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Lápida en Basílica de Santa Ursula en Colonia, Alemania
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miércoles, 26 de septiembre de 2012

Gratia Undécima Mille: El culto de las Once Mil Vírgenes en Colonia


Universidad de Florida | Journal of Undergraduate Research | Volumen 13, Número 1 | Otoño 2011



Eleanor O. H. Deumens
Colegio de Artes Liberales y Ciencias de la Universidad de Florida.

 El culto a las santas cristianas de”las Once Mil Vírgenes” es una parte importante de la historia y cultura de Colonia. En el siglo XII, varios eventos transformaron el culto: la leyenda de las vírgenes fue reescrita y publicada ampliamente como Regnante Domino, en segundo lugar, un enorme alijo de reliquias religiosas fue descubierto fuera de Colonia y, por último, la leyenda se cambió de nuevo por la mujer visionaria Elisabeth von Schönau. Debido a la estrecha relación entre el culto y la ciudad, estos acontecimientos cambiaron la identidad de Colonia. Esta ciudad era ya un importante centro económico y político, llegando a ser conocida como “la ciudad protegida por un ejército de santas” y como un lugar de peregrinación y fuente de reliquias que rivalizaban con la propia Roma.

"Por la gran virtud y majestad del martirio de las celestes

vírgenes, que de ese modo le instaban inminentes, Clematio,

varón clarísimo, viniendo de oriente para llevar a cabo el voto

prometido, volvió a construir desde los cimientos, en el mismo

lugar y con sus propios medios, esta basílica."(1).

Así reza la inscripción en latín en la pared sur de la Iglesia de Santa Úrsula en Colonia. Con fecha como el siglo cuarto o menos, esta inscripción es la evidencia más antigua sobreviviente del culto de las Once Mil Vírgenes, las cuales se convirtieron en santas muy importantes para el pueblo de Colonia, en calidad de patronas espirituales y protectoras para la ciudad.

En la sociedad cristiana medieval, la veneración de un santo en particular por una comunidad, familia o persona era cosa común. Tales cultos de los santos estaban basados en la creencia en una relación recíproca entre la persona en la tierra y el santo en el cielo: a cambio de la devoción y la oración, el santo concedía milagros. A menudo había una conexión física con el santo en forma de un hueso, un poco de pelo, o una prenda de ese santo. Esta reliquia canalizaba el poder del santo, y se creía que el santo residía efectivamente en el interior del objeto. Otro aspecto importante del culto a los santos fue la vita del santo o passio, un relato de la vida y de la muerte del santo. Esta historia legendaria fue la voz del culto, contándole al mundo de la gran santidad del santo y confiriendo honor a las personas y lugares relacionados con el santo. Por otra parte, un individuo o una comunidad a menudo vinculaban su identidad a la de su santo patrón (2). La relación del papado con San Pedro es un ejemplo destacado de esto. En el caso de las Once Mil Vírgenes y Colonia, la ciudad creó y manifestó una identidad única a través de su relación con este específico culto a las santas.

Este artículo explora la relación entre la ciudad y el culto a las santas mediante el análisis de tres eventos de transformación en el culto de las Once Mil Vírgenes durante el siglo XII. El primer evento fue la publicación del Regnante Domino, que infundió la leyenda de Úrsula con un sentido de aventura y grandeza para que coincida con el creciente poder y el prestigio de Colonia. En segundo lugar, se descubrió un cementerio a las afueras de la ciudad, que fue identificado como la tumba de las Once Mil Vírgenes, proporcionando a Colonia un tesoro escondido de reliquias religiosas. Por último, la leyenda fue enmendada por una monja visionaria llamada Elisabeth von Schönau, quien presentó las Once Mil Vírgenes, como un modelo de la sociedad cristiana ideal. Cada uno de estos acontecimientos se produjo a causa de las amplias influencias sociales, culturales, religiosos, económicas o políticas, y cada una tenía un impacto en la identidad de Colonia como una rica comunidad urbana y un centro cristiano igual a Roma o Jerusalén.

Colonia ha sido importante tanto política como económicamente desde la época del imperio romano (3). Durante los siglos X y XI, Colonia "se convirtió en la principal ciudad comercial en Alemania"(4). La ciudad tenía una fuerte industria textil y metalúrgica, una casa de moneda que producía la moneda más estable de la región, y una clase comerciante rica y poderosa (5). También en ese tiempo, el emperador del Sacro Imperio, cuyo imperio abarcaba lo que hoy es Alemania, Austria e Italia, otorgó al arzobispo de Colonia, un gran territorio para ser administrado como feudo. Además, el arzobispo llegó a ser uno de los siete príncipes electores que elegían al gobernante del Sacro Imperio Romano (6).

Teniendo en cuenta la creciente riqueza e influencia de Colonia, no es de extrañar que las santas patronas de la ciudad, las Once Mil Vírgenes, también hayan sido concebidas en el siglo XII en una escala mayor que nunca antes. Alrededor de 1100, una nueva versión ampliada de la leyenda, conocida hoy en día como Regnante Domino, fue publicada por un monje anónimo (7). Este relato de la “passio” cuenta la historia de una bella princesa cristiana de Gran Bretaña llamada Úrsula. Devota de Cristo desde su niñez, ella pacta para retrasar su matrimonio con un príncipe pagano hasta que se haya completado una peregrinación a Roma y su prometido se haya bautizado como cristiano. A Úrsula le dan once compañeras vírgenes, cada una con mil vírgenes en su comitiva, que la acompañarán en su viaje sagrado. En su camino de regreso a casa desde Roma, sin embargo, Úrsula y su compañía se detuvieron en Colonia, que estaba sitiada por los hunos. Antes de que pudieran escapar, los hunos asesinan casi toda la compañía. El líder de los hunos detiene la masacre tan pronto ve a Úrsula, impresionado por su belleza y nobleza. Le pide que se case con él, y cuando ella lo rechaza, ya que no quiere abandonar su compromiso con Cristo, él le dispara con una flecha y mata a sus compañeras sobrevivientes. El martirio de las vírgenes abrió el camino para un milagro: Dios envió una visión temerosa a los hunos en donde "líneas de batalla de soldados armados los perseguían a ellos", llevándolos lejos (8). Así que las vírgenes, a través de su sacrificio, fueron cruciales para la salvación de Colonia. La gente del pueblo pagó esta deuda venerando a las vírgenes partir de ese momento, dando así nacimiento al culto de las Once Mil Vírgenes de Colonia.

La Regnante Domino se lee más como una historia de aventuras o un poema épico en lugar de la pasión de un mártir heroico en particular. Úrsula es diferente de otros santos cristianos debido a sus compañeras: actúan como una unidad cohesiva, una comunidad de mártires, y un ejército de soldados para Cristo. El autor anónimo es capaz de evocar deliberadamente las imágenes y el idealismo de la exitosa Primera Cruzada (1095-1099) mediante describir a las vírgenes como "la tropa de solteras", "un ejército virgen" y "las más fieles camaradas de armas” (9). El paralelo con las Cruzadas se enfatiza aún más por el lenguaje de la opulencia y grandeza que el autor utiliza para describir las vírgenes. Al emprender su viaje, la princesa y su séquito de "aparentemente innumerable doncellas" están equipadas en "esplendor real", y los buques construidos para llevar a cabo su peregrinación eran "suntuosamente" decorados con "oro, plata y bronce” (10). Este tema de la opulencia recuerda las grandes riquezas que los cruzados obtuvieron en el saqueo de la Tierra Santa, pero en lugar de la riqueza terrenal, el martirio de las vírgenes es el" tesoro incomparable "ganado al final de la historia. (11). Los cristianos medievales valoraban el ganar un lugar en el cielo por encima de todo, y el martirio fue considerado como el camino más seguro a la compañía de los bienaventurados. Las reliquias o el cuerpo de un mártir, porque crea un vínculo directo con esa compañía en el cielo, también eran extremadamente valiosas (12). En la Regnante Domino, las imágenes de las joyas y las flores se utilizan para expresar la preciosidad del sacrificio de las vírgenes. Úrsula se describe como "una perla celestial. . . purificada por la púrpura real de su propia sangre "y como un" jarrón de flores maravilloso del Señor. . . [Brillando] blanquecino con los lirios de la virginidad"(13). Colonia, salvada por el sacrificio de las mártires, es todavía mucho más bienaventurada porque ha recibido el tesoro de miles de santas patronas.

En la Regnante Domino no sólo se refleja la grandeza y el prestigio de la política y económicamente poderosa Colonia, sino también la influencia en la identidad de Colonia como un centro religioso. A través de la construcción consciente de paralelismos con las Cruzadas, la Regnante Domino retrata
a Colonia como la Jerusalén alemana, el destino de un ejército de peregrinas que fueron martirizados en defensa de la ciudad cristiana contra la horda bárbara. Parece que el mundo estaba dispuesto a reconocer la preeminencia de Colonia. Por ejemplo, el inglés William de Malmesbury describe Colonia como "la más grande ciudad, la capital de toda Alemania, llena de bienes materiales y repletas con el patrocinio de las santas "(14). Tan sólo unos pocos años después de la finalización de la Regnante Domino, el tesoro de Colonia de las mártires se volvió material cuando durante la construcción de una nueva muralla de la ciudad se descubrió un gran cementerio, identificado posteriormente como la tumba de las Once Mil Vírgenes descritas en la Regnante Domino (15). El abad Gerlach del monasterio benedictino de Deutz, justo al otro lado del río Rin desde la ciudad, empezó la exhumación de los cuerpos de las vírgenes en 1156 (16).



Las reliquias de las Once Mil Vírgenes,
expuestas en la Cámara de Oro,
Basilica de Santa Ursula, Colonia Alemania.

El significado de este descubrimiento radica en la importancia de las reliquias religiosas, por lo general los huesos de un santo o la ropa, en el Culto cristiano de los santos (Figura 1). A través de sus reliquias, los santos podían otorgar bendiciones y milagros de curación y protección a cambio de las oraciones y devociones de una comunidad. La posesión de las reliquias de un santo confiere gran importancia a una ciudad o una iglesia. Los milagros que rodean las reliquias atrajo a peregrinos de toda Europa, lo que no sólo aumentó la importancia religiosa un lugar, sino también impulsó la economía local (17). Debido a que las reliquias eran tan importantes, el pillaje de las mismas y el aparecimiento de reliquias fraudulentas se volvió algo frecuente. Como Patrick Geary dijo, "las reliquias eran excelentes artículos de comercio": ya que eran generalmente pequeñas, fáciles de transportar y beneficiosos para los compradores, los vendedores y las autoridades locales (18).

