Lapida

Lapida
Lápida en Basílica de Santa Ursula en Colonia, Alemania

martes, 18 de septiembre de 2012

Obras de arte varias sobre Santa Ursula


Maestro Segoviano de las Once Mil Vírgenes.
Maestro de las Once mil Vírgenes (activo a finales del siglo xv):

Santa Úrsula y las once mil vírgenes (detalle)
Tabla, 112 x 79 cm
Núm. de inventario: 1293



En esta tabla del anónimo pintor conocido como el Maestro segoviano de las Once mil vírgenes, activo en la capital castellana en el último cuarto de la decimoquinta centuria, Úrsula aparece en el centro de la composición ricamente vestida como es propio de su condición principesca y enarbola un estandarte en calidad de cabecilla del femenil ejército, representado por un número elevadísimo de cabecillas de las que, en la mayor parte de los casos, se ve sólo la zona superior. Acompañan a la titular el papa Ciriaco, dos cardenales y cuatro obispos que salieron a recibir esta singular armada a su llegada a Roma y que más tarde las acompañarían hasta Colonia, así como de Santa Gerásima, reina de Sicilia y tía materna de Úrsula, que aparece entre ésta y el pontífice tocada con corona, y que se uniría al grupo junto con sus hijas Babila, Juliana, Victoria y Áurea, tal y como nos relata Jacobo de la Vorágine en su Leyenda Dorada (ca. 1264).

 

Las Grandes Horas de Ana de Bretaña

 Bibliothèque nationale de France, París
 
Las Grandes Horas de Ana de Bretaña es sin duda la obra maestra de la pintura francesa, como corresponde a un manuscrito destinado a la que fue reina de Francia en dos ocasiones: con Carlos VIII y con Luis XII.

Este códice encierra verdaderas pinturas entre sus folios, en lugar de las miniaturas habituales en este tipo de libros. Jean Bourdichon pintó casi cincuenta escenas a toda página enmarcadas en oro sobre el fondo del pergamino tintado en negro. Estas miniaturas son comparables a pinturas sobre tabla o lienzo no sólo por sus dimensiones, sino por sus primeros planos, el uso de la perspectiva, la técnica pictórica, el realismo de los retratos…

La Natividad (f. 51v) es una de las escenas nocturnas más impresionantes jamás pintada en un libro de horas. Los rayos sobrenaturales de la estrella de Belén iluminan de forma mágica una imagen que transmite un claro mensaje teológico. El talento del maestro Jean Bourdichon vuelve a sobresalir en la escena que representa la huída a Egipto (f. 76v), en la que la luz, la atmósfera, el oscuro fondo de montañas rocosas recuerdan la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci. El juego de luces y sombras en la noche estrellada es también magistral en la escena que representa el beso de Judas (f. 227v); las lámparas y las antorchas guían la mirada del espectador para que no se pierda ningún detalle del triste episodio.

Bourdichon realza la intrigante luminosidad de sus colores aplicando delicadas pinceladas de oro para destacar los vestidos, las armaduras, los cabellos, las alas de los ángeles…

Destaca también la inusual originalidad del calendario, que no se limita a pequeñas escenas marginales, sino que incluye pinturas a toda página interrumpidas por el texto enmarcado, sobre el que se sitúa el signo zodiacal de cada mes. Este procedimiento parece no haber sido utilizado en la miniatura francesa con anterioridad a Jean Bourdichon, salvo excepcionalmente en dos manuscritos.

El incomparable herbario que aparece en los márgenes de los folios con texto convierte este manuscrito en un libro de horas sin igual. Los márgenes de este códice revelan todo un tratado de botánica que incluye más de 330 plantas, con su denominación científica en latín, en la parte superior de la imagen, y su nombre popular en francés, en la parte inferior. Este auténtico herbario está además poblado de insectos y pequeños animales que, con sus vivos colores, acentúan la belleza y originalidad de cada miniatura. Se trata en definitiva de dos códices en uno: un libro espiritual para el recogimiento y la oración y una enciclopedia natural, un libro de horas y un tratado de botánica.

