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Lápida en Basílica de Santa Ursula en Colonia, Alemania
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lunes, 27 de agosto de 2012

Devoción a Santa Ursula en Jicalapa, El Salvador


 Pueblo de Santa Ursula Jicalapa,

El Salvador, C.A.

Jicalapa es uno de los seis ancestrales pueblos y villas que, hermanados, componen la Costa del Bálsamo, ubicados entre los 400 y 800 metros de altitud, requisito orográfico del endémico árbol aromático que ha dado nombre a la región.

Conjugados forman un arco, adosado a los mil pliegues de su sierra. En un eje de Poniente a Oriente se enclavan Cuisnahuat, Santa Isabel Ishuatán, Teotepeque, Jicalapa, Chiltiupán y Tamanique, repartidos entre los departamentos de Sonsonate y La Libertad.

Los pueblos de la Costa del Bálsamo protagonizan una doble paradoja. Viven entre una sublime belleza natural, repleta de cultivos, tradiciones, miedos, alegrías y frustraciones, pero esa escabrosa geografía se traduce en aislamiento y escasas oportunidades de superación.

Salarrué, el autor de "Cuentos de Barro", lo consideraba una joya por sus balsamares, por los paisajes monumentales donde las montañas se unen con las costas y por su gente de origen pipil, Jicalapa siempre ha sido un municipio económicamente marginado.

Desde el parque municipal de Jicalapa se divisa el abismo oriental del poblado. Un cañón de más de 250 metros de profundidad, en cuya garganta corre y resuena el río Shilo, de corta vida. El Shilo nace en lo más alto de la Sierra del Bálsamo, en el cerro de Los Ángeles, a 1,500 metros. Y desfallece en el mar tras serpentear solo 30 kilómetros. Sobre una lejana loma, mucho más alta, se ve el pueblo vecino de Chiltiupán, a tres horas a pie.

Los primeros buses que llegaron a prestar servicio de transporte de pasajeros a Jicalapa fueron los de los empresarios de Jayaque, don Salvador Staben y Cornelio Espinoza, entre los años 1957 y 1948, con los buses Balboa y Norma, que hacía su recorrido de Jicalapa a San Salvador, por la ruta de Jayaque.

Sin inversiones privadas, las remesas se han convertido en la principal fuente de ingresos para una parte de los 9,820 habitantes de Jicalapa, donde el ingreso per cápita mensual es de 37.4 dólares.

Gracias a la bonanza esporádica del comercio del bálsamo y los hatos de ganado, —y a la misma disponibilidad de bosques maderables cercanos—, los pueblos de la Costa del Bálsamo fueron levantando decenas de variopintas casas de madera durante la primera mitad del siglo XX.

Esta particular arquitectura parece una emulación del concepto de las viviendas de madera y lámina de San Salvador y Sonsonate de aquella época adaptada a la sierra.

Las viviendas, en su mayoría de un solo piso, lucen austeras fachadas constituidas por tablones aserrados rústicamente, dispuestos verticalmente y adosados con una reglilla en su parte media —que con frecuencia está pintada de otro color—. La carencia de balcones habla de un estilo de vida apaciguado.

Mientras tanto, los techos lucen oxidados paneles de lámina o tejas que en su interior son revestidas por un cielo falso amaderado que resulta ser un verdadero resguardo del sofocante calor costanero, sobre todo en el período seco.

El olor y el añejamiento de estas construcciones delatan el uso de las maderas nobles locales, como el conacaste, laurel, cedro y ceiba. “La madera del árbol del bálsamo no sirve para la construcción de casas, o carpintería, porque es muy resinosa, pero es buena para usarla de horcones”, comenta un lugareño.

Los colores que lucen estas casas incluyen cualquier tonalidad cromática. Aunque las inclemencias del tiempo, tan implacables en esta zona en particular, las condicionan a lucir opacas y hasta anacrónicas.

Cuentan que en la víspera de Navidad de 1855, Jicalapa ardió como tusa: “Y cómo no iba a agarrar fuego, si todavía hasta hace como 60 años la mayoría de casas de Jicalapa eran chozas indígenas, de paja y zacate, pero nadie murió, comenta Felix Crisol, un anciano residente del pueblo. Tampoco sucumbió la iglesia, de gruesas paredes de adobe y calicanto.
Además de longeva, la iglesia de Santa Úrsula sigue siendo el edificio más grande de Jicalapa. Está en lo más angosto del pueblo-peñón. Barranco a cada lado. Su encalada fachada a dos aguas no tiene ninguna decoración.

Al mediodía, el interior de la iglesia es desolación. Hay varias bancas sin respaldo y un altar tosco pero barroco, decorado con figuras que parecen mazorcas de cacao, que tienen encumbradas un medallón que dice 1731. La estatua de Santa Úrsula, la patrona del pueblo, tiene expresión constipada, como afligida.
En lo oscuro del cielo falso de la iglesia se encuentra una pieza de madera con una inscripción. La viga aparece ante la luz de la lámpara, en español dice: “Por celo del alcalde segundo, Pedro Marcelino Perales. Domingo Pérez, regidor. Albañil, M. Carpio... Xicalapa diciembre 24 de 1844”.

La anterior inscripción debió ser el registro de una renovación arquitectónica navideña. Otra inscripción, en el cielo falso dice 1797. La iglesia es un colage de fechas y formas.

A la vuelta de la iglesia, en el costado este, se encuentra una pared salpicada de exvotos, agradecimientos, la mayoría de principios de 1900.

HISTORIA



Orígenes y etimología

Esta es una población cuyos orígenes se remontan a los lejanos años de la época precolombina.

Su nombre vernáculo, Xicalapa, significa literalmente "río de las jícaras", pues proviene de xical (en azteca o mexicano xicalli), jícara, huacal de morro, yapa, río.  Félix Crisol asegura que el nombre significa río de las jícaras. En contraste, a principios del siglo XX, el filólogo salvadoreño Fidias Jiménez afirmaba que Xicalapa significaba: casa en el centro del peñasco, y que debía pronunciarse Shi-calli-apan.

Xicalapa fue sometida al real dominio después de prolongado y sangriento sitio por los capitanes Diego de Rojas y Pedro de Portocarrero, en 1533.

En 1550 tenía unos 100 habitantes.

Época colonial

Dice el alcalde mayor de San Salvador don Manuel de Gálvez Corral, que en 1740 Santa Ursula Jicalapa tenía 140 indios tributarios, es decir, unos 700 habitantes.

"Se halla situado el pueblo -agrega- en una peña, no tiene de ancho la situación veinte y cinco varas, porque así del rumbo del Sur como del Norte se hallan dos profundísimos barrancos, que son tales que impiden la entrada a este pueblo, y sólo tiene un camino para entrar y por el mismo se ha de salir para andar los otros pueblos que llaman de la Costa del Bálsamo".

Esa peculiar situación de Jicalapa en el lomo de un peñasco limitado por dos profundísimos fosos, hace pensar que en los tiempos gentiles fue una fortaleza o peñol inexpugnable y que en su conquista debieron batallar duramente los españoles.