Aunque algunos acogían con entusiasmo la autenticidad de las reliquias que habían sido exhumadas del cementerio de Colonia -uno de esos entusiastas era Thioderic, un monje de Deutz que dejó un relato en primera persona del proceso de exhumación- el abad Gerlach albergaba dudas sobre la autenticidad. De acuerdo con la Regnante Domino, que se había convertido en el texto de referencia para el culto, la compañía de las Once Mil Vírgenes de Colonia incluyó sólo a mujeres vírgenes jóvenes. Entre los huesos que se encuentran en este cementerio, sin embargo, aparecieron los cuerpos y las tabletas de identificación ("Títulos") de hombres y los niños. De hecho, muchos eran clérigos prominentes, incluso un Papa, ninguno de los cuales fueron mencionados en la Regnante Domino (19). El abad Gerlach, por lo tanto, buscó una autoridad superior para dar cuenta de los huesos anómalos y certificar la autenticidad de las reliquias.

 Gerlach se volvió hacia Elisabeth von Shönau, una monja benedictina joven reconocido como una visionaria, para validar las lápidas descubiertas junto a las reliquias. Un compañero benedictino, Gerlach puso la confianza en Elisabeth para descubrir la verdad, porque ella era muy reconocida por tener acceso exclusivo a los habitantes del cielo, recibiendo visitas personales de ellos en sus visiones (20). Como explica Elisabeth:

El esperaba que algo acerca de [las reliquias] pudiera ser revelado a mí por la gracia de Dios, y él quería que se confirmara a través de mí si debía o no ser creído. De hecho, él sospechaba que los descubridores de los cuerpos de las santas podrían haber obtenido astutamente esos títulos inscritos con fines de lucro (21).

Al parecer, ambos, Gerlach y Elisabeth mostraron cautela de que fueran reliquias falsas.
Cuando el abad Gerlach pidió a Elisabeth que validara las reliquias, él estaba elevando en Colonia a través de los poderes de ella como visionaria, enviándole de dos de las reliquias de las santas junto con las lápidas de piedra de las tumbas. Una de esas santas, Verena, contactó a Elisabeth en una serie de visiones, respondiendo a sus preguntas tímidas sobre los mártires de Colonia. Las visiones fueron publicadas en un volumen titulado El Libro de las Revelaciones acerca de la Compañía sagrada de las vírgenes de Colonia.

El Libro de las Revelaciones representaron los numerosos restos masculinos encontrados entre las vírgenes, resaltando la importancia de la familia para la iglesia. Los hombres que estaban emparentados con relaciones de sangre fueron considerados como compañía aceptable de las vírgenes, tanto en la doctrina eclesiástica como en las reglas monásticas. Elisabeth muestra muchos ejemplos de lazos familiares entre las vírgenes mártires y sus compañeros masculinos. Por ejemplo, los dos santos cuyas reliquias fueron enviadas a Schönau, Verena Lucía y San Cesáreo, eran primos (22). Del mismo modo, el arzobispo James y el obispo Maurisus, quienes se unieron a las vírgenes después de encontrarse con ellas en Roma, ambos tenían sobrinas en la sagrada compañía (23). La propia tía de Santa Úrsula, una mujer formidable llamado Gerasma ", las guió y al final tuvo que soportar el martirio con ellas"(24). En efecto, Santa Verena, recién instaurada como santa patrona de Schönau, era prima de la mismísima Santa Úrsula (25). Otra importante adición a la leyenda de Úrsula es la historia ampliada de Etherius un joven rey, pagano novio de Úrsula, que recibe una visión de Dios urgiéndole a reunirse con su novia en el martirio después de que él es bautizado (26). El énfasis de Elisabeth en los lazos familiares pone el ideal del amor por la familia, ya sean parientes consanguíneos o compañeros en la propia iglesia o de una orden religiosa, al frente de la narrativa.

El descubrimiento más problemático del abad Gerlach entre las tumbas de Colonia era el cuerpo de un Papa Ciriaco, que no figuraba ni en la Regnante Domino ni en los registros de nombres de los Papas (27). De acuerdo a las visiones de Elisabeth, Ciriaco fue el Papa que le dio la bienvenida a Úrsula y su compañía en Roma. En otro ejemplo de los lazos de sangre y parentesco, “él llegó de la tierra natal[de las vírgenes]" y "tenía muchos parientes entre [ellas]"( 28). La noche después de las vírgenes llegaron a Roma, el Papa recibió una visión de Dios que le decía que se uniría a estas vírgenes en el martirio. La razón de que su nombre no aparece en los registros papales se debe al hecho de que sólo permaneció en la sede apostólica por alrededor de un año antes de su abdicación repentina, y porque él abandonó el papado tan abruptamente los cardenales lo habían borrado de los registros. Ellos "creían que no estaba en su sano juicio al pretender dejar la cátedra pontificia por ir tras unas fatuas mujerzuelas"(29).

Elisabeth hace hincapié en que las vírgenes no sólo recibían el apoyo de hombres y mujeres, sino que también estaban adecuadamente protegidas cuidadas y atendidas por el clero. Este es un aspecto importante de la comunidad cristiana para Elisabeth y otros de su siglo que sintieron que la iglesia estaba corrompida y el clero, especialmente el Papa, estaban fallando en sus deberes pastorales (30). En el Libro de las Revelaciones, la figura del Papa Ciriaco se erige como un ejemplo del líder de la iglesia perfecta, el buen sacerdote, en contraste con el Papa moderno acusado de corrupción y negligencia.

Se retratan también las figuras seculares de autoridad como un apoyo a la vocación religiosa de estas mujeres y como aliadas de la Iglesia. Debido al hecho de que muchos de la compañía son de linaje real, la realeza está fuertemente asociada con la santidad en el Libro de las Revelaciones. Más ilustrativos son los relatos sobre del padre de Úrsula, Mauro, y su prometido, Etherius. Maurus no sólo permitió que su hija aplazara un matrimonio de estado con esta peregrinación, pero también la proveyó con once naves en las que Úrsula básicamente se enclaustra ella misma. El rey Etherius, que era novio de Úrsula, sale de su reino a unirse Úrsula (31). En las visiones de Elisabeth, los ámbitos secular y religioso carecen de definición, por lo que reyes y papas abandonan sus tronos para sufrir el martirio al lado de Úrsula. En el ideal de la sociedad Cristiana, este servicio a Dios sobre todas las cosas era fundamental.

 Esta historia debe haber resonado fuertemente en la opinión del siglo XII, sobre todo en Colonia. Esa ciudad había sobrevivido a numerosos enfrentamientos entre la Iglesia y las autoridades civiles, especialmente la rebelión de los comerciantes contra el arzobispo Anno II en 1074 y la breve guerra civil entre Enrique IV y su hijo, respaldado por el Papa, que había amenazado a Colonia en particular (32). Lo que el culto de las Once Mil Vírgenes, recién transformado por las visiones de Elisabeth, ofreció a Colonia fue un ideal, una meta hacia la cual la gran ciudad podía aspirar.

Con los acontecimientos del siglo XII, la Regnante Domino, la elevación de las reliquias, y el Libro de las Revelaciones, el culto a las once mil vírgenes se expandió por toda Europa desde Inglaterra a Italia y mantuvo su gran popularidad por los siglos (33). Cien años después de las visiones de Elisabeth von Schönau, la leyenda de Úrsula se reimprimió en la Leyenda Dorada de Jacobus de Voragine, una colección popular y ampliamente distribuida de la vida de los santos. La historia no ha cambiado desde la adaptación de Elisabeth de la Regnante Domino (34). Aún en el siglo XV, Úrsula y sus compañeras seguían siendo miembros importantes de la liturgia católica. La leyenda se volvió a publicar de nuevo en 1485 en una traducción al inglés, y el gran explorador italiano Cristóbal Colón llamó las Islas Vírgenes en memoria de ellas, ya que le pareció como si hubiera muchas islas flotando en el océano (35).



Escudo Municipal, del siglo XVI, en la exhibición
en Kölnisches Stadtmuseum, Colonia, Alemania.

 Sin embargo, el corazón del culto fue siempre Colonia. Esa ciudad fue el lugar donde las vírgenes habían sido martirizadas, el lugar de nacimiento del culto, y la fuente de sus reliquias religiosas. En todas las otras partes de Europa, se les conoce como las Once Mil Vírgenes de Colonia, y la ciudad se hizo famosa como "la más grande ciudad. . . de toda Alemania. . . . henchida con el patrocinio de las santas"(36). En muchos sentidos, el culto fue también el corazón de Colonia: la relación entre las santas vírgenes y la ciudad forman una parte importante de la identidad de Colonia. En efecto, Colonia orgullosa muestra once marcas por cada mil de esas vírgenes en su escudo municipal. Un centro económico próspero hogar de mercaderes tan ricos y competitivos a los que se prohibió el acceso a los mercados italianos y los acuñadores de la moneda más estable en Alemania, Colonia dominó una riqueza material increíble, y sin embargo, sus mayores tesoros fueron sus santas patronas. Cuando ya era uno de los principales arzobispados en el Sacro Imperio Romano, Colonia se convirtió en uno de los centros más importantes de la religión católica en Europa, comparable a Roma y Jerusalén, debido a su relación con las Once Mil Vírgenes.

NOTAS

 1 Inscripción de Clematius, alrededor del año 400. Archivum: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras.Universidad de Oviedo. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Oviedo. División de Filología, Universidad de Oviedo. Facultad de Filología (pag. 460-461)

2 Para más información sobre los cultos de los santos y el cristianismo medieval, véase H. Adriaan Bredero, el cristianismo y el cristianismo en la Edad Media: las relaciones entre religión, Iglesia y sociedad, trad. Reinder Bruinsma (Grand Rapids: William B. Eerdmans Publishing Company, 1994), Peter Brown, el culto a los santos: su surgimiento y función en la cristiandad latina (Chicago: University of Chicago Press, 1981), Patrick J. Geary, Furta Sacra : el robo de reliquias en la Edad Media central (Princeton: Princeton University Press, 1978), Herbert Grundmann, movimientos religiosos en la Edad Media, trad. Steven Rowan (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1995);. Anneke B. Mulder-Bakker, ed, La invención de la santidad, Routledge Studies in Medieval Religión y Cultura (Londres: Routledge, 2002), y Miri Rubin, ed ., el cristianismo medieval en la práctica (Princeton: Princeton University Press, 2009).

3 Véase Paul Strait , Colonia en el siglo XII, (Gainesville: University Presses of Florida, 1974).

4 Ibid., 19.

5 Horst Fuhrmann, Alemania, en la alta Edad Media c. 1050-1200, trad. Timoteo Reuter (Cambridge: Cambridge University Press, 1986), 24-27; Joseph P. Huffman, Familia, Comercio y religión en Londres y Colonia: anglo-alemanes emigrantes, c. 1000-c. 1300 (Cambridge: Cambridge University Press, 1998), 11; Strait, 18-43.

6 Véase Otis Mitchell, Dos Coronas alemanas: Monarquía e Imperio en la Alemania medieval, (Bristol: Wyndham Hall Press, 1985), Furhmann y estrecho.