El maestro Bourdichon fue pintor de corte de Luis XI, Carlos VIII, Luis XII y Francisco I, y sus pinturas constituyen un claro avance del Gótico hacia el Renacimiento.

Tras la muerte de la duquesa de Bretaña en 1514, sus Grandes Horas cautivaron a Luis XIV, que las trasladó al gabinete de Curiosidades del palacio de Versalles. Su belleza conquistó después a Napoleón III, que las hizo exponer en el Museo de los Soberanos del Louvre, de 1852 a 1872. Hoy es una de las joyas más preciadas de la Bibliothèque nationale de France. No en vano los historiadores del arte consideran las Grandes Horas de Ana de Bretaña como uno de los libros de horas más excepcionales que existen.
  
 
 
 
Hija de un rey inglés, santa Úrsula huyó de Gran Bretaña, que había sido invadida por los hunos, y se refugió, con un gran número de jóvenes cristianas, en las orillas del Rhin. Los hunos las persiguieron y las masacraron salvajemente, como bien ha representado el maestro Bourdichon en las Grandes Horas de Ana de Bretaña, donde la santa muere asaeteada y sus compañeras, decapitadas.

 El pintor refleja con bastante fidelidad la rivera montañosa del Rhin y busca cierto exotismo en los adornos del caballo y en las vestiduras del huno que luce el gran sombrero azul.
El maestro Bourdichon revela sutilmente la identidad de la comitente del magnífico códice que está pintando, ya que el navío en el que ha desembarcado la santa luce en la proa un escudo con las armas de Bretaña.
 
 
Restauración en Valencia del retablo de San Martín,
Santa Úrsula y San Antonio abad
El esplendor del gótico valenciano

El BBVA y la Generalidad Valenciana, a través de la Consejería de Cultura, Educación y Deporte, han querido recuperar el esplendor de uno de los retablos más representativos del gótico internacional. La obra, de Gonçal Peris, data del siglo XV y se expone en el Museo de Bellas Artes de Valencia. La magnífica labor de restauración ha ido acompañada por un libro en el que don José Gómez Frechina analiza la pintura de la época y la trayectoria artística del autor de esta obra maestra.

  
Retablo de San Martín, Santa Úrsula
y San Antonio abad, de Gonçal Peris

El retablo de San Martín, Santa Úrsula y San Antonio abad, de don Gonçal Peris, tiene el honor de aparecer en la inmensa mayoría de los libros de arte dedicados al gótico internacional. Hoy, ha recobrado la luz que el paso del tiempo había ocultado bajo capas de suciedad y algunos vacíos en la pintura. Gracias al esfuerzo restaurador de un amplio equipo de profesionales y al aporte económico del BBVA, esta obra, que hoy se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia, pero que tuvo su emplazamiento original en la Cartuja de Portaceli, se puede admirar como si hubiese sido pintada ayer.

La parte central del retablo recoge tres imágenes de los santos que dan nombre al conjunto. San Martín es el personaje central de la obra, puesto que también es protagonista de las tres escenas que aparecen en la banda superior. En el banco, nueve piezas más pequeñas recogen imágenes de santos, de la Virgen y de Cristo doliente.

El libro: El retablo de San Martín, Santa Úrsula y San Antonio abad. Museo de Bellas Artes de Valencia, editado en la colección que el BBVA dedica a las Obras maestras restauradas, contiene una cuidada selección de imágenes de otros tantos retablos de la época en que fue realizado el ahora restaurado en Valencia. Uno de los más destacados es el retablo que Llorenç Saragossà realizó dedicado a la Eucaristía. Además, este libro recoge otras muchas pinturas del internacional Gonçal Peris, que cuenta con piezas expuestas en museos de la talla del Louvre, en París, o la National Gallery de Edimburo, en Gran Bretaña. La primera parte del texto es el estudio elaborado por don José Gómez Frechina, experto conocedor de la pintura de la época en Valencia. Se compone de dos partes, la primera, dedicada al gótico internacional en Valencia, y la segunda, más concreta, que versa sobre Gonçal Peris y sobre el retablo recién remozado.