En 1744 el Rey Felipe V de España obsequió al pueblo de Jicalapa la imagen de Santa Ursula, patrona nominal del pueblo, e instituyó en cada 21 de octubre la Fiesta Patronal en honor a Santa Ursula, que fue una de las más famosas devociones en tiempos de la colonia y lo es aún en los actuales.

Según el arzobispo don Pedro Cortés y Larraz, en 1770, Jicalapa era pueblo anejo de la parroquia de Ateos y su población estaba repartida étnicamente así: 126 familias de indios con 507 personas y 1 familia de ladinos con 6 miembros. Total: 127 familias con 511 almas.

Ingresó en 1786 en el partido de Opico.

En 1807, según el corregidor intendente don Antonio Gutiérrez y Ulloa, Jicalapa era "Pueblo de indios". "Su mal temperamento - agrega-, corta industria, ningunos frutos y mala administración económica de cacaotales, bálsamos y palos finos rigen en este Pueblo igualmente que en los demás de esta parte de la Costa de Ateos".

Aunque los terrenos ejidales de Santa Ursula Jicalapa fueron medidos en 1700 por agrimensor real, en 1802 hubo necesidad de remedirlos.

Otros sucesos.
 Perteneció al distrito de Opico y al departamento de San Salvador de 1824 (12 de junio) a 1835 (22 de mayo).

A partir de esta última fecha formó parte del distrito de Quezaltepeque (antes Opico) y del departamento de Cuzcatlán. Dicho distrito tomó nuevamente el nombre de Opico por Ley de 30 de julio de 1836. En la Ley de 18 de febrero de 1841 aparece como cantón en el distrito electoral de Teotepeque. A partir del 5 de abril de 1842 fue municipio del departamento de San Salvador, nuevamente.

Un pavoroso incendio destruyó completamente la población referida el día 9 de diciembre de 1855.

Según un informe municipal de Jicalapa, de 23 de noviembre de 1860, su población era de 244 habitantes alojados en 101 casas pajizas o ranchos.

A pesar del incendio antes mencionado estaban en servicio una iglesia, un convento y un cabildo, este último con corredores de teja.

"La fiesta titular de este pueblo -dice el documento aludido- se celebra el 21 de Octubre, a cuya romería concurren todas las poblaciones más inmediatas siendo por consiguiente la veneración que estos habitantes le profesan a Santa Ursula, que todas sus atenciones las dedican a ella principalmente en día de su festividad". En 1890 tenía 680 almas de población.

Extinción del Municipio

Durante la administración de don Pedro José Escalón y por Decreto Legislativo de 12 de abril de 1905, se extinguió el municipio la Santa Ursula Xicalapa y esta población se incorporó al municipio de Teotepeque en concepto de cantón.  Los ediles de Jicalapa se vieron obligados a entregar a los de Teotepeque "por inventario, los archivos correspondientes, lo mismo que las existencias en dinero y en especies" que tenían en su poder.


Posteriormente se volvió a erigir en pueblo el cantón de Jicalapa. En 1971 la población del municipio era de 2474 habitantes. El municipio de Jicalapa tiene un área de 42,93 km², y la cabecera una altitud de 880 metros sobre el nivel del mar.

Arqueología

En la Cueva Letrero del Diablo, al W, se encuentran. petrograbados que asemejan fierros de herrar.

HISTORIA Y LEYENDA

Este es el origen de la devoción a Santa Úrsula, según lo relata doña Consuelo Crisol, originaria de Jicalapa, quien a su vez retoma la historia contada por sus abuelos paternos, Gertrudis Méndez y Margarito Crisol.

Hace mucho tiempo, un pescador encontró a una bella joven que andaba por la playa, quien le dijo que quería irse para Jicalapa y que le fuera a avisar al Alcalde, pero el pescador le dijo que no podía hacerlo  porque estaba pescando, (el trayecto entre la playa y el pueblo se hacía a pié en un lapso de 2 horas) pero ante la insistencia de la joven, el pescador decidió ir a hacer los que la muchacha quería, pero el Alcalde no le creyó. Al regreso, el pescador encontró su red llena de pescado, lo cual era como un premio a su obediencia.

Santa Úrsula se apareció al pescador  en la playa La Perla, playa situada 10 kilómetros al sur, y 455 metros peña abajo desde Jicalapa. La virgen estaba al final de estero, en una gran roca donde ve una especie de  gradas o camarín donde se dice que estuvo la virgen. En esa especie de cueva, habían unos pequeños cactus que nunca crecían y asemejaban unas candelas que acompañaban la imagen de la santa.

Como el Alcalde no le creyó al pescador, ese día en la noche tuvo un sueño en donde se le apareció la muchacha para revelarle que se quería ir para Jicalapa, por lo que el Alcalde fue al día siguiente a la playa y encontró a la muchacha y le dijo que la iba a traer, a lo cual la muchacha se negó porque le dijo que para que la tocaran debían de ayunar y así poder irse con el.

El 13 de octubre volvieron a ayunar y se fueron a traer a la muchacha ese mismo día, acompañados por el pito y el tambor y la milicia, compuesta por un Alférez, un sargento y cabos.

 La fueron a traer a la playa y la llevaron por las veredas y las peñas, En la vereda por donde traían a la virgen desde la playa, hicieron un descanso en el lugar donde hay una roca  conocida como “Mojaculo” porque es un lugar estrecho y resbaladizo, y allí todavía se pueden ver dos hoyitos donde colocaron las candelas que traían en la procesión que acompañaba a la imagen de la santa.

Al pueblo llegaron a las 5 de la tarde y la dejaron en un rancho en las afueras del pueblo, pero al día siguiente no la encontraron en el mismo lugar, sino que la encontraron en el lado puesto del pueblo, en un lugar donde había un gran árbol de ceiba, y la Santa dijo que allí quería que se construyera una iglesia utilizando para ello la madera que saliera del árbol de ceiba y que la iglesia se construyera con la puerta mayor orientada en dirección al Sur, o sea hacia el océano, de donde ella había salido.

La imagen de Santa Úrsula venerada en Jicalapa, es de madera fina, y tiene una capa labrada como parte de la imagen, pero siempre está oculta esa capa con los vestidos que los fieles creyentes le van donando en agradecimiento a sus favores. En la cabeza tiene una corona, símbolo de su realeza y en sus manos tiene la palma del martirio y una espada por ser una virgen guerrera. En los pies tiene unos zapatitos como botines, los cuales tampoco se pueden apreciar por los largos vestidos con que la cubren.

TRADICION


La romería a Santa Úrsula se celebra del 1 al 8 de en febrero, o sea en el verano. El motivo de hacerla en esas fechas es para que los peregrinos pudieran visitarla en una época en que el acceso al pueblo era a través de calles malas. Como en octubre la calle de acceso se ponía intransitable por el invierno, los devotos que querían visitarla en su fecha de martirio no lo podían hacer.