7 Pamela Scheingorn y Thiébaux Marcelle, "Introducción" a La Pasión de Santa Úrsula [Regnante dominó], trad. Pamela Sheingorn y Thiebaux Marcelle (Toronto: Peregrina Publishing Co., 1990), 8.

8 La Pasión de Santa Úrsula [Regnante dominó], 30.

9 Ibíd., 28.

10 Ibid., 20-21.

11 Ibíd., 30.

12 Para un análisis de este tema, consulte Adriaan H. Bredero, Peter Brown, Patrick Geary, Anneke Mulder-Bakker, y Rubin Miri.

13 La pasión de Santa Úrsula [Regnante dominó], 28. Por cierto, la segunda imagen también hace hincapié en la cohesión del grupo de las once mil vírgenes en que el vaso mantiene unidos todos los lirios de las mártires.

14 Huffman, 10. Huffman da el original latino en la nota 11 de la página (la traducción es mía): ". Colonia est civitas maxima, totius Germaniae metropolis, conferta mercimoniis, referta sanctorum patrociniis"

15 Montgomery 15, 19-20; Huffman, 208.

16 Thioderici, Incipiunt Revelationes Titulorum, MGH, SS, vol 14, 569.

17 Para la importancia de las reliquias, ver Peter Brown, Bredero Adriaan, Geary Patrick, Furhmann Horst, etc

18 Geary, 63.

19 Anne Clark, "Introducción" a Elisabeth y Anne L. Clark, Isabel de Schönau: The Complete Works, traducido y presentado por Anne L. Clark, Prefacio de Barbara Newman (Nueva York: Paulist Press, 2000), 18-19.

20 Anne L. Clark, Isabel de Schönau: del siglo XII Visionary (Philadelphia: University of Pennsylvania Press, 1992), 37-40.

21 Elisabeth, Obras Completas, 215.

22 Ibid., 214.

23 Ibid., 218-19.

24 Ibid., 224.

25 Ibid., 226.

26 Ibid., 221.

27 Huffman, 209.

28Elisabeth, Obras Completas, 217.

29 Ibid., 217.

30 Para más información sobre pre-Reforma levantamientos religiosos, véase Herbert Grundman y Bredero Adriaan, la cristiandad y el cristianismo en la Edad Media.

31 Elisabeth, Obras Completas, 220.

32 Véase Horst Fuhrmann, 110 y Paul Estrecho, 30-31.

33 Véase Joseph Huffman y Montgomery Scott.

34 Jacobus de Voragine, La leyenda dorada de Jacobus de Voragine, trad. Ganger Ryan y Helmut Ripperger (New York: Longmans, Green and Co., Inc., 1941).

35 Karen A. Winstead, Pasiones Casto: Medieval Legends inglés virgen y mártir (Ithaca: Cornell University Press, 2000), 164-169 y Montgomery, 40-41.

36 Guillermo de Malmesbury, citado en Huffman, 10.



Artículo publicado con permiso de su autora, Eleanor O. H. Deumens
miembro del Colegio de Artes Liberales y Ciencias de la Universidad de Florida.



domingo, 9 de septiembre de 2012

Sobre la Leyenda Dorada de Santiago (o Jacobo) de Vorágine

Hay libros que pese a tener una importancia capital en la cultura de nuestro mundo, apenas son conocidos, y desde luego sus autores casi no llegan al mundo de la cultura popular pese a haber contribuido de un modo imprescindible con sus obras a hacer nuestro mundo como es.
 

SINTESIS: La Legenda áurea (donde se encuentra la historia de las once mil vírgenes) fue creada con la intención de propiciar la religiosidad popular, y cumplió su propósito, pero a costa de la verosimilitud y la fidelidad histórica.

Este estudio está tomado del web: http://dinamis.avmradio.org/

El EQUIPO DINAMIS hace años que se dedica a la animación y formación de grupos de educadores y catequistas, grupos de oración y a la catequesis infantil, familiar y de adultos, para poner al alcance de quien lo desee el material que ha sido objeto de los cursos que han impartido durante estos últimos años. Los ejes de su trabajo han sido EL ARTE, LA BÍBLIA Y EL SÍMBOLO desde el punto de vista hermenéutico y especialmente de la CATEQUESIS BÍBLICO-SIMBÓLICA.

BIOGRAFIA DEL AUTOR DE "LA LEYENDA DORADA"

Beato Santiago de Vorágine
Nombre Jacopo della Voragine
Nacimiento c. 1230 Varazze
Fallecimiento 13 ó 16 de julio de 1298 ó 1299 Génova
Venerado en Iglesia católica romana
Beatificación 1816, Pío VII
Santiago de la Vorágine es el nombre españolizado del beato Jacopo da Varazze o Jacopo della Voragine (en latín Jacobus de Voragine) (Varazze, 1230 - Génova, 1298), hagiógrafo dominico italiano.

Fue obispo de Génova entre 1292 y 1298. Escribió una crónica de la ciudad de Génova, y es considerado como autor de la La leyenda dorada, la más célebre recopilación de leyendas piadosas en torno a los santos y desde luego la más influyente en la iconografía pictórica y escultórica de los mismos.

En 1244 tomó los hábitos de la Orden de los Predicadores, fundada por Domingo de Guzmán. Tras pasar por las etapas habituales de novicio y profeso, enseñó Escritura y Teología desde 1252 en las casas de su orden y obtuvo un cierto éxito como predicador en los más altos púlpitos del norte de Italia.

Fue elegido provincial de Lombardía en 1267, conservando este cargo hasta 1286, en que se convirtió en definidor de la provincia lombarda de los dominicos. Fue representante de su provincia en los capítulos de Lucca (1288) y de Ferrara (1290) y el papa Nicolás IV le encargó pedir la destitución de Munio de Zamora, maestre de la Orden de los Predicadores desde 1285, que sería, en consecuencia, destituido por una bula pontifical fechada el 12 de abril de 1291.
En 1286, a la muerte del Arzobispo de Génova Carlos Bernard, es propuesto como su sucesor, pero se niega a aceptar el cargo y queda en su lugar Obizzo Fieschi, Patriarca de Antioquía, quien fue transferido a la Sede de la arquidiócesis de Génova por Nicolás IV, en 1288.
En 1288, la ciudad de Génova envió a Santiago de la de Vorágine ante el papa para pedir la liberación de los genoveses de la excomunión a que se les había condenado por apoyar a los sicilianos contra el rey Carlos II de Nápoles y Sicilia.
A la muerte de Obizzo Fieschi, es elegido arzobispo por segunda vez y acepta la dignidad. En 1292, Nicolás IV lo llamó a Roma para consagrarlo pero, al llegar, se lo encontró gravemente enfermo y falleció sin haberlo consagrado, por lo que fueron los cardenales del cónclave sucesorio los que realizaron el acto.

En su cargo, Santiago de la Vorágine multiplicó sus esfuerzos por reconciliar a güelfos y gibelinos, lo que consiguió en enero de 1295. También participó, como enviado del papa, en las intermediaciones del conflicto que opuso Génova a Venecia. Poco antes de su muerte, ordenó que el dinero destinado a sus funerales fuera repartido entre los pobres.
Santiago de la Vorágine comenzó a escribir la Legenda aurea o Leyenda dorada en 1250 (el primer
manuscrito aparecido es de 1260) y se dedicó a esta tarea hasta 1280. En algunas de sus primeras ediciones, la Legenda aurea se tituló Lombardica Historia, originando una falsa idea de tratarse de trabajos distintos, debido a que de la Voragine dedica el segundo y último capítulo de su obra, a la vida del papa Pelagio, incluyendo un resumen de la historia de los lombardos, hasta 1250.
La obra está compuesta por 177 capítulos (182, según algunos estudiosos). Está dividido en cinco apartados de acuerdo con el año litúrgico: de Adviento a Navidad, de Navidad a Septuagésima, de Septuagésima a Pascua, de Pascua a la Octava de Pentecostés, y de la Octava de Pentecostés de nuevo al Adviento.

No podemos evaluar a la Leyenda áurea como un documento histórico apegado a la narración de hechos reales, pues el objetivo principal de Jacopo de la Voragine y de otros hagiografístas medievales, no fue el redactar biografías fidedignas o escribir tratados científicos para eruditos, sino libros de devoción para la gente común, que estaba inmersa en la creencia inquebrantable, de la omnipotencia de Dios y su cuidado paternal, que los llevaría a alcanzar una vida santa. Por lo tanto, "La leyenda Dorada" ofrecía a través de su páginas, la posibilidad de conocer modelos de vida dignos de ser emulados.

La Legenda áurea fue creada con la intención de propiciar la religiosidad popular, y cumplió su propósito, pero a costa de la verosimilitud y la fidelidad histórica, como denunciaron los humanistas Juan Luis Vives y Melchor Cano. Aunque, sin duda, hay que tener en cuenta que el sentido medieval de la historia era distinto que el de la Edad Moderna. De muchas historias no hay fuente comprobada (aunque se esfuerza por citar muchas veces autores en los que supuestamente se basa) y no existe sentido crítico alguno sobre los hechos, acumulados de forma heterogénea y sin discernimiento, de forma que incluso es posible encontrar alusiones a hechos de la vida de Buda en la historia de Barlaam y Josafat. En algunas de sus historias toma datos de textos apócrifos.
El prestigio de la obra fue sin embargo inmenso entre los artistas, que utilizaron sus conmovedoras
narraciones para pintar y esculpir escenas devotas a lo largo de la Edad Media, el Renacimiento y el Barroco.
El culto de Jacopo de Voragine parece haber comenzado poco después de su muerte, en el año de 1298, y fue ratificado por el papa Pío VII en 1816. El mismo Papa permitió al clero de Génova, Savona y a la totalidad de la Orden de Santo Domingo, celebrar su fiesta, como la de un santo.


LA LEYENDA DORADA
 
Como Leyenda dorada o, en latín, Legenda aurea se conoce a una compilación de relatos hagiográficos reunida por el dominico Santiago (o Jacobo) de la Vorágine, arzobispo de Génova, a mediados del siglo XIII. Titulada inicialmente Legenda Sanctorum ("Lecturas sobre los Santos"), fue uno de los libros más copiados durante la Baja Edad Media y aún hoy existen más de un millar de ejemplares incunables.

Con la invención de la imprenta, dos siglos más tarde, su reputación se había consolidado y antes del fin del siglo XV aparecieron numerosas ediciones impresas.
El texto original, redactado en latín, recoge leyendas sobre la vida de unos 180 santos y mártires cristianos a partir de obras antiguas y de gran prestigio: los propios evangelios, los apócrifos y escritos de Jerónimo de Estridón, de Casiano, de Agustín de Hipona, de Gregorio de Tours y de Vicente de Beauvais. Junto con ellas, presenta una explicación basada en los evangelios de las fiestas del calendario litúrgico, así como una breve historia de la cristiandad en Lombardía, que le valió el nombre de Lombardica Historia.

