrar esa solemne misa. Normalmente, la iglesia permanece cerrada, a cargo de un sacristán que la abre solamente cuando hay actividades programadas de la comunidad.

También se realiza una romería el martes de Pascua, después de la Semana Santa, llamada “Romería de los Sonsonatecos”, debido a que la mayoría de peregrinos llegan desde la ciudad de Sonsonate. Estos devotos organizan diversas actividades a lo largo del año para reunir fondos con los que realizan esta romería.

La procesión la inician desde el vecino pueblo de Teotepeque, con una pequeña imagen de Santa Úrsula, quien es acompañada de la imagen del Santo Niño de Atocha, las cuales llevan en andas, siendo acompañados en el trayecto con música de banda y explosiones de cohetes de vara. A su llegada al pueblo de Jicalapa, realizan algunas actividades en la comunidad, como juegos para los niños y payasos, entre otras cosas.

Por la noche realizan un baile con música de banda y quema de pólvora.

TESTIMONIOS DE MILAGROS

La Sra. Consuelo Crisol, cuenta que cuando tenía nueve años sufrió de una rara enfermedad, ya que le daba por vomitar, se mareaba y perdía la razón. Su papá la llevó a un doctor en Santa Tecla, quien le dijo que su caso no tenía remedio y que se iba  morir, ante lo cual, preocupado por el estado de su hija, le pidió a Santa Úrsula que curara a la niña, prometiéndole que la niña sería servicial de su cofradía. Luego, otro día, su papá la llevó a Teotepeque, a la farmacia de don Manuel Martínez, a quien le contaron el caso. Don Manuel le dio una medicina que dijo que era la que iba a curarla. Luego de varios días de aplicar la medicina, la enfermedad desapareció, por lo que doña Consuelo dice que le servirá a Santa Úrsula hasta el día que muera.

En los años 50’s durante una celebración de misa, sucedió un hecho increíble: durante una controversial homilía que un sacerdote predicaba, los presentes escucharon de pronto un ruido como de las olas del mar moviéndose con violencia, por lo que los asistentes se alarmaron pensando que el mar había inundado el templo, originándose una desocupación masiva del templo. Algunos pensaban que era un terremoto, pero lo curioso era que solo se experimentaba ese ruido en el área de la iglesia, ya que cuando salieron, todo estaba tranquilo en el pueblo, como de costumbre.

Algunos vecinos cuentan que en varias ocasiones se ha visto a una bella joven desconocida que sale a bañarse al mar, pero que inexplicablemente desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Se cree que Santa Úrsula es esa bella muchacha. En la actualidad persiste la creencia que la Santa acostumbra a irse a bañar al mar.

Cuentan que en la década de los 80s había un pequeño destacamento militar en el pueblo, y una noche se les presentó una extraña mujer que al ser preguntada el porqué andaba a esas horas de la noche, dijo, señalando hacia la iglesia, que iba para esa casa, porque allí vivía y un momento después había desaparecido. Otros testigos dicen que ese día vieron a una mujer caminando por la noche oscura como si fuera de día.

En 1969, para el tiempo de la guerra con Honduras, unos miembros de la Guardia Nacional que estaban destacado en Teotepeque, visitaron as la familia Crisol en Jicalapa y les contaron que pronto irían la al guerra, pero que no sabían si iban a regresar vivos. El padre de Doña Consuelo, gran devoto de Santa Úrsula, les dijo  que pidieran protección a la santa. El finalizar esta corta guerra, llegaron de regreso contando admirados que en la guerra se les apareció una señora desconocida que andaba repartiendo municiones en un canasto que debe haber pesado mucho porque lo levaba completamente lleno.

Santa Úrsula no deja de ser milagrosa. En el 2007, un bus repleto de devotos de Panchimalco estaba a punto de ingresar a Jicalapa cuando se deslizó hacia uno de los precipicios. El milagro: el bus quedó colgando de un árbol. Todos salieron ilesos y atribuyeron el milagro a Santa Úrsula.
 
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