Las fiestas titulares en honor a Santa Úrsula inician el 2 de octubre y culminan el 21 de octubre, día del martirio de esta santa y sus acompañantes.

El primer ayuno se hace el 2 de octubre, en donde no se come nada en el desayuno pero al medio día se comen rellenos y alimentos suaves, menos carnes ni sopas.

El Alcalde convoca a la gente para que ayunen el 2 de octubre, tal como lo hicieron el día que la fueron a traer a la virgen a la playa. Por la tarde de ese día, se enciende una candela en la iglesia, en una procesión acompañada por pito y tambor, en señal de que han ayunado. También aparecen los garrucheros designados por el Alcalde.

Los garrucheros tiene la responsabilidad de ir el 9 de octubre a cortar dos árboles que tienen unas gradas parecidos a dedos, para luego adornarlos con mazorcas de cacao, maíz y hojas, en una ceremonia especial que se celebra el 19 de octubre en la Alcaldía. Los árboles se encuentran por el area de Chiltiupán, y se llaman árboles para garrucha.

El 9 de octubre da inicio en la Cofradía la novena en honor a Santa Úrsula, la cual culmina el 17 de octubre.

El 11 de octubre, antes hacían un banquete en donde se comía carnero por parte de la Cofradía de Santa Úrsula, que también realiza actividades específicas para celebrar las fiestas patronales. Las personas responsables de la cofradía son la madrina, la mayora y “las siguientes”. Después donaban un cerdo para sacrificarlo el 20 de octubre, en la víspera de la fiesta titular. En la alcaldía se preparan varias gallinas bien horneadas y sopas para servirlas ese mismo día. También se preparan los “tamales de arriebata”, que son pelotitas elaborados con masa de maíz y sal, envueltos en hoja de plátano.  En la actualidad todavía funciona la cofradía, pero ya no tiene la misma estructura que antes, aunque siempre donan el cerdo para la víspera de la fiesta.

El 12 de octubre, los historiantes hacen vigilia con sus máscaras en la casa del mayordomo de la cofradía, para poder presentarse en las festividades del día siguiente.

El 13 de octubre se prepara una bebida especial llamado “pinol”, hecho de agua hirviendo con maíz, pero de una variedad especial llamada “maíz majoco”, que se cultiva todos los años en la región de Jicalapa, específicamente para esa celebración. Ese grano de maíz es de consistencia porosa y blanda, especial para esa bebida. Luego de haber tomado todos el “pinol”, van a la iglesia  con candelas y flores para recordar la llegada de la virgen al pueblo, que como ya se señaló fue a las 5 de la tarde.

El mismo día 13 por la noche, se celebra un baile entre el Alcalde y una señora designada como “la Madrina”, luego baila con los miembros de la milicia. Esa noche reparten entre los presentes el “pinol”, para luego repartir atole y chocolate con pan de bizcocho. Algunos toman “chicha”, una bebida alcohólica preparada con maíz y frutas fermentadas.

Los historiantes representan la historia de David contra Goliat, y bailan afuera al son de una caja y de pito. Todos lanzan vivas a la madrina, al sargento, al alcalde y por supuesto a Santa Úrsula.  Ese día inicia la novena a Santa Úrsula, para culminarla el 21 de octubre.

El mismo 13 de octubre se disparaban con arcabuces, pero para que no hubiera peligro para los que disparaban, se recomendaba hacer ayuno, Se dieron casos de personas que quedaron mutiladas de sus dedos por haber explotado los arcabuces en sus manos. Hoy se utilizan bombas confeccionadas con pólvora.   Los historiantes bailan en el patio de la Iglesia las 5.00 de la tarde y el sargento con la milicia bailan “la partesana”, que es ejecutada con una vara de madera con una punta de metal. Ese artefacto lo guarda en la Alcaldía Municipal y solo lo sacan el 13 de Octubre para celebrar la entrada de Santa Úrsula a Jicalapa.

El 19 de octubre, la Alcaldía prepara la ‘garrucha”, la adornan y la llevan en procesión para la iglesia por la noche, acompañado por los historiantes con música del pito y tambor. La garrucha es transportada por los garrucheros porque cada uno de los arboles miden como 3 metros, luego colocan la garrucha en la iglesia para adornar el altar.

El 20 de octubre, la cofradía prepara los tamales hechos con el cerdo que cada año donan. En la iglesia,  el altar amanece ya bien adornado con la garrucha, por la noche se hace un baile en la cofradía a la que asiste el Alcalde con su concejo municipal y bailan con las “serviciales” de la cofradía y con los “muñidores”.  Antes se hacía un sermón en la iglesia, pero hoy se hace una misa en la víspera de la fiesta y otra el propio día.
Las fiestas culminan el 21 de Octubre, con una solemne misa para conmemorar el martirio de Santa Úrsula. Como el pueblo no tiene sacerdote de planta, tiene que llegar uno de fuera para celebrar esa solemne misa. Normalmente, la iglesia permanece cerrada, a cargo de un sacristán que la abre solamente cuando hay actividades programadas de la comunidad.

También se realiza una romería el martes de Pascua, después de la Semana Santa, llamada “Romería de los Sonsonatecos”, debido a que la mayoría de peregrinos llegan desde la ciudad de Sonsonate. Estos devotos organizan diversas actividades a lo largo del año para reunir fondos con los que realizan esta romería.

La procesión la inician desde el vecino pueblo de Teotepeque, con una pequeña imagen de Santa Úrsula, quien es acompañada de la imagen del Santo Niño de Atocha, las cuales llevan en andas, siendo acompañados en el trayecto con música de banda y explosiones de cohetes de vara. A su llegada al pueblo de Jicalapa, realizan algunas actividades en la comunidad, como juegos para los niños y payasos, entre otras cosas.

Por la noche realizan un baile con música de banda y quema de pólvora.

TESTIMONIOS DE MILAGROS

La Sra. Consuelo Crisol, cuenta que cuando tenía nueve años sufrió de una rara enfermedad, ya que le daba por vomitar, se mareaba y perdía la razón. Su papá la llevó a un doctor en Santa Tecla, quien le dijo que su caso no tenía remedio y que se iba  morir, ante lo cual, preocupado por el estado de su hija, le pidió a Santa Úrsula que curara a la niña, prometiéndole que la niña sería servicial de su cofradía. Luego, otro día, su papá la llevó a Teotepeque, a la farmacia de don Manuel Martínez, a quien le contaron el caso. Don Manuel le dio una medicina que dijo que era la que iba a curarla. Luego de varios días de aplicar la medicina, la enfermedad desapareció, por lo que doña Consuelo dice que le servirá a Santa Úrsula hasta el día que muera.

En los años 50’s durante una celebración de misa, sucedió un hecho increíble: durante una controversial homilía que un sacerdote predicaba, los presentes escucharon de pronto un ruido como de las olas del mar moviéndose con violencia, por lo que los asistentes se alarmaron pensando que el mar había inundado el templo, originándose una desocupación masiva del templo. Algunos pensaban que era un terremoto, pero lo curioso era que solo se experimentaba ese ruido en el área de la iglesia, ya que cuando salieron, todo estaba tranquilo en el pueblo, como de costumbre.