La intensidad de los relatos, preocupados menos por la fidelidad histórica y filológica —ofreciendo, por ejemplo, etimologías fantásticas similares a las de Isidoro de Sevilla— que por la intención doctrinaria y ejemplificadora, fue sin duda una de las principales razones del éxito de la Legenda. Buena parte de las escenas de martirio que llegarían a poblar el repertorio iconográfico de Occidente alcanzaron difusión de este modo, como las conocidas escenas del martirio del apóstol Bartolomé y de Sebastián Mártir o el combate de Jorge de Capadocia y el dragón. Del mismo modo que la progresiva elaboración de las biblias pictóricas en las catedrales, la Legenda fue elaborada como una herramienta para la difusión de la fe a través de imágenes vívidas, más cercanas a la experiencia del vulgo que las dificultosas parábolas bíblicas.

El éxito de la Legenda condujo también a numerosas ediciones en las copias manuscritas. Así, se han conservado ejemplares del siglo XV en que las 180 historias que constan en el manuscrito más antiguo conservado —un ejemplar de 1282, parte del fondo de la biblioteca Estatal de Munich— se habían duplicado. Otras leyendas, consideradas inverosímiles por el copista, se fueron suprimiendo
progresivamente.
.
La leyenda dorada en la colonización española en América.

El término leyenda negra se aplica al punto de vista de muchos historiadores sesgado en contra de las actuaciones de Castilla (y España a partir del emperador Carlos I de España) en Europa y en la conquista y colonización de América. El origen de tal término (en la obra de Julián Juderías y Loyot) es la contraposición con las hagiografías contenidas en la leyenda dorada. Posteriormente, sobre todo en el ámbito americano, por una nueva contraposición se denominó leyenda dorada o leyenda rosa a una visión favorable o apologética de los procesos de colonización.

 
 


miércoles, 5 de septiembre de 2012

Santa Ursula, entre la historia y la leyenda

Este artículo está copiado de la siguiente página del blog Preguntas Santoral:
 Apoteosis de Santa Úrsula, obra de Vittore Carpaccio (1491).
Gallerie della Accademia, Venecia (Italia).
En lo que conocemos acerca de Santa Úrsula –también llamada Santa Ulla-, en su vida y martirio, se mezclan la historia y la leyenda. La primera passio de la que se tiene conocimiento fue escrita en el año 975, pero el mismo documento asegura que los hechos narrados “fuit tempore vetusto”, es decir, ya eran antiguos por aquel entonces. Esto podría confirmar las teorías que sitúan a esta mártir en torno al siglo IV de nuestra era, y no el VIII o el IX como tradicionalmente se ha venido creyendo.

Esta passio del año 975 –atribuida al monje Enrique de San Bertino- contiene una primera aproximación básica de lo que ha venido siendo la tradicional leyenda de la Santa: ella era la hermosa y piadosa hija de un rey bretón, que después de haber consagrado a Dios su virginidad, fue pedida en matrimonio por Etéreo (Aetherius) que era hijo de un rey pagano. Como una respuesta negativa por parte de Úrsula hubiese conducido a la guerra, ella, aconsejada por un ángel durante un sueño, pidió una tregua de tres años para tomar la decisión definitiva e hizo prometer a su futuro esposo que abrazaría la fe cristiana antes del matrimonio. Acabada la tregua, huyó por mar en once barcos acompañada de once mil compañeras, pero una gran tormenta las hizo adentrarse por el estuario del río Waal y llegaron hasta Colonia. Allí de nuevo se le apareció el ángel y le profetizó que serían todas martirizadas en aquel mismo lugar en el plazo de un año, y le aconsejó peregrinar a Roma. De modo que navegaron el Rhin hasta Basilea y desde allí, a pie, alcanzaron Roma. En el plazo establecido por el ángel regresaron por el mismo lugar a Colonia, recién conquistada por los hunos, que las mataron a todas. Úrsula, en concreto, fue atravesada por una flecha al no querer desposarse con el cabecilla de los hunos. Gracias al sacrificio de las doncellas por la fe y la pureza, Colonia fue liberada de los enemigos que huyeron poco después. Los habitantes de la ciudad recuperaron sus cuerpos y un hombre llamado Clemacio (Clematius), venido de Oriente, construyó una basílica en el mismo lugar del martirio.

Hasta aquí la información dada en la passio de 975. Pero en el siglo XI aparece una nueva passio que básicamente es la misma, aunque con algunos añadidos, y ésta llegó a hacerse más popular que la primera. En ella es donde aparece por vez primera un Papa de nombre Ciríaco, que habría sufrido martirio con Úrsula –la justificación de su no aparición en la lista de Papas venía por un dato en la leyenda, según el cual, al dejar voluntariamente la Sede por sufrir el martirio contrariamente a las opiniones de sus consejeros, no fue honrado ni recordado por sus sucesores-. Posteriormente la leyenda conoció mayor desarrollo con las revelaciones de la Beata Isabel de Schönau (De Exercitu Virginum Coloniensium) y con añadidos por parte de otros autores, principalmente germánicos.
Por tanto, aunque se puede concluir que la leyenda de Santa Úrsula y compañeras mártires no es más que eso, una leyenda, ésta tiene un primitivo núcleo de carácter histórico. Éste se prueba por una inscripción en el coro de la iglesia de Santa Úrsula en Colonia, que dice: “Clematius, senador venido del Oriente por inspiración divina, construyó con su propio dinero esta basílica, a fin de cumplir el voto realizado al enterarse de tamaño sacrificio”.



Vista de la Cámara Áurea, lugar donde se concentran la mayoría de las presuntas reliquias de la Santa y compañeras. Iglesia de Santa Úrsula, Colonia (Alemania).

Han existido diversas controversias sobre esta inscripción, sin embargo hoy día es admitida como auténtica y ha venido a fecharse entre los siglos IV-V, lo que probaría la antigüedad del martirio de un grupo numeroso de vírgenes en Colonia. Las excavaciones más recientes en esta iglesia han demostrado que fue construida sobre un cementerio romano. Cuando en el año 1106 fue ampliada la ciudad de Colonia, fue hallado junto a la iglesia un cementerio (Ager Ursulanum), cuyos restos humanos fueron considerados como pertenecientes a las mártires: aquí empezó el reparto de cráneos y huesos por toda Europa.


Martirio de Santa Úrsula y compañeras. Óleo de Filippo Vitale, colección privada.

Se acepta como cierto que la época en que fue martirizada Úrsula gira en torno al año 304, en tiempos de Diocleciano, y por lo que respecta al número de sus compañeras, la tradición antigua no dice nada explícitamente. A finales del siglo VIII es cuando se habla de once compañeras, y dos siglos más tarde, en la passio de 975, ya se habla de once mil compañeras. El por qué de semejante alteración –bárbaramente exagerada, por sentido común- lo podríamos ver en la mala lectura de la cifra escrita en números romanos (XI, undecim) que fue erróneamente leída como once mil (undecimilia) por haber alguien sobrepuesto a esta cifra la barra transversal que indicaría el millar.

Se sabe que Úrsula fue martirizada junto a algunas compañeras, pero en realidad no se conoce el número de éstas: ni once, ni mucho menos once mil. A partir del siglo IX, las compañeras, aun cuando no se precisaba el número definitivo, empiezan a ser dotadas de nombre: Britola, Marta, Ana, Saula, Sambacia, Saturnina, Gregoria, Pinosa, Paladia… ninguno de estos nombres es original ni auténtico, porque si no se conoce el número exacto de compañeras, mucho menos los nombres de éstas –y he aquí el por qué es enteramente ridículo disponer de una lista de nombres y pretender que sea auténtica-.

En el año 867 se asegura que junto a la iglesia original -destruida durante un incendio y sobre la cual el tal Clemacio edificó la basílica a las vírgenes- existía un monasterio también dedicado a ellas (Monasterium Beatarum Virginum), habitado por canónigos, que lo cedieron en el año 922 a las señoras nobles de la Fundación de Gerresheim, cuya primera iglesia fundada data del año 670. Santa Úrsula dio nombre pues a este monasterio ahora ocupado por mujeres de la nobleza, que mantuvo el nombre de Sanctarum Virginum. Entre los siglos XI-XII se hizo una reconstrucción románica de la misma y en las épocas gótica y barroca fue de nuevo restaurada y ampliada. En el siglo XIV pasó a ser una fundación laica femenina que duró hasta 1802. Actualmente, las primitivas construcciones están en ruina.

Respecto al culto de Santa Úrsula los primeros testimonios datan del siglo VIII –oficio litúrgico en honor de las vírgenes- y aparecen a finales del siglo IX en documentos, calendarios, letanías y misales. El tremendo desfase entre la probable época de martirio –siglo IV- y los inicios del culto –siglo VIII- actúa como margen de error en contra de la veracidad de la leyenda, del número de compañeras y de los nombres de éstas, por lo cual ninguno de estos tres aspectos deben tomarse al pie de la letra.

Desde Colonia, el culto se propagó por toda Europa, principalmente por España, Italia, Dinamarca y Polonia. Aquellos restos humanos sacados del Ager Ursulanum, que sin más fueron considerados como pertenecientes a las mártires, fueron trasladados y distribuidos ampliamente.

Sepulcro de la Santa en su iglesia de Colonia, Alemania.
Fotografía: Alexander Wissmann.

Santa Úrsula fue nombrada patrona de la ciudad de Colonia, de la juventud y de las universidades, principalmente las de Viena, Coimbra y París. Se la invoca en tiempos de guerra para conseguir una buena muerte (Litaniae Ursulanae pro felici morte), así como protectora contra el fuego. También se la invoca para conseguir un buen matrimonio, es protectora de los maestros, de los panaderos y de la Orden de las Ursulinas.

Entre los siglos XII-XV nacen las Orsolaschifflein, confraternidades de veneración  a la Santa, a las cuales pertenecieron obispos, abades y reyes. La fiesta en su honor se estableció el día 21 de octubre, primero en Colonia –donde sus reliquias eran sacadas en procesión- y después por toda Europa.


 Santa Úrsula, patrona de las Ursulinas. Lienzo anónimo austríaco.

Cabría hacer referencia a la Compañía de Santa Úrsula (Ordo Sanctae Ursulae, OSU) que fue fundada en el año 1535 en la ciudad italiana de Brescia por Santa Ángela de Mérici, a fin de educar a las jóvenes y que llevasen una vida de pureza y penitencia, pero sin ninguna actividad apostólica.