Para completar el conjunto, don Julián Almirante Aznar y doña Pilar Ineba explican cómo se llevó a cabo el proceso de restauración de las piezas. En esta tarea han colaborado profesionales de elevada cualificación, desde carpinteros, doradores, tallistas a restauradores de pinturas. El estado en que se encontraba la obra obligó a realizar grandes esfuerzos. Muchas maderas estaban estropeadas y las pinturas tenían algunas grietas y lagunas. La pátina de suciedad que había dejado el tiempo también se había llevado consigo parte del oro que recubría el retablo.
El resultado ha sido doblemente bueno. Por un lado, el retablo ha quedado impoluto y ha recuperado el esplendor que tuvo cuando, hacia el año 1450, Gonçal Peris lo pintó. Por otra parte, el libro editado por el BBVA, en colaboración con la Generalidad Valenciana y el Museo de Bellas Artes de la capital del Turia, servirá de referente para el estudio del gótico internacional valenciano.
María S. Altaba
  
 
Museo Museo Nacional de Escultura
Inventario CE0904
Clasificación Genérica Pintura
Objeto/Documento Cuadro
Autor Anónimo
 
 
Título Martirio de Santa Úrsula y Once Mil Vírgenes
Materia/Soporte Lienzo
Técnica Pintura al óleo
Dimensiones Marco: Altura = 167 cm; Anchura = 189 cm; Profundidad = 10 cm
Soporte: Altura = 147,5 cm; Anchura = 175,5 cm

Descripción:
 Mediante sucesivos paisajes representados en un escenario común se narra la historia del martirio de Santa Úrsula y sus compañeras, ordenados de izquierda a derecha: la llegada de los emisarios del rey inglés para solicitar al de Bretaña la mano de su hija Úrsula para el heredero del monarca pagano; el rey de Bretaña sentado en su trono en el interior de un templete, comunica a su hija la petición a la que da su beneplácito a condición de una demora de tres años y la promesa de la conversión de su futuro esposo; en las escaleras del templete, Úrsula, abandona a su lloroso padre, recibe el homenaje de un paje con un perrillo que salta alborozado, mientras se dirige al embarcadero donde esperan las naves cargadas de doncellas. La siguiente escena, situada en el paisaje del fondo, semioculta por las arboladuras de los barcos, narra la recepción en un puerto (Roma); en la misma ciudad, en un arco que permite ver su interior, se figura el bautismo de las compañeras aún paganas de la Santa; en la otra orilla, la partida de Roma de la flota, que algo más abajo aparece ya ante las murallas de Colonia, desde las que un ángel, encaramado a las almenas, anuncia a la santa su destino: el martirio ante las puertas de la ciudad sitiada por los hunos, decapitadas en tierra o asaeteadas en las naves. La santa, acompañada por el papa Ciriaco y otros personajes, herida por una flecha clavada en su costado, muere asesinada por el jefe de los bárbaros a quien ha rechazado; sobre todos ellos, un grupo de ángeles portan al cielos las almas de los mártires.

Iconografia: Once mil vírgenes; Martirio de Santa Úrsula
Datación 1476=1500
Contexto Cultural/Estilo: Gótico flamenco
Lugar de Procedencia: Convento de dominicas de la Aprobación, Valladolid (m)(Valladolid Centro (comarca), Valladolid)
Lugar Específico/Yacimiento Convento de dominicas de la Aprobación
Clasificación Razonada Todos los elementos presentes en la pintura (tipos, ropajes, paisajes, arquitecturas, etc.) remiten directamente a la estética flamenca del último cuarto del siglo XV, momento en el que la historia de la legendaria Santa Úrsula sirvió de base a diversos ciclos narrativos, como el de la urna-relicario de la Santa pintado por Memling o la serie de las Agustinas de Brujas, hoy en el Groeninge Museum, atribuida al Maestro de la Leyenda de Santa Úrsula, obra esta última con la que la pintura guarda evidentes puntos de contacto.
 