Algunos vecinos cuentan que en varias ocasiones se ha visto a una bella joven desconocida que sale a bañarse al mar, pero que inexplicablemente desaparece en un abrir y cerrar de ojos. Se cree que Santa Úrsula es esa bella muchacha. En la actualidad persiste la creencia que la Santa acostumbra a irse a bañar al mar.

Cuentan que en la década de los 80s había un pequeño destacamento militar en el pueblo, y una noche se les presentó una extraña mujer que al ser preguntada el porqué andaba a esas horas de la noche, dijo, señalando hacia la iglesia, que iba para esa casa, porque allí vivía y un momento después había desaparecido. Otros testigos dicen que ese día vieron a una mujer caminando por la noche oscura como si fuera de día.

En 1969, para el tiempo de la guerra con Honduras, unos miembros de la Guardia Nacional que estaban destacado en Teotepeque, visitaron as la familia Crisol en Jicalapa y les contaron que pronto irían la al guerra, pero que no sabían si iban a regresar vivos. El padre de Doña Consuelo, gran devoto de Santa Úrsula, les dijo  que pidieran protección a la santa. El finalizar esta corta guerra, llegaron de regreso contando admirados que en la guerra se les apareció una señora desconocida que andaba repartiendo municiones en un canasto que debe haber pesado mucho porque lo levaba completamente lleno.

Santa Úrsula no deja de ser milagrosa. En el 2007, un bus repleto de devotos de Panchimalco estaba a punto de ingresar a Jicalapa cuando se deslizó hacia uno de los precipicios. El milagro: el bus quedó colgando de un árbol. Todos salieron ilesos y atribuyeron el milagro a Santa Úrsula.
 

viernes, 17 de agosto de 2012

Flos Sactorum. Biografia de Santa Ursula

Por el Padre Pedro de Ribadaneira


(Toledo, 1527- Madrid, 1611) Jesuita español. De familia noble, su verdadero nombre era Ortiz de Cisneros. En Roma conoció a san Ignacio e ingresó en la Compañía (1540); con posterioridad, fue secretario y confidente del fundador. Ordenado sacerdote en 1553, fue promovido al provincialato de Italia y a superior de las fundaciones romanas (1560-1573). Es autor de una Vida de san Ignacio y de Flos sanctorum o Libro de las vidas de los santos (1599).





jueves, 16 de agosto de 2012

Biografía de Santa Ursula. Año Cristiano Edición 1864 P.J. Croisset

Biografía de Santa Ursula y compañeras.



AÑO CRISTIANO TOMO 10
DIA VEINTE Y UNO.
SANTA URSULA Y SUS COMPAÑERAS, VIRGENES Y MARTIRES.

La memoria de santa Úrsula y sus compañeras fue tan celebre en toda la universal Iglesia desde el fin del cuarto siglo, a cuyo tiempo se señala la época de su glorioso martirio, que, habiéndose perdido la verdadera historia de él , los más de los escritores se tomaron la libertad de sustituir otra según el genio particular de cada uno, llena por la mayor parte de hechos fabulosos y de circunstancias poco verosimiles.

La más segura es la que se halla en un manuscrito muy antiguo, que se conserva en el Vaticano, y de él hemos sacado nosotros la que vamos a referir.

Nació santa Úrsula hacia el año 362 en la isla de la Gran Bretaña, donde reinaba a la sazón con esplendor y con fervor la religión cristiana en la mayor parte de sus provincias. Fue hija de Dionot, rey de Cornuaille, y de Daria, princesa en nada inferior a su marido, ni en la nobleza de la sangre, ni en el ejercicio de la virtud, en que colocaba todo el verdadero merito. Siendo los padres tan virtuosos, desde luego reconocieron por una de sus más esenciales obligaciones la cristiana educación de su hija, creciendo el cuidado con que se dedicaron a desempeñarla a vista de las bellas prendas que casi desde la cuna comenzaron a despuntar en la tiernecita princesa.


En ninguna niña se descubrió nunca ni entendimiento más brillante, ni natural más feliz; en fin, todo lo que admira, todo lo que enamora y todo lo que embelesa en aquella tierna edad, todo se veía reunido en la niña Úrsula. Un corazón noble, benéfico, generoso; un espíritu vivo, desembarazado, dócil; unas inclinaciones propensas todas a la virtud, y una hermosura tan peregrina, que en la edad de doce años era ya celebrada Úrsula por una de las más hermosas princesas de toda la Europa. A todas estas brillantes cualidades añadía nuevo esplendor y nuevo lustre su sobresaliente virtud. Siendo Úrsula de tan despejado entendimiento, necesariamente había de descubrir la vanidad de todos los bienes criados y la falsa brillantez de todas las grandezas del mundo.

Este fondo de religión con que el cielo la había prevenido desde su infancia iba perfeccionando cada día mas y mas las luces de su razón y los movimientos de su espíritu, desestimando ella misma aquella su rara hermosura que tanto celebraban los demás, por considerarla como una caduca flor que se comienza a marchitar desde que comienza a lucir. Por esto, nunca fue de su gusto el fausto, ni la ostentación, ni la magnificencia, que nacen, digámoslo así, con las princesas.

Desde sus primeros anos comprendió que en todos los estados debía ser la modestia el más bello
ornamento de una doncella cristiana; y despreciando generosamente las mas lisonjeras esperanzas de su alto nacimiento, los mas halagüeños atractivos de la corte, y los más delicados inciensos del general aplauso, no bien conoció a Jesucristo cuando deseo con apasionado amor no tener nunca otro esposo. Ni el Salvador la había prevenido con tantas y tan singulares gracias sino para formar en Úrsula una de sus más queridas esposas, siendo la tierna devoción que el mismo le había inspirado a su divina madre la Virgen de las vírgenes, como dichoso presagio de que nunca perdería la flor de la virginidad, a la que el Señor quiso también añadir la gloria de mártir.

Era general de las tropas del emperador Graciano en la Gran Bretaña el tirano Máximo, por sobrenombre Flavio Magno Clemente, el cual se hizo proclamar emperador el ano de 382; paso el mar, y desembarco con todo su ejército en las costas de aquella parte de las Galias que se llamaba Armorica, es decir, marítima, y se apodero de toda ella. Uno de sus oficiales generales, llamado Conan, príncipe bretón y cristiano de profesión, se señalo tanto en aquella expedición por su valor y por su conducta, que Máximo le hizo gobernador de la Armorica, la que poco después se llamo menor Bretaña, cuando Conan la comenzó a mandar con el titulo de duque , que también se le confirió. Estableció el duque su residencia en la ciudad de Nantes, y dejo en el país una gran parte de tropas, compuesta casi toda de Bretones o de Ingleses; y como no estaba casado, determino buscar una mujer, en cuya elección tuvo poco en que detenerse, no ignorando las bellas prendas de que estaba Úrsula dotada, su virtud y su rara hermosura.