La tradición dice que la misma Santa Úrsula se había aparecido a Ángela en una visión rodeada de sus numerosas compañeras, inspirándole la fundación de la Compañía. Parece más bien, sin embargo, que fue la propia Ángela quien tomó a Úrsula como fuente de inspiración, ya que en su época esta mártir todavía era muy popular y se la consideraba líder y directora de mujeres, de modo que resultaba apropiada como patrona para una compañía que buscaba la formación espiritual de doncellas. La leyenda de Santa Úrsula, en aquellos tiempos ya muy desarrollada, ponía a Úrsula como directora espiritual y superiora de sus compañeras, a semejanza de un monacato femenino, y según el relato de la Leyenda Áurea las instruía en la fe y en la pureza. De ahí que este rol legendario de Santa Úrsula fuese el inspirador de su patronazgo para la nueva Compañía de Ángela de Mérici. Otras asociaciones ligadas a Santa Úrsula nacieron también con esta finalidad.

Esta Orden desapareció casi completamente en el siglo XVIII, sin embargo fue restaurada en el año 1866 en la misma ciudad de Brescia por orden de la condesa Girelli, con un nuevo nombre: Compañía de Santa Úrsula-Hijas de Santa Ángela. Lo mismo hizo en Siena la condesa Blanca Piccolomini. Actualmente esta Congregación no presenta una única unidad jurídica, pero sí lleva a cabo diversas obras de actividad apostólica, siempre encaminadas hacia la juventud femenina y siempre bajo la protección de Santa Úrsula (aunque paradójicamente, cuando rebuscas en las webs de las diferentes congregaciones de ursulinas, casi nunca encuentras la menor referencia a ella, quedando tan sólo la referencia a Ángela de Mérici, o a veces –y esto es verdad- ni siquiera está la mismísima fundadora).

Talla gótica de la Santa que ampara bajo su manto a sus compañeras de martirio.
Iglesia de Santa Ursula en Colonia, Alemania.

Por último, y para cerrar este ciclo de artículos, convendría hablar un poco de la iconografía de la Santa. Ésta es particularmente rica entre los siglos XIV y XVI, en el auge del culto a la Santa, donde hay numerosas obras que representan diversos momentos de su leyenda (sueño profético, peregrinación a Roma, martirio). Pero esta variedad pictórica decayó durante el Renacimiento y aún más en tiempos de la Reforma.

La iconografía fundamental de Santa Úrsula la representa como una joven princesa medieval –corona, manto de armiño- llevando una sola flecha o un haz de flechas en la mano, como atributo de martirio. Indistintamente puede aparecer clavada en su pecho o en su garganta (en el Barroco, el motivo de la flecha hundida en el seno de Úrsula dio lugar a exquisitas obras de arte que destacaban más por su sensualidad que por su religiosidad).

Otro atributo importante es el estandarte con la cruz, que simboliza su liderazgo sobre la expedición de carácter cristiano. Este estandarte lo lleva también Santa Odilia, una compañera, en su culto propio. El estandarte debe ser tenido en cuenta para diferenciar a Úrsula de otras mártires que llevan también flechas como atributo, como Cristina de Bolsena o la controvertida Filomena (pese a esto, pocos sitios webs, galerías de arte o museos tienen realmente en cuenta este detalle). Aquí, además de identificar y separar atributos iconográficos, hay que imponer el sentido común, pues el culto a Santa Filomena no llega hasta el siglo XIX y por tanto toda obra anterior al año de descubrimiento de su tumba -1802- no puede representarla a ella en absoluto.

Otro atributo destacado de Santa Úrsula es el barco, por lo que suele portar una miniatura o maqueta de una nave en representación de aquélla que les llevó por el Rhin. En pinturas es frecuente que el fondo represente un puerto donde está anclada la nave. De nuevo es importante llamar la atención respecto a la distinción de otras Santas que llevan una nave, principalmente por su patronazgo sobre los navegantes: Santa Fermina (patrona del puerto de Civitavecchia), Santa Limbania (puerto de Chipre), Santa Maria de Cervelló (fácilmente distinguible por su hábito de mercedaria), Santa Restituta de Túnez (isla de Ischia, una nave transportó sus restos), Santa Devota de Córcega (en Mónaco, por este mismo motivo), entre otras. Lo que permite distinguirlas de Úrsula es tener en cuenta básicamente la(s) flecha(s) y el estandarte.


Vista del relicario de la Santa venerado en la iglesia de San Juan del Hospital, Brujas (Bélgica), que aparece decorado con pinturas de Hans Memling con la leyenda de la Santa.

Un nuevo atributo lo supone el enorme manto bajo el cual cobija a sus numerosas compañeras, y a partir de la época de la aparición de las Ursulinas, a un lado están las vírgenes y a otro las Ursulinas. Esta iconografía es fácilmente confundible con la iconografía de la Virgen de la Misericordia, y de hecho en muchos sitios de Internet o museos y galerías de arte las confunden –a veces esto llega a ser grave por la escasa atención que se ha prestado al resto de atributos, ya que obviamente la Virgen de la Misericordia ni lleva palma de martirio, ni flechas en mano o clavadas, ni estandarte-.

Quitando el tema del estandarte, presente sólo en Úrsula y en Odilia –a la que se le adjunta, además, un incensiario-, el resto de compañeras tan sólo adoptan el atributo de las flechas, aunque la leyenda diga que fue sólo Úrsula la abatida por una flecha y el resto fueran muertas a espada; esto es por relacionarlas con la Santa principal.

 
 


sábado, 1 de septiembre de 2012

Disertación Teológico-Canónica Sobre las Reliquias de los Santos



Este artículo está extraído de un libro escrito por un sacerdote en 1798 sobre las reliquias de los santos y condiciones necesarias para su veneración. Hay un capítulo donde se refiere a Santa Úrsula y en resumen determina que la Historia de las once mil Vírgenes, compañeras de Santa Ursula, o es apócrifa o muy incierta, y solo debemos creer que hubo Santa Ursula y sus compañeras Mártires; pero no que fueron once mil.

 
DISERTACION TEOLOGICO-CANONICA,
EN LA QUE SE TRATA DE LAS RELIQUIAS DE LOS
SANTOS Y DE LAS CONDICIONES NECESARIAS PARA QUE
PUEDAN EXPONERSE A LA PÚBLICA VENERACION.

 

SU AUTOR: EL DOCTOR DON FRANCISCO COUQUE,
CURA. PARROCO DE LA DE SAN GINES DE MADRID,
Y DE LAS DE SAN LUIS Y SAN JOSEM SUS ANEXOS.


PROLOGO A LOS LECTORES CON RELACION DEL HECHO.

 
no de los principales cargos de los ilustrísimos Señores Obispos, es el celar que en sus Diócesis no se enseñe ni practique en materias que interesan a la Religión, cosa que no sea muy conforme á lo que han determinado, y mandan los Concilios y Sagrados Cánones. A la pureza de ella toca el que no se publiquen falsos milagros, o los que no sean reconocidos y aprobados con su autoridad ordinaria: que no se expongan a la pública veneración reliquias a quienes no acompañen todas las condiciones que piden las Leyes Eclesiásticas; y por consiguiente, las que sean inciertas o dudosas, y de cuya identidad no  conste con una certeza, por lo menos moral, para evitar en los fieles todo peligro de superstición, alimentándoles con prácticas y devociones fundadas sobre la firme piedra de la verdad: esto es tan privativo de sus dignidades, que el Sagrado Concilio de Trento lo declaró así, encargándoles, que no permitan publicar nuevos milagros sin su aprobación, ni que se expongan a la pública veneración nuevas reliquias, sin haberlas examinado antes, no como quiera, sino consultando Teólogos, y otras personas prudentes y piadosas; y oídos, determinarán lo que les parezca más conforme a la verdad y a la piedad, veritati Et pietati: no dice el Santo Concilio pietati solamente, sino que esta piedad ha de ir acompañada de la verdad o fundada sobre ella. El tomar conocimiento de todo lo dicho, no se ha concedido a los Párrocos, sino á los Señores Obispos sus Prelados, de tal suerte, que aunque una reliquia venga aprobada por el Sumo Pontífice, y con Bulas Apostólicas, no pueden los curas exponerla a la pública veneración hasta que las presenten á su Prelado, y examine este, si las reliquias son las mismas que aprobó el Sumo Pontífice, y si aquellas Bulas son legítimas y carecen de todo vicio; y esto lo mandó el IV Concilio general Lateranense, de donde se tomó el capítulo último: de reliquiis Et Veneratione $anctorum. Aun el Código Teodosiano conoció ser privativo de sus dignidades el tomar conocimiento de las cosas pertenecientes a la Religión: Quoties der religione agitur, Episcopos convenit, agitare.
 

ARTICULO XXII

Propónese el último fundamento para, convencer, que el estar una Reliquia en la Iglesia, no prueba su identidad y certeza.

uestro breviario, por el que rezamos el Oficio Divino, está certísimamente aprobado por la Iglesia, por San Pio V, y últimamente por Clemente y Urbano VIII; y seguramente está más examinado, que muchas de las reliquias que se veneran; y sin embargo, alguna de sus Historias son ciertas; por lo menos la Iglesia no nos obliga a creerlas, ni parece merecerá censura alguna el que no crea algún punto de Historia que rezamos o leemos en el Oficio Divino. El Cardenal Vincencio María Ursino, Dominicano, Arzobispo de Benevento, que después fue Benedicto XII, en su Disertación intitulada.: De reliquiis Sacti Bartholomei Benevento vindicatis, niega que dichas reliquias hubiesen sido trasladadas de Benevento a Roma, sin embargo que el Breviario Romano lo diga, y que en Roma se venere y celebre con gran concurso de gentes por ocho días continuos en su Iglesia: y responde al argumento que con el Breviario se le podía hacer, diciendo: que sus lecciones en punto de Historia no son de infalible verdad, y que en diferentes tiempos, unas se han quitado, otras se han mudado o corregido: Neque enim Ecclesia (dice ) opsa, que illis utitur inconcusse infalibilisque veriratis judica, quecumque' in Breviario sunt inserta, cum multoties pro variis temporibus, varia ex ocassione ea mutaverit, correxeritque.

Y a la verdad, esto ha practicado algunas veces la Iglesia, enmendando y corrigiendo algunas historias del Breviario, de los Misales y del Martirologio Romano. Quiero valerme de un ejemplo por lo que tiene de instructivo: qué cosa más común, que el común de los fieles que celebrar a Santa Úrsula y las once mil Vírgenes sus compañeras, no solo la gente vulgar, sino también los de alguna instrucción tienen fundamento para creer esta Historia como cierta. Todos leen en los Almanaques a 21 de Octubre: Santa Úrsula y las once mil vírgenes; lo mismo leen en la Guía de Forasteros: y que algunos escritores de las vidas de los santos lo afirman. Uno y no de inferior nota en su Flos Sanctorum, dice “el mismo día de los  21 de Octubre celebra la Santa Madre Iglesia el martirio de Santa Úrsula y de las once mil Vírgenes sus compañeras:" y añade, " todas sus compañeras fueron Vírgenes y Mártires, y fueron once mil;" y lo mismo escriben otros, entre los que no se debe contar al Padre Crohisset, y alguno más de su crítica. Y aun los más instruidos han tenido motivos para tener esta dicha relación por cierta, si han sabido que en el Martirologio Romano se anunciaban en otro tiempo las once mil Vírgenes que padecieron el martirio con Santa Úrsula, y que se referían también en los antiguos Misales, o estaban puestas en ellos. Pero la Iglesia examinando esta historia, y advirtiendo que no había sólidos fundamentos para darla por cierta, mandó quitar de los Misales el número de las once mil Vírgenes, y reformar el Martirologio, de suerte que en el nuevo solo se nombra: Santa Úrsula y sus compañeras Vírgenes y Mártires.

Todo lo dicho lo refiere Antonio Pagio sobre Baronio (Pagio apud Baronio, anno 383, núm 5 y 6) con las siguientes palabras: Recte Martyrologium Romanum ad diem 21 OCtobris Ita prius legebat: in Colonia Agripinensi Natale Sanctarum undecim millium Virginum, quae pro virginitatis constantia, martyrio vitam consumaverunt: nunc habet: apud Coloniam Agripinam Natalis Sanctarum Ursulae, et sociarum ejus, quae pro christiane Religione et Virginitatis, constantia, ab hunnis iterfecae Martyrio vitam consumaverunt, et plurima earum corpora Coloniae condita fuerunt: añade Pagio: que en el reconocimiento del Breviario Romano, se omitió prudentemente el número de tanta multitud de Vírgenes: In recognitione etiam Brevarii Romani tantae Virginum multitudinis mentio prudenter omissa: de suerte, que hoy en día solo venera la Iglesia a Santa Úrsula y sus compañeras Mártires, y en efecto así lo enseña en Ia oración de la Misa de dichas Santas cuando dice: Danobis quaesumus Domine Deus noster Sanctarum Virginum et Martyrum tuarum Úrsula, et soviarum ejus palmas incessabili devotione venerari, etc; por lo que solo es cierto el martirio de la Santa y sus compañeras; pero incierto el número de estas: puede verse a Natal Alexandro (Natal Sec. 4, cap. Último art. 5).

Aunque sea entre paréntesis, permítaseme la siguiente breve digresión: si alguno me pregunta ¿de qué pudo originarse la Historia de las once mil Vírgenes? Respondo lo primero; que dieron motivo las Historias infundadas y fabulosas que se han escrito: alguna de ellas referiría con gusto, porque tuve un rato de diversión cuando la  leí ; tampoco son legítimas las Actas que refiere Surio de un Autor Anónimo el día 21 de Octubre, según escribe el expresado Pagio, ni algunas otras. En segundo lugar, los que dan a Santa Úrsula once mil Vírgenes por compañeras, tengo leído que han padecido el engaño, porque leyendo en algunos martirologios antiguos: S. Úrsula 11 M.V. en lugar de leer, Santa Úrsula y once Mártires Vírgenes, han leído Santa Úrsula y once mil Vírgenes, dando a la M que sigue al 11 el valor de mil, y siendo así, era preciso reducir a once Vírgenes solamente las once mil. El doctor Padre Diego Sirdmon, de la Extinguida Compañía, que fue Confesor de Luis XIll, y tuvo la gloria de tener por uno de sus discípulos a San Francisco de Sales, sospecha que en atención a que en algunos Martirologios manuscritos se leía: S. Úrsula, et Undecimilla V. M. Es decir: Santa Úrsula y Undecimilla Vírgenes y Mártires, se imaginaron que Undecimilla con la V y la M que se seguían, quería decir: Undecim milia Virginum, Martirum: once mil Vírgenes y Mártires; y a esta cuenta las once mil Vírgenes se deberían reducir a una sola llamada' Undecimilla. Puede verse a Juan Bautista Thiers (Thiers, de Supers. Tom. 2. Lib. 4. Cap. 7). Lo que tenemos de cierto es, según llevamos dicho, que hubo una Santa Úrsula, y sus compañeras Mártires; pero nada hay de cierto sobre el número de estas.

Volviendo a nuestro principal asunto, lo que hemos referido de la Historia de las once, mil Vírgenes de las que antiguamente hacía mención el Martirologio Romano, los Misales y Breviarios que después enmendó y corrigió la Iglesia, prueba evidentemente lo que escribió el expresado Cardenal Vincencio María Ursino, es a saber: que la Iglesia en diferentes ocasiones ha mudado y corregido los puntos historiales que se refieren en el Breviario, y por consiguiente no nos obliga la Iglesia á tenerlos a todos por ciertos. 

Los puntos historiales de que hablamos, son cuando se dice el lugar en que nació el Santo; si hizo tal y tal cosa; en dónde murió; dónde están sus reliquias y otras cosas semejantes. Para canonizar a los Santos no atiende la Iglesia a estas menudencias: estas quedan al examen y estudio de los eruditos, y no tienen más fe que la que merecen las fuentes, esto es los Historiadores de dónde se sacaron. Esta doctrina es corriente entre los Doctores, como el Cardenal Rocaberti, Inquisidor general que fue de España, el Cardenal Turrecremata y Melchor Cano y otros muchos, de suerte que no es argumento eficaz este: “Tal historia está en el Breviario Romano”; luego es cierta: como ni tampoco es eficaz este argumento: “Tal reliquia está en la Iglesia, luego es cierta." Porqué así la reliquia, como la Historia puede ser incierta o apócrifa. El Cardenal Rocaberti niega la caída de San Marcelino, cuya Historia niegan también otros muchos que la dan por apócrifa, entre ellos, el Natal Alexandro, sin embargo, de que está en el Breviario aprobado por la Iglesia, y de afirmarlo así el Sumo Pontífice Nicolao primero en la carta que escribió á Miguel, Emperador de los Griegos, probando que ninguno puede ser juzgado por otros que sean de inferior dignidad; porque á todos estos argumentos responden, entre otras cosas, que la Iglesia solo pide que a estos hechos demos aquella fe que merezcan las Historias, sin que se infiera el que no pueda sostenerse probabiliter lo contrario.

En la solemnidad de San Yanuario y compañeros Mártires, leemos la Homilía de San Hilario sobre el capítulo XXV de San Mateo, y en ella se nombra a Nicolao, uno de los siete Diáconos, como a Corifeo de los herejes Nicolaitas, y no obstante esto, Eusebio, San Ignacio Antioqueno, Clemente Alexandrino, San Agustín, Baronio, y otros lo niegan; y por esta duda, este solo de los siete Diáconos, no se puso en el Martirologio, en el Catálogo de los Santos, como lo refiere el Padre Comelio Alapide (Alapide in Ac. Cap.6. v. 5. Fol. Mihi 102). Lo mismo se dice de la lepra del Emperador Constantino, y de su Bautismo por San Silvestre, sin embargo que consta del Breviario Romano. Parece queda bastantemente probado hasta aquí, que aun dado que la capa de San José esté en la Iglesia de Roma, o en otra, por este solo capítulo, no se prueba que sea cierta, ni que estemos obligados a tenerla por tal ni admitirla para principiar a darla culto, aun suponiendo que en aquellas Iglesias se le dé, habiendo Historiadores y razones en contrario, todo conforme a lo que dejamos escrito latamente en el artículo XVI, fol 257, Ínterin no conste que está aprobada con arreglo a lo que mandan los Concilios y Sagrados Cánones.

 

viernes, 31 de agosto de 2012

Santa Ursula: Otro punto de vista

El siguiente artículo refleja un punto de vista muy diferente, a veces irónico, en torno a la devoción milenaria a Santa Ursula y se ha incluído para dar testimonio de la creciente incredulidad sobre la existencia de las santas.
Ha sido copiado del blog ...Sobre historias y leyendas: http://www.sobre-historias-y-leyendas.com/2010/01/de-las-once-mil-virgenes.html

Sobre historias y leyendas 27/01/2010
De las Once Mil vírgenes


Autor:Angel Molledo Caviedes

En la entrada nº 4, relativa al Camino de Santiago, cotilleábamos acerca de san Juan de Ortega, sacándole punta a su viaje por Palestina a cuenta de los suvenires que en forma de reliquias de santos y otros personajes celestiales de allí se trajo (la lengua de uno de los Santos Inocentes figuraba en la colección). Hoy queremos recordar que entre aquellos restos necrológicos también se encontraba la calavera de una de las Once Mil vírgenes que acompañaban a santa Úrsula, un hallazgo al que adjuntábamos una nota a pie de página que hoy queremos completar y sobre todo revisar.

(Arriba, Martirio de Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes, de Rubens. Izquierda, busto relicario de santa Aurelia de Estrasburgo, s.XVI, sita en la capilla del Salvador de la iglesia de Medinaceli, Soria; la de santa Aurelia era una de las cuatro cabezas de acompañantes de Úrsula que Carlos I de España regaló a su secretario, Francisco de los Cobos, en 1521... junto con la cédula de autenticidad de las reliquias. Derecha, relicario de santa Úrsula, s.XIV, en Castiglione, Florencia. Debajo, relicario de santa Úrsula, s.XVII, perteneciente al Real Monasterio de Sahagún, en León)


1 De las Once Mil vírgenes, entre otras

«A semejanza de otros muchos héroes, se consideraba milagroso el nacimiento de Atis; su madre Nana, una virgen, le concibió al poner una almendra o una granada en su regazo.
Tenemos por cierto que en la cosmografía frigia se representaba como un almendro al padre de todas las cosas, quizá a causa de ser sus delicadas flores sonrosadas uno de los primeros heraldos de la primavera, haciendo su aparición en las ramas todavía desnudas de hojas. Estas historias de madres vírgenes son reliquias de una época de ignorancia infantil en la que los humanos no habían reconocido aún como causa verdadera de la preñez la cópula intersexual» (James G. Frazer: La rama dorada).
Parece ser que la leyenda de las Once Mil Vírgenes, "que murieron por defender su castidad", nace de un error de lectura de un manuscrito que relataba el martirio de once muchachas en la ciudad de Colonia por las huestes de Atila en sus correrías por Europa hacia el año 450.
"La tal princesa tenía por curioso nombre Úrsula, que en latín significa Osita. Quizá la llamaba así su padre, pero así se quedó", decía yo en aquella nota en un toque de pánfila ignorancia que hoy me propongo enmendar, pues tal nombre oculta una enjundia que bien merece ser puesta de relieve.
Pero recordemos primero el origen del desmedido número de vírgenes y su circunstancia, un tema menor en este artículo por más que constituya su reclamo.