Envió una diputación al rey de Cornualles, pidiéndole a su hija la princesa para esposa; y como casi todos los señores que le seguían, oficiales y soldados, estaban también solteros, encargo a los diputados que juntamente con la princesa trajesen también de la isla todas las doncellas que pudiesen para casarlas con ellos. Fueron recibidos del rey con distinción; y como tenia bien conocido el merito del duque, oyó con gusto la proposición que se le hizo de su parte, y prometió darle por esposa a la princesa su hija; pero no le fue tan fácil lograr su consentimiento por esta alianza, aunque tan ventajosa, y aunque Conan era un príncipe cristiano, dueño ya y soberano de una de las provincias más dilatadas y mas opulentas de las Galias. Eran diferentes los pensamientos de Úrsula; porque, educada en la virtud, y criada en un gran concepto, amor y estimación de la virginidad, oyó con disgusto la proposición, y no dio respuesta a ella. Amábala tiernamente el rey su padre; pero sin embargo, pareciéndole que aquel matrimonio era muy ventajoso para ella y para él, determino valerse de toda su autoridad para obligarla al consentimiento.

En vano le represento lo mucho que la repugnaba aquel estado, y su deseo de no conocer otro esposo que al mismo Jesucristo; nada pudieron adelantar sus ruegos, ni sus razones, ni sus lagrimas. En fin, arrancóle su consentimiento la rendida sumisión que profesaba a sus padres, pero reservándose la libertad de. apelar a las ordenes del mismo Dios; y animada con una viva confianza en la bondad de aquel divino Salvador, a quien deseaba ardientemente tener por esposo, se fue a postrar a sus pies, y le suplico se dignase de admitirla por esposa suya .

Bien sabéis vos, divino dueño mío, decía Úrsula en su fervorosa oración, bien sabéis vos los más íntimos afectos de mi pobre corazón: las grandezas del mundo no le han tentado jamás, ni mucho menos le han podido deslumbrar todas sus aparentes brillanteces. Vos solo sois el dulce objeto de sus amorosas ansias; vos el único blanco a que se dirigen sus encendidos proyectos. Arbitro sois, dueño sois de todos los sucesos de la vida; fácilmente podréis desbaratar todas las medidas de los hombres, por concertadas que sean. No desechéis, Señor, mis humildísimos ruegos; dignaos tomar debajo de vuestra protección a la menor de todas vuestras esclavas; dirigidlo todo a mi salvación y a vuestra gloria, según vuestra santa y divina voluntad.

Ibanse acalorando entre tanto los preparativos para el embarco de la princesa, y de todas partes se había juntado gran número de doncellas, las más señoras de distinción, que debían acompañar a Úrsula, yendo destinadas para esposas de los oficiales bretones.

Cuando todo estuvo prevenido para el embarco, pasaron a Londres Úrsula y sus compañeras. Esperaron tiempo favorable para hacerse a la vela, y entre tanto tenia Úrsula frecuentes conversaciones con ellas, hablándoles por lo común de la falsa brillantez de los bienes, honras y estimaciones de esta vida, de la insustancialidad y apariencia de las grandezas del mundo, de su caducidad y poca subsistencia; y como eran todas cristianas, dejaba caer muchas veces la conversación sobre la dicha de aquellas felices almas que no tenían otro esposo que a Jesucristo.

Poseía la santa eminentemente todas aquellas prendas que embelesan, ganando los corazones; era en alto grado discreta y entendida; hablaba con gracia y con gala; era en extremo virtuosa, y acompañaba todos estos grandes talentos con una suavidad y con una modestia que verdaderamente encantaban; con lo que, se hizo tan dueña de la estimación y de los corazones de todas aquellas doncellas, que ya lodos sus deseos y toda su ambición se reducía a no querer amar a otro que solo a Jesucristo. Nunca vio el mundo tanto número de doncellas juntas mas cristianas.

Era Úrsula su modelo, y sus ejemplos dejaban muy atrás a sus palabras. Púsose en fin el viento favorable para hacer en breve tiempo el tránsito de Inglaterra a la menor Bretaña, y se embarco toda aquella numerosa comitiva de santas vírgenes; pero Úrsula jamás perdía de vista la estrella que la guiaba; y aunque los vientos eran muy favorables para arribar en pocas horas a las costas que buscaban, siempre conservo la esperanza de ver cumplidos sus fervorosos deseos. Con efecto, apenas perdieron de vista las de Inglaterra cuando se levanto una furiosa tormenta, que lleno de terror a toda la escuadra, amenazándola con un funesto naufragio.

No dudo entonces santa Úrsula que Dios había oído sus amorosas ansias; estaban todas y todos en una silenciosa consternación, y sola Úrsula se mantenía serena, tranquila y distante de todo temor. Animo, hijas mías, decía a sus compañeras con un aire y en un tono que manifestaba visiblemente su confianza y su alegría, animo, y nada temáis. Servimos a un Dios y tenemos un esposo que manda a los vientos y a los mares; sacrifiquémosle generosamente nuestras vidas, y dejemos los horrores de la muerte a los que tienen la desgracia de no conocerle; pero nosotras tengamos confianza en su gran misericordia.

Sosegó a todas sus compañeras, y aun a toda la tripulación la intrépida seguridad de nuestra santa; pero enfureciéndose los vientos cada instante más y más, y cediendo en fin los buques a las tempestades, toda la escuadra fue arrojada hacia los mares del norte, sobre las costas de la Galia Bélgica. Abrigóse Úrsula con su ilustre tropa en el puerto de Tiel, hacia la embocadura del Rin, en el país que se llama hoy el ducado de Gueldres, y se asegura que desde allí, siguiendo la corriente del mismo Rin, navego hasta Colonia, teatro del glorioso triunfo que el cielo les tenia prevenido.

Noticioso el emperador Graciano del levantamiento del tirano Máximo, e informado de su desembarco en las costas de las Galias, hallándose sin suficiente numero de tropas para hacerle resistencia, llamo en su socorro a los Hunos, nación barbará de la antigua Sarmacia, que, habiendo salido de los confines de su país, se había derramado por toda la Germania, ocupando a lo largo las márgenes del Rin, y extendiéndose hasta la Galia Bélgica. Eran naturalmente crueles y feroces; y añadiéndose a esto las supersticiones paganas, de que todos hacían profesión, llevaban la desolación por todos los países donde ponían el pie.

Mandaba a estos barbaros su general Gauno que tenía entonces la campana por el emperador Graciano contra el tirano Máximo; y luego que descubrieron navíos bretones, enemigos del emperador, los atacaron, y se apoderaron de ellos fácilmente por el corto número de soldados que los venían escoltando. No cabe en la expresión lo sorprendidos que quedaron al ver que toda aquella flota solo venia cargada de doncellas cristianas, destinadas para ser esposas de los oficiales y de los soldados bretones, sus enemigos, y que era la principal de todas una princesa, futura esposa del duque Conan, generalísimo del ejército de Máximo.