Es posible que, de acuerdo con una tradición, realmente hubiera un grupo de "vírgenes" formando parte del séquito de alguna princesa inglesa que se desplazara hasta la ciudad de Colonia, por cierto, sin familia ni escolta, para casarse con un rey o reyezuelo sajón llamado Conan. Existe en Internet un serio asequible y no muy extenso relato de los vericuetos históricos de la leyenda de santa Úrsula, disponible en el artículo de Albert Poncelet, Santa Úrsula y las Once Mil Vírgenes ( http://ec.aciprensa.com/s/sanursu.htm)
Según se detalla en el mismo, entre otras hipótesis, el error procede «de la abreviatura XI.M.V. (undecim martyres virgines), mal interpretada como undecim millia virginum»: es decir, mil en números romanos es 'M', pero también mártir o mártires, y "XI M V" pretendía decir "once mártires vírgenes" en abreviatura, pero por estar las letras demasiado juntas lo que acabó diciendo fue "XIM V". Total vírgenes.- once mil. Naturalmente, ya puestos y por el mismo precio, junto a Úrsula canonizaron no a otras once sino a otras once mil. Papeles para todas, como se dice hoy por aquí.
Como consecuencia, en los relicarios de medio mundo se guardan cráneos órganos y pelo como para concentrar Once Millones de vírgenes el día del Juicio Final.
(Otra de las hipótesis que se barajan es que de las once acompañantes (Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia) la última en ser nombrada se llamaba Undecimila ―que se añadía a la lista del anterior paréntesis, para cuadrar balance―, apelativo por el cual se dedujo el abultado y erróneo número total. Pero si romano quiere parecer tal apelativo, Undecimila, ya vimos en la anterior entrada que en Roma al niño que venía tras el número diez (o sea, tras Decimito) se le llamaba Numerio o Numeriano ("numeroso"); y eso dejando aparte que para cuando Atila las niñas aún continuaban careciendo de nombre propio. En fin, dejémoslo definitivamente).
Mil años después, en 1535, Ángela de Merici (en la imagen izquierda) fundó en su recuerdo la Comunidad de Hermanas Ursulinas, que fue la primera congregación religiosa femenina dedicada a educar niñas... porque, como dice un santoral, "lo que más le impresionaba a Ángela de Merici era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión, por lo que organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda". Por algo se empieza. Al fin y al cabo, también la universidad y la imprenta se crearon con el mismo fin.

«La condición de parthenos ("virgen") que corresponde a tres de las cinco diosas mayores (Atenea, Artemisa, Hestia), podría no designar tanto virginidad física como pertenencia a culturas prehelénicas que los invasores aqueos asimilaron parcialmente al desposarse con reinas y princesas locales. Parthenos significaría entonces "indómita" (admetis), formada en tradiciones de prostitución sacra y, por eso mismo, activa en vez de pasiva sexualmente, no ceñida a lo maternal-doméstico» (Antonio Escohotado: Rameras y esposas)


2 La Úrsula nórdica


«El himen no es más que una frágil telilla cubierta de gruesas ideas» (Ifigenio Amezúa, sexólogo)

Demos de lado la guasa, más que ironía, de la pregunta literaria de Jardiel Poncela (Pero hubo alguna vez once mil vírgenes?). Dejemos también para foros más selectos el polémico concepto de virginidad (una interesante e interesada manipulación o elaboración de virgen, traducción de 'virgo, virginis', originariamente y sin más, muchacha, púber; discretamente, con el tiempo virgo ha devenido en sinónimo de himen, "repliegue membranoso que cubre la vagina virginal", del griego 'hymen', membrana). Pero en este mundo nada existe porque sí, así pues la persistencia del runrún acerca de santa Úrsula, dejando aparte su anecdótica y multitudinaria comitiva, tiene que tener unos motivos hondamente legendarios o mitológicos más consistentes cuanto más nebulosos son los históricos.
Por parte de padre, es decir, en cuanto a su territorio de origen, la imagen de Úrsula fue asimilada con la de la diosa germana Freyja o Freya, protectora de las doncellas vírgenes a las que recibía en el ultramundo si fallecían sin haberse casado. Aunque sería más razonable decir que ocurrió a la inversa: la imagen de la extinta diosa Freya se incorporó en o a Úrsula.


(Freya según una estatua de bronce del s.XI procedente de la provincia sueca de Södermanland)

Según cuentan las Eddas (recopilaciones islandesas medievales que forman el corpus de la mitología nórdica), Freya es la diosa del amor la belleza y la fertilidad. En este aspecto, y en función de determinadas variantes regionales de su nombre, como Frigg o Frija (también Brigit en Irlanda), le fue dedicado el quinto día de la semana; el que los latinos llamamos Viernes en honor a Venus (una ocurrencia del relativamente cristiano emperador Constantino para nuestros paganos días de la semana) y los nórdicos llamamos Friday en honor a Freya.
Es por esto que la gente la invocaba para obtener satisfactorios coitos, asistencia en los partos y rendimiento en los campos. Igualmente era asociada con la guerra, la muerte, la magia, la profecía y la riqueza. En definitiva, era una diosa todo-terreno, es decir, había sido una ancestral diosa-madre pero con la crisis del matriarcado los nuevos patrones la habían rebajado el título y el sueldo, pero no el trabajo. Son las cosas que ocurren con las crisis en todas partes.
Dicen que Freya era también llamada Horsel o Ursel, aunque tal equivalencia podría muy bien ser una forma de nadar en aguas cristianas y guardar la ropa pagana. O viceversa.
La iconografía de Freya es bastante peculiar: como aquí vemos encima, la diosa se desplaza en un carro tirado por gatos, una representación que la vincula aún más con Artemisa, cuya diosa homóloga egipcia, aunque muy anterior a ella, era Bast o Bastet , imagen derecha, personificada como mujer con cabeza de gato o como gato de cuerpo entero (los antiguos egipcios se quejaban con razón de que los antiguos griegos se dedicaban a copiarles descaradamente; se ve que echaban de menos una sgae, una "oficina de registro de la propiedad intelectual" o cualquier engendro de este tipo... que de haber existido hubiera hecho imposible o al menos improbable la cultura occidental tal y como la conocemos); con este vehículo, aun a riesgo de ir arrastrando los pies en los aterrizajes, Freya parece reivindicar una línea de ascendencia directa con Egipto en paridad con Artemisa.


3 La Úrsula helénica


«Artemisa, hermana de Apolo, está armada con arco y flechas como él; posee el poder de producir pestes y la muerte súbita entre los mortales y también el de curarlos. Es la protectora de los niños pequeños y de todos los animales que maman, pero también le gusta la caza, especialmente la de venados» (Calímaco: Himno a Ártemis)

Por sus atribuciones, Freya es una deidad paralela a la griega Artemisa, la cual era el ascendiente mitológico de Úrsula por parte de madre. Quizá resulte sorprendente y forzada la conexión entre la santa británica y la diosa griega, pero hay que tener en cuenta que Artemisa apenas perdió su prestigio en el mundo romano en lo tocante a los embarazos y los partos, por más que fuera Juno quien ostentara la titularidad protectora en obstetricia y ginecología. Mucho más consistente que su homóloga romana, la decorativa volátil y prescindible Diana, Artemisa era todo un carácter, y fue tan respetada en el Olimpo como temida y venerada por los helenos de todos los tiempos, y si bien no podemos decir que Úrsula fuera la hermana nórdica de Artemisa, como lo era Freya, sí podemos afirmar que era su ahijada de acuerdo a una estrecha relación que luego veremos. Además, Artemisa y Úrsula comparten un detalle iconográfico muy característico: las flechas.

Parece que Úrsula murió de un flechazo propinado por el frustrado Atila. Y si bien es cierto que en cuestión de flechas, la diosa las lanza y la santa las recibe, resulta que en iconografía el medio es el mensaje, como decía Marshall McLuhan. De hecho, aparte de la flecha de Úrsula, el único atributo de Artemisa heredado por el cristianismo ha sido el arco, el cual figura sublimado en forma de luna en ciertas vírgenes renacentistas o barrocas, como las de Murillo, por ejemplo. Se recupera paradójicamente por esa vía el carácter primigenio lunar que tuvo Artemisa y su relación directa con el menstruo, carácter que había perdido con la imposición del patriarcado, el cual transformó… su luna en arco.

«Las aves con yelmo que aparecen en las monedas estinfalias son espátulas, primas de las grullas, que aparecen en tallas medievales inglesas chupando el aliento de enfermos. Son en realidad sirenas con patas de ave, personificaciones de la fiebre. Ártemis era la diosa que tenía el poder de infligir o curar la fiebre con sus "flechas misericordiosas"». (Robert Graves: Los mitos griegos)

El culto de Artemisa estuvo profundamente imbricado en la vida íntima de las mujeres griegas, teniendo una remota tradición los de carácter específico que recibía en determinados santuarios, tales como en el de Brauron, en el Ática, en el que tenía en la propia Acrópolis de Atenas (imagen inferior), en el de Táuride y, por supuesto, en Éfeso. En cada uno de ellos se celebraban ceremoniales diferentes, muy concretos, pero unidos sutilmente por un hilo de referencia que, en ocasiones, sólo a duras penas podemos rastrear. (Pilar González Serrano: Consideraciones iconográficas sobre la Ártemis efesia)

Pero su hogar matriz ateniense estuvo en el hoy yacimiento arqueológico de Brauron (imagen inferior y siguiente izquierda), en la actualidad Vraona, a unos 40 km al este de Atenas, en la costa este del cabo Sunion y aproximadamente en la misma latitud que el Pireo, aunque en su costa opuesta.

El lugar consiste en una pequeña colina de 40 m en cuya falda norte se encuentra el santuario, que estuvo a orillas del mar en la época clásica pero que los aluviones del inmediato río Erásino han alejado unos 500 m.
El santuario está integrado por un templo y un altar, y una fuente sagrada y un pórtico con habitaciones y almacenes de ofrendas; y en una cueva derruida, la tumba de Ifigenia junto a la casa de las sacerdotisas.
Pero igualmente nos contentaremos con mencionar que también a Ifigenia (prima de Helena de Troya, hija de Agamenón y hermana de Electra y de Orestes) estaba dedicado el santuario de Brauron, en el cual murió tras de ser la principal sacerdotisa de su deidad principal, la Artemisa Brauronia.
(Los dos últimos párrafos están extractados del nº 216 de Revista de Arqueología así como los siguientes, en los que he intentado esquematizar en lo posible la información publicada).