La misma extraña aventura que tanto sorprendió a los barbaros, descubrió a nuestra santa los secretos de una particular providencia, que la lleno de consuelo y de alegría. Entonces conoció Úrsula que habían sido benignamente oídas sus amorosas ansias, y que, admitiéndola Jesucristo por esposa suya, se dignaba añadir a la gloriosa palma de virgen la triunfante corona de mártir. Animada de nuevo valeroso espíritu, y encendida en nuevo fervoroso celo, hablo a todas sus compañeras como heroína cristiana; exalto la preciosísima perla de la virginidad, por cuya conservación debían estar prontas a perder los bienes y la vida; exhortólas con tanta gracia, con tanta viveza y con tanta energía a derramar por la fe hasta la última gota de su sangre, que toda aquella dichosa tropa de vírgenes, convertido en gozo y aliento el primer terror, consideraba ya a los barbaros como ministros de su dicha, y solo suspiraba por la gloriosa corona del martirio.

Quiso el general del ejército ver a Úrsula, cuya peregrina hermosura le habían alabado mucho, y quedo tan ciegamente prendado de ella, que no perdono diligencia ni medio para rendirla, para intimidarla y para vencerla. Pero la santa le hablo con tan cristiana constancia, con tanta resolución y con tanta majestad, que, cambiada en furor la brutal pasión de aquellos barba ros, se arrojaron con espada en mano a todas aquellas vírgenes. A unas las atravesaron con el acero, a otras con las flechas, y a todas las degollaron, pasando todas a aumentar la corte del Cordero celestial, llevando en las manos la duplicada palma del martirio y de la virginidad. Sucedió este glorioso triunfo el día 21 de octubre del año de 383, celebrando desde entonces la santa Iglesia con grande solemnidad la ilustre memoria de santa Úrsula y sus compañeras vírgenes y mártires. Fueron sepultados sus cuerpos en el territorio de Colonia, de donde se esparcieron después sus santas reliquias por toda la cristiandad.

Con el tiempo, se fundó en la Iglesia una celebre congregación de religiosas compuesta de doncellas y de viudas  que siguen la regla de san Agustín, bajo el nombre y la protección de santa Úrsula, y por eso se llaman Ursulinas, las cuales están todas sujetas a los obispos. No es ponderable la utilidad de este instituto en beneficio del público, no solo por los ejemplos de religiosidad, de modestia, de observancia y de todas las virtudes, que tanto edifican en todas partes a los fieles, sino por la bella educación que se da a las niñas y doncellas más adultas, instruyéndolas con tanto celo como caridad y feliz suceso, según el espíritu de su instituto, que, no habiendo degenerado un punto de su primitivo fervor, nunca ha tenido necesidad de reforma.

El ano de 1537 introdujo este instituto en Italia la bienaventurada Ángela de Brescia; el de 1544 le aprobó Paulo III; y el de 1582 le sujeto a la clausura y a los votos religiosos el papa Gregorio XIII, a solicitud de san Carlos Borromeo, que siempre le tuvo muy dentro de su corazón.

El año 1611 fundó las Ursulinas en Francia Magdalena de Huilier, señora de Santa Beuva, siendo el primer convento el de Paris, de donde se extendieron con inmensa utilidad por todo el reino. Es verdad que ya en el ano de 1606 la madre Ana de Jantona de Dijon, tan ilustre por su eminente virtud, como por el celo con que promovió la cristiana educación de las tiernas doncellas, había fundado en Dole las Ursulinas del Franco Condado, que, sin estar sujetas a la clausura, ha mas de un siglo que son el asombro y la felicidad de los pueblos que logran la dicha de tenerlas, sin que jamás hayan aflojado ni en la perfección, ni en el primitivo fervor de su sagrado instituto, educando a las niñas en el más puro espíritu del cristianismo con el celo que cada día las colma de nuevas bendiciones; edificando a tantos con su ejemplar modestia, como con aquella puntual observancia que nunca se desmintió, y ejercitándose con indecible bien en todas las obras de caridad que se proporcionan a su estado. En breve tiempo hizo maravillosos progresos esta ilustre congregación; pues en menos de treinta años se vio propagada en Dole, en Vesoult, en Besanzon, en San Hipolito, en Arbois, en Porentruy, en Grav, en Pontalier, en Friburg de los Suizos, en Lucerna, en Cleval y Ornans.

La misa es en honor de las santas, y la oración la siguiente:

Da nobis, quaesumus, Domine
Deus noster , sanctarum virgirnirn
fet martyrum tuanim Ursula;
et sociarum ejus paimas incessabili
devotione venerari, ut
quas digna mente non possumus
celebrare, humiiibus sallem
frequentemus obsequiis.
Per Dominum nostrum.,,

 Suplicámoste, Señor Dios
nuestro, nos concedas la gracia
de que veneremos con tierna
y continua devoción los triunfos
de las santas vírgenes y mártires
Úrsula y sus compañeras,
para que, ya que no podemos
honrarlas como merecen, les
tributemos a lo menos nuestros
humildes obsequios. Por nuestro Señor...



Enciclopedia Católica. Santa Ursula y las Once Mil Vírgenes


La historia de estas célebres vírgenes de Colonia descansa en diez líneas, que además están sujetas a discusión. Esta leyenda, con sus incontables variantes y aumentados eventos fabulosos, podría llenar más de un centenar de páginas. Varias características de la misma ya han sido consideradas con sospecha por ciertos escritores medievales, y desde Baronius han sido universalmente rechazadas. Subsecuentemente, a pesar de esfuerzos realizados más ingeniosos que científicos para salvar cuando menos parte de ella, el carácter apócrifo de su totalidad ha sido reconocido en forma gradual. Resumiendo, para la sólida reconstrucción de la verdadera historia de las vírgenes mártires, solo existe la inscripción de Clematius y algunos detalles suministrados por antiguos libros litúrgicos. Desgraciadamente, estos últimos son muy escuetos, y la inscripción es en parte extremadamente oscura. Este documento, tallado en una roca que puede ser observada en el coro de la Iglesia de Santa Úrsula en Colonia, esta acuñada en los siguientes términos:

DIVINIS FLAMMEIS VISIONIB. FREQVENTER
ADMONIT. ET VIRTVTIS MAGNÆ MAI
IESTATIS MARTYRII CAELESTIVM VIRGIN
IMMINENTIVM EX PARTIB. ORIENTIS
EXSIBITVS PRO VOTO CLEMATIVS V. C. DE
PROPRIO IN LOCO SVO HANC BASILICA
VOTO QVOD DEBEBAT A FVNDAMENTIS
RESTITVIT SI QVIS AVTEM SVPER TANTAM
MAIIESTATEM HVIIVS BASILICÆ VBI SANC
TAE VIRGINES PRO NOMINE. XPI. SAN
GVINEM SVVM FVDERVNT CORPVS ALICVIIVS
DEPOSVERIT EXCEPTIS VIRCINIB.
SCIAT SE
SEMPITERNIS TARTARI IGNIB. PVNIENDVM

Su autenticidad, que es aceptada más allá de la sombra de la duda por los más eminentes epigrafistas ( de Rossi, Ritschl), en algunas ocasiones ha sido puesta en duda sin una razón justificada, y Domaszewski (C.I.L.,XIII, ii, 2, no. 1313) se equivoca al constar que la roca no fue tallada hasta el siglo quincuagésimo. La inscripción pertenece indisputadamente al siglo quinto cuando muy tarde, y muy probablemente al cuarto. La reciente hipótesis de Reise, la cual establece que las primeras ocho líneas, hasta la palabra RESTITVIT, pertenece al siglo cuarto, mientras que el resto fue añadido en el noveno, es más elegante que sólida. Con mayor razón aún debemos de rechazar como puramente arbitraria la de J.Ficker, que divide las primeras ocho líneas en dos partes, la primera de origen pagano anterior a la Era Cristiana, la segunda proveniente del siglo segundo. Pero a pesar de su autenticidad la inscripción está lejos de ser clara. Muchos intentos se han realizado para interpretarla, ninguno de ellos satisfactoriamente, pero al menos el siguiente contenido se puede obtener: Un tal Clematius, un hombre con rango senatorial, que al parecer vivió en el Oriente antes de ir a Colonia, fue guiado por frecuentes visiones para reconstruir en esta ciudad, en tierra de su propiedad, una basílica que había caído en ruinas, en honor de las vírgenes que sufrieron martirio en ese sitio.

Este breve texto es muy importante, porque testifica la existencia de una basílica previa, proveniente tal vez de comienzos del siglo cuarto, y si no del período pre-Constantiniano.

Por el culto auténtico y por lo tanto por la actual existencia de las vírgenes mártires, es una garantía de gran valor, pero se debe de agregar que la fecha exacta de la inscripción es desconocida, y la información que proporciona es muy vaga. La misma no indica el número de vírgenes, sus nombres, o el período de su martirio. Ni tampoco ningún otro documento proporciona detalles probables del último punto. Nuestra ignorancia en los primeros dos es atenuada en cierto grado por la mención de la fecha Octubre 21 en varios textos litúrgicos (martirologios, calendarios, letanías) de las vírgenes de Colonia, ahora cinco, ahora ocho, ahora once, por ejemplo: Úrsula, Sencia, Gregoria, Pinnosa, Martha, Saula, Brítula, Saturnina, Rabacia, Saturia, y Paladia. Sin duda alguna ninguno de estos documentos es anterior al siglo noveno, pero son independientes de la leyenda, que para entonces ya había empezado a circular, y su evidencia no debe de ser pasada por alto completamente. Es de notar que en solo uno de estos se enlista a Úrsula en primer lugar.

Posterior a la inscripción de Clematius hay un hueco de casi quinientos años en nuestros documentos, ya que no se encuentra trazas de las mártires hasta el siglo noveno. El texto escrito más antiguo, "Sermo in natali sanctarum Coloniensium virginum", que aparenta ser de este período, sirve para probar que en Colonia no había una tradición específica relacionada con las mártires vírgenes. De acuerdo a esto, eran tantas como miles en números, y sufrieron persecución durante el reinado de Dioclesiano y Maximiano. Los nombres de unas cuantas de ellas son conocidos, y de estos el escritor da solo uno, el de Pinnosa, que entonces era considerada la más importante del grupo. Algunas personas, probablemente de acuerdo con una interpretación, ciertamente cuestionable, de la inscripción de Clematius, las consideraban provenientes del Este, y las conectaban con los mártires de la Legión Tebana; otros las consideraban nativas de la Gran Bretaña, y esta es la opinión compartida por los autores del " Sermo ". Aparentemente algún tiempo después del " Sermo" encontramos el martirologio de Wandalberto de Prum, compilado alrededor de 850 que menciona a varias miles de vírgenes. Por otra parte Usuard, en su martirologio fechado alrededor de 875, menciona solamente " Martha y Saula con muchas otras" . Pero desde una época tan temprana como el final del siglo noveno o comienzos del décimo, la frase " las once mil vírgenes" es admitida sin disputa. Como fue que se llegó a este número? Todo tipo de explicaciones se han ofrecido, algunas más ingeniosas que otras. La principal y más aceptadas suposiciones es que provienen de varios errores de lectura o de interpretación, e.g., " Úrsula y sus once mil acompañantes" proviene de los dos nombres Úrsula y Undecimillia (Sirmond), o de Úrsula y Ximillia (Leibniz), o de la abreviatura XI.M.V. ( undecim martyres virgines), mal interpretada como undecim millia virginum, etc. También se ha conjeturado, y esto es menos arbitrario, que es la combinación de las once virgenes mencionadas en los antiguos libros litúrgicos con la figura de varios miles (millia) dada por Wandalberto. Como quiera que sea, este número es desde entonces aceptado, así como el origen Británico de las santas, mientras que Úrsula sustituye a Pinnosa tomando el puesto principal entre las vírgenes de Colonia.

Las experiencias de Úrsula y sus once mil acompañantes se volvieron el tema de un piadoso romancero que adquirió considerable celebridad. Además de las subsecuentes revisiones de esta historia existen dos antiguas versiones, ambas originarias de Colonia. Una de estas (Fuit tempore pervetusto) proviene dela segunda mitad del siglo noveno (969-76), y fue raramente copiado durante la Edad Media. El otro ( Regnante Domino), también compilado en el siglo noveno, gozó de amplia circulación, pero agrega poca cosa de importancia al primero. El autor del último, probablemente para ganar más aceptación a su relato, reclama haberlo recibido de alguien que en turno lo escuchó de los labios de San Dunstan de Canterbury, sin embargo los serios anacronismos que el comete en su relato lo colocan bajo la duda. Este relato legendario es bien conocido: Úrsula, hija de un rey Cristiano de la Gran Bretaña, fue pedida en matrimonio por el hijo de un gran rey pagano. Deseando conservarse virgen, obtuvo una demora de tres años. A su solicitud se le dieron diez mujeres jóvenes de noble cuna, y ella y cada una de las diez fueron acompañadas por mil vírgenes, y todo este grupo, embarcó en once barcos navegando por tres años. Cuando el plazo se venció, y el prometido de Úrsula estaba a punto de reclamarla, una ráfaga de viento llevó a las once mil lejos de las costas de Inglaterra, llegando primero por el agua a Colonia y de ahí a Basilea, y después por tierra de Basilea a Roma. Finalmente retornaron a Colonia, donde fueron asesinadas por los Hunos por su odio a la Fe.