4 La Artemisa Brauronia


«Ártemis exige a sus compañeras la misma castidad perfecta que practica ella. Cuando Zeus sedujo a una de ellas, Calisto, hija de Licaón, Ártemis observó que estaba encinta. La transformó en una osa, llamó a la jauría y Calisto habría sido perseguida y destrozada por los perros si no la hubiera acogido en el Cielo Zeus, quien luego puso su imagen entre las estrellas» (Higinio: Astronomía poética)

En particular, la fuente sagrada ha proporcionado miles de exvotos, objetos tomados de la vida de la mujer ateniense, como espejos de bronce, anillos, gemas, escarabeos, estatuillas, muñecas, vasos, casi todos datados antes del -480, protegidos bajo el barro acumulado tras una inundación del Erásino que obligó al repentino abandono del asentamiento.
Entre las piezas más importantes halladas en este lugar destacan las pequeñas crateras y fragmentos que representan misterios y ritos llevados a cabo en este lugar. En algunas aparecen niñas desnudas corriendo, en tanto que otra muestra una procesión de jóvenes en vestido corto que se dirigen hacia el altar de Artemisa en el que hay un fuego sagrado.
También se han hallado ofrendas de terracota en forma de palomas, cerdos, pasteles… todas ellas realizadas por gente humilde que no podía costearse las ofrendas auténticas. Quizá el material más interesante lo constituyan las numerosas estatuas de niños y niñas dedicadas a Artemisa e Ifigenia ya que el culto en el santuario era doble: Artemisa era venerada como protectora del crecimiento y maduración de las niñas, mientras que a Ifigenia se le ofrecían sacrificios y exvotos para propiciar los partos futuros y agradecer los exitosos.
De modo que es lógico encontrar esta serie de ofrendas escultóricas, tanto de niños como de niñas (como las que muestran las tres siguientes imágenes colaterales halladas en Brauron, entre ellas dos ositas, o como las denominarían posteriormente los romanos, dos úrsulas; también son úrsulas brauronias las dos últimas imágenes infantiles que cierran esta entrada). Son un poco mayores que el natural y están esculpidas en mármol. (Rev. de Arqueología nº216, p.p. 15-23)

(Niño con manzana y paloma, s.-IV, Museo de Brauron. Como «Señora de las Cosas Salvajes», o patrona de todos los clanes totémicos, se ofrecía anualmente a Artemisa un holocausto de animales totémicos vivos, aves y plantas)


El culto de Ifigenia parece consistir únicamente en la ofrenda de exvotos. Por el contrario, los festejos en honor de Artemisa eran más complicados y se dividían en dos celebraciones consecutivas: la primera relacionada con su advocación de diosa cazadora y la segunda con la de protectora de la mujer. Y también como celosa defensora de la castidad; el mito de Calisto, que encabeza este punto, tiene por finalidad explicar las dos niñas vestidas como osas que aparecían en el festival ático en honor de Ártemis Brauronia, y la relación tradicional entre Artemisa y la constelación zodiacal de la Osa Mayor, según nos cuenta el maestro Graves.
En el primer aspecto Artemisa es asociada con el oso, o mejor dicho, con la osa; aparte, o además, de sus similitudes antropológicas (su frecuente bipedismo, por ejemplo) ejerce una especial vigilancia y una feroz protección sobre sus crías. En otros santuarios de Artemisa se han hallado abundantes exvotos en forma de osa .
Como la osa domada o cazada, símbolo de la maternidad, la niña necesitaba una guía en su paso del estado "salvaje" de la infancia a la "doma", que significaba su entrada en la sociedad.

Es normal que los festivales cuatrienales celebrados en Brauron, de una importancia capital en el sistema democrático ateniense, fueran conocidos como arkteia, término derivado de 'arktós', oso, y las chicas consagradas a Artemisa se denominaran "osas".
Durante las arkteia las niñas atenienses abandonaban el mundo de la infancia y entraban en la esfera previa a la maduración que las llevaba directamente al matrimonio, su función en la sociedad. La representación ceremonial incluía una cacería en la que las niñas de 7-8 años, desnudas como al nacer, perdían simbólicamente su salvajismo quedando preparadas para adaptarse a su nueva situación, en el umbral de la madurez sexual.
El ceremonial femenino de Brauron era paralelo a las ephebeia celebradas por los niños, fundamentales también en el desarrollo social de los jóvenes. Y se podría decir que el ritual acentúa la aparición de la diferenciación sexual más que de la madurez.
El rito se completa con una segunda ceremonia en la que las niñas de diez años se vestían por primera vez el krokotós, un vestido ritual corto que simbolizaba el paso definitivo a la maduración que culmina en la primera menstruación.
Realizadas cada cuatro años, las ceremonias eran participadas por muchachas entre los siete y los diez años, implicándose así todas las niñas de Atenas. Pero dicho así, puede dejarnos la impresión de que estos ceremoniales resultaban ser un gesto simbólico de integración social, una una especie de puesta de largo en el salón del casino. Nada más lejos de la realidad:
«El ceremonial de la arkteia consistía, principalmente, en un baile ritual, en el que las jóvenes danzarinas iban vestidas con túnicas de color azafrán (el color sagrado en el ámbito litúrgico de la antigüedad hasta que se generalizó el uso de la púrpura) [pero que se siguió preservando en las bodas romanas] y llevaban máscaras de osas, al igual que la sacerdotisa que con un falo artificial, olisbos, se encargaba de romper el himen de las iniciadas para facilitar, posteriormente, sus relaciones conyugales.

Es posible que este ritual de iniciación se realizase ya en tiempos prehelénicos y en el interior de algunas cuevas tenidas por sagradas. En algunas de las existentes en Creta, hasta se han creído apreciar toscas esculturas, talladas en las propias rocas subterráneas y cuyas siluetas recuerdan a las de unos osos. El culto a estos animales se remonta al Paleolítico Superior, momento en el que el hombre se enfrentó a ellos por el dominio de las cuevas, por lo que no es de extrañar que su mítico recuerdo aún permanezca vivo en muchas culturas.
Su ancestral e inconsciente pervivencia en la mentalidad colectiva se pone de manifiesto en el hecho de que, aún hoy, se sigan regalando a los niños y niñas pequeños osos de trapo o de peluche, con los que muchos de ellos comparten su cama, sus sueños y temores infantiles, hasta etapas avanzadas de su infancia, resistiéndose, incluso, a su inevitable destrucción, cuando el deterioro del uso así lo exige». (Pilar González Serrano: Consideraciones iconográficas sobre la Ártemis efesia)
«Ártemis fue la hermana gemela de Apolo, y ambos, hijos de Zeus y de Leto, quien los alumbró en la isla de Delos (la brillante), después de superadas numerosas dificultades, todas derivadas de la persecución implacable a la que la sometió la celosa Hera quien, además, no consentía en enviar a su hija Ilitia, la diosa de los partos, en su auxilio.
El doble alumbramiento se produjo, por fin, en la ladera meridional del monte Cintio, bajo una frondosa palmera datilera, a la que se abrazó Leto haciendo presión en el suelo con las rodillas, para facilitar el parto. La primera en nacer fue Ártemis, quien, recién nacida, ayudó a venir al mundo a su hermano»

«A los meteoritos se les rendían con frecuencia honores divinos, y lo mismo a pequeños objetos rituales de origen dudoso, que podían explicarse como habiendo caído igualmente del cielo, como las puntas de lanza neolíticas cuidadosamente trabajadas, identificadas con los rayos de Zeus por los griegos posteriores (como a las flechas de pedernal se las llama "proyectiles de los elfos" en el campo inglés), o con los almireces de bronce ocultos en la cofia que llevaba la imagen de la Ártemis efesia.
Las imágenes mismas, como la de Ártemis Brauronia y la de madera de olivo de Atenea en el Erecteón, también, según se decía, habían caído del cielo a través de un agujero en el techo. Es posible que la imagen de Braurón contuviera un antiguo cuchillo de obsidiana destinado a los sacrificios —la obsidiana era un vidrio volcánico de la isla de Melos— con el cual se cortaba el cuello a las víctimas» [… o se incidía en el himen de las iniciadas]. (Robert Graves: Los mitos griegos)

«El nombre del mineral leucófana es epónimo del epíteto de la Diosa Artemisa LEUCÓFANA / Leucofirena en Magnesia, Lidia.
El mineral tauriscita deriva del epíteto de la Diosa Artemisa TÁURICA / Diosa Brauronia / Artemisa Brauronia adorada en La Táuride como areolito caído del Cielo.
Los minerales auralita, auricalcita deben su nombre a las AURAS / Ninfas aéreas de la comitiva de la Diosa Artemisa»
(Francisca Martin-Cano Abreu: Epónimos femeninos de PIEDRAS.
http://www.facebook.com/pages/Francisca-Martin-Cano-Abreu/50559454191)

5 Dando la Nota al pie de página


«HE SIDO DEDICADA A LA DIOSA, QUE GOZA LANZANDO SUS FLECHAS LEJOS, POR NICANDRA HIJA DE DEINODICOS DE NAXOS, LA MEJOR DE ENTRE LAS MUJERES, HERMANA DE DEINOMENES, Y AHORA ESPOSA DE FRAXOS» (Inscripción grabada en el lado izquierdo de la llamada Ártemis de Delos (Museo Nacional de Atenas), figura de la izquierda, estatua de caliza de unos 75 cm de altura, erigida como exvoto por Nicandra, la naxiana, en honor a la Artemisa de la isla de Naxos)
En definitiva, espero haber purgado mi deficiente nota a pie de página en la entrada cuarta de este blog. La tal princesa tenía por piadoso nombre Úrsula, que en latín significa Osita. Pero no porque quizá la llamase así su padre, sino porque, como todas las ositas, con toda probabilidad respondía al cumplimiento de una promesa hecha a la Virgen de Brauronia llamada Artemisa o llamada Ifigenia ―o a la Virgen Freya llamada Ursel― durante un parto o un embarazo problemático, promesa refrendada con la garantía de un retrato escultórico u otro costoso exvoto depositado a los pies de su altar, helénico o nórdico.


Existiera Úrsula o no, la amplia extensión de su nombre, en épocas pasadas donde la elección del nombre era un asunto terriblemente serio, manifiesta la decidida voluntad subliminal de las gentes en conservar unas advocaciones que en el Norte y en el Sur les han proporcionado respuesta y consuelo desde la Era de las Cavernas.


¿QUÉ fiebres, qué cuartanas? Me destemplo,
me exalto y emociono en el paraje.
¡Viva lo franciscano y su linaje!
¿Qué nace aquí? El tipo y el ejemplo
de la dulzura convertida en templo.
¡Tú, que nos asustabas, por salvaje,
por selvatiquez! Amo este paisaje,
la madre dadivosa que contemplo.
¡Ay, amoroso engaño! ¡Besos, mimos
junto al mar! Los ex-votos son de arcilla.
son juguetes sin más, animalitos
donados por los niños. Bendecimos
tu nombre, si así llega a nuestra orilla
la mágica ternura de tus ritos.
(Aurelio Valls: ARTEMIS BRAURONIA (Templo clásico en Atica,
santuario amado de los niños, que le donaban juguetes y animalitos))
(Retorno a la poesía, Ed. Adonais)

Sed buenos, si podéis
……………….«. . . porque el pensar y el ser son una y la misma cosa» (Parménides)



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