El origen literario de este romancero no es fácil de determinar. Aparte de la inscripción de Clematius, transcrita en la Pasión "Fuit tempore" y parafraseada en la Pasión "Regnanate Domino" y en el " Sermo in natali ", los escritores aparentemente tenían conocimiento de una leyenda Gálica de la cual una versión tardía es encontrada en Geoffrey de Monmouth: El usurpador Maximus ( como Geoffrey se refiere al Emperador Maximiano), habiendo conquistado la Armórica Británica, envió ahí desde la Gran Bretaña 100,000 colonos y 30,000 soldados, y habiendo entregado el gobierno de Armórica a su antiguo enemigo, ahora su amigo, el príncipe Bretón, Conanus Meriadocus. Este último decidió traer mujeres desde Gran Bretaña para casarlas con sus súbditos, para cuyo fin apeló a Dionotus, Rey de Cornwall, para que le enviara su hija Úrsula, acompañada de 11,000 vírgenes nobles y otras 60,000 mujeres jóvenes. Cuando la flota que las transportaba hacia Armórica, una violenta tormenta destruyó algunas de las embarcaciones y acarreó el resto de ellas a las islas bárbaras en Germania, donde las vírgenes fueron asesinadas por los Hunos y los Pictos. Las improbabilidades, inconsistencias, y anacronismos del relato de Geoffrey son evidentes, y han tenido que ser tratados frecuentemente en detalle: más aún la historia de Úrsula y sus acompañantes está arropada con un carácter menos idealizado que en las Pasiones de Colonia. Sin embargo, este relato ha sido considerado por varios escritores desde Baronius como poseedor de un resumen de la verdadera historia de las santas mártires. Al igual que las Pasiones de Colonia, ha sido sometida al proceso del método anti-científico, consistente en dejar fuera como falsas las improbabilidades, imposibilidades, y fábulas manifiestas, y considerar el resto como historia auténtica. Como consecuencia de esto dos temas esenciales se conservan: el origen Británico de las santas y su masacre por los Hunos; y entonces, de acuerdo a la adhesión dada en el " Sermo in natali ", Geoffrey de Monmouth, o la Pasión "Regnante Domino" , el martirio de Santa Úrsula es colocado en los siglos tercero, cuarto, o quinto. Para poder responder a todos los detalles, dos masacres de vírgenes en Colonia han sido aceptadas, una en el siglo tercero, la otra en el quinto. Las diferentes soluciones con sus variantes sugeridas por los estudiosos, algunas veces con ligereza, otras con profundo estudio, todas comparten el importante defecto de estar basados en documentos relativamente tardíos, desautorizados y desfigurados por fábulas manifiestas. Ninguna conclusión se puede obtener de estos textos. Aún así, las fábulas que contienen son insignificantes en comparación con aquellas que fueron inventadas y propagadas posteriormente. Como actualmente son rechazadas sin vacilación por todos, es suficiente mencionarlas brevemente. En el siglo décimo-segundo fueron descubiertos en el Ager Ursulanus en Colonia, distantes de la Iglesia de Santa Úrsula, esqueletos no solamente de mujeres, pero también de niños pequeños, e incluso de hombres, y con ellos inscripciones que son imposibles de no reconocer como burdas falsificaciones. Todo esto dio origen a una cantidad de fantásticas leyendas, que están contenidas en los relatos de la visión de Santa Elizabeth de Schonau, y de un religioso que ha sido considerado como idéntico al Beato Hermann Joseph de Steinfeld. Debe notarse de paso que las visiones han jugado un rol importante en la cuestión de las Once Mil Vírgenes, como se puede observar en aquellas de Clematius y de la monja Helintrude contenidas en la Ager Ursulanus, resultando en proporcionar los nombres de gran cantidad de los acompañantes masculinos y femeninos de Úrsula, en particular--y lo que sigue puede dar idea del resto-- que un Papa Ciriaco, un nativo de la Gran Bretaña, que se dice que recibió a las vírgenes durante su peregrinaje a Roma, abdicó a su trono papal para poder seguirlas, y ser martirizado con ellas en Colonia. Sin duda es tempranamente reconocido que este Papa Ciriaco es desconocido en los registros pontificios, pero esto, se dice que debido a que los cardenales, disgustados con su abdicación, borraron su nombre de todos los libros. A pesar de que la historia de estas santas de Colonia es oscura y muy corta, su culto está muy diseminado, y tomaría un volumen relatar en detalle sus abundantes y notables manifestaciones. Para mencionar solo dos características, desde el siglo décimo-segundo una gran cantidad de reliquias han sido enviadas desde Colonia, no solamente a los países vecinos pero también a través de toda la Cristiandad Occidental, e incluso a la India y China. La leyenda de las Once Mil Vírgenes ha sido fuente de inspiración de numerosas obras de arte, muchas de ellas del más alto mérito artístico, las más famosas siendo las pinturas de los viejos maestros de Colonia, aquellas de Memling en Brujas, y las de Carpaccio en Venecia.

La Orden de las Ursulina, fundada en 1535 por Santa Ángela de Merici, especialmente dedicada a la educación de las jovencitas, ha también asistido en llevar a través del mundo el nombre y devoción de Santa Úrsula.

Para la inscripción de Clematius, frecuentemente publicada y comentada véase KRAUS, Die Christliche Inshriften der Rheinlande, I (1890), 143-47. Los relatos Latinos de las Once Mil Vírgenes, con mención de todas las ediciones, han sido catalogadas por los Bolandistas en le Biblioteca Hagiográfica Latina, no. 8426-51. Véase también KROMBACH, S. Ursula vindicata (Cologne, 1847), una gran compilación no crítica; RETTBERG, Kirchengeschichte Deutschlands, I (1846), III, 23; SCHADE, Die Sage von der heiligen Ursula (Hanover, 1854), un ensayo en que la exégesis es desgraciadamente mitológica; DE BUCK in Acta SS., Oct. III, 73-303; FRIEDRICH, Kirchengeshichte Deutschlands, I (1867), 141-66; KLINKENBERG in Jahrb=81cher des Vereins von Alterthumsfreunden im Rheinland, LXXXVIII (1889), 79- 95; LXXXIX (1890), 105-34; XCIII (1892), 130-79; D=9ANTZER, ibidem (1890), 150-63; DELPY, Die Legende von der heiligen Ursula in der K=94lner Malerschule (Cologne, 1901); TOUT, Leyenda de Santa Úrsula en Ensayos Históricos, por miembros del Owens College, Manchester (London, 1902), 17-56; MAIN, L'inscription de Clematius in M=82langes Paul Fabre (Paris, 1902), 51-64; HAUCK, Kirchengeschichte Deutschlands, I (1887), 24-25 (3rd-4th ed., 1904), 25; REISE, Die Inschrift des Clematius in Bonner Jahrb=81cher, CXVIII (1909), 236-45; ZILLIKEN, ibid., CXIX (1910) 108-09; cf. Analecta bollandiana, X, 476; XVI, 97-99; XXII, 109-11; XXIII, 351-55; XXX, 339; 362-63.

ALBERT PONCELET
Transcrito por Robert B. Olson
Traducido por Edmundo B Durell.
Ofrecido a Dios Todopoderoso por su generosidad y bondades recibidas.


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