Este lienzo, junto con otro de las Tentaciones de San Antonio Abad obra de Jean Brueghel de Velours (CE0879), formó parte en 1605 de un conjunto de reliquias, bulas, cuerpos de mártires, arcas y cajas que los contenían, lienzos, lámparas y candelabros donado por la beata Magdalena de San Jerónimo para servir de ornato al convento dominico de monjas de la Aprobación, fundado en Valladolid ese mismo año bajo la protección real y del concejo municipal, con el objetivo de acoger a mujeres "delincuentes" que, una vez arrepentidas y "aprobadas", pasaban a profesar en el convento de San Felipe de la Penitencia. El tema representado en el cuadro (la defensa de la virginidad y el martirio ), al igual que el del compañero (la victoriosa resistencia de San Antonio ante la lujuria), ilustran muy bien el fin buscado, por lo que no extraña que ambos lienzos se destinasen a una de las capillas colaterales de la iglesia, donde en 1787 los vería Ponz, procedencia que igualmente corroboran los inventarios de desamortización.

El legado de reliquias y objetos artísticos de la madre Magdalena de San Jerónimo se había reunido en los Países Bajos al amparo de la buena relación que mantenía con la Infanta Isabel Clara Eugenia, quien debió ser su principal favorecedora, explicándose de este modo la presencia conjunta en Valladolid de estas dos obras flamencas. De la importancia de ambos cuadros no sólo habla la valoración en mil ducados de uno de ellos en el legado (las Tentaciones), sino también el hecho de que la propia reina D ª Margarita encargase a Juan Pantoja de la Cruz, en 1605, copiar ambos lienzos. Mientras que no se conoce la copia de las Tentaciones de San Antonio hecha por Pantoja, la del Martirio de Santa Úrsula, de mayor tamaño, puede identificarse con el lienzo que, procedente de la colección Verástegui y firmado por Pantoja, se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Álava. Este último, aunque algo recortado, sigue fielmente el original pero con algunas variantes dado su carácter de copia: suprime detalles (el personaje tras el rey y otros asomados en las murallas, la campana en la torrecilla del templete), elimina otros imprescindible para el desarrollo de la historia (el ángel asomado a las murallas) o caracterizadores de la época (la grúa en la torre de la catedral de Colonia), corrige errores de perspectiva (chapitel sobre el templete), o incluso añade elementos nuevos conforme a su estilo (ángeles con coronas y recepción de las almas en el cielo) para los que utiliza modelos propios.

Bibliografía: MARCOS VILLÁN, Miguel Ángel. Martirio de San Úrsula y las Once Mil Vírgenes. En: URREA FERNÁNDEZ, Jesús. Pintura del Museo Nacional de Escultura. Siglos XV al XVIII (II). Valladolid: 2001. pp. 47-49.
Catalogación: Marcos Villán, Miguel Ángel

 
Parroquia de Santa Ana, Archidona.
 
Santa Úrsula y las once mil vírgenes
 

Recientemente Archidona ha recuperado esta tabla procedente en su origen de la iglesia de Santo Domingo, donde presidió el primitivo retablo del siglo XVI pintado por Antonio Alfián y que estuvo depositado durante varias décadas en el museo diocesano provincial. Ahora gracias a la iniciativa de la Consejería de Cultura de la Junta ha podido ser restaurado y devuelto a su lugar de procedencia. La tabla puede verse en la capilla bautismal de la parroquia de Santa Ana.
 
La pintura recoge el martirio de esta santa cuya biografía, muy divulgada durante la Edad Media gracias a su inclusión en la famosa Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine. Su insólita historia narra cómo fue martirizada por los hunos en la ciudad alemana de Colonia cuando regresaba de una peregrinación a Roma, acompañada por un séquito de once mil doncellas. Esta es la escena principal del políptico, plasmada en el espacio horizontal que ocupa la mitad inferior. En el centro está la santa en actitud serena y orante, y contrapposto algo forzado, en el momento de recibir un flechazo. A su alrededor se agrupan el resto de doncellas en poses variadas, mientras que a la derecha un grupo de soldados las atacan con flechas y espadas. En el lado opuesto se percibe la figura de un obispo y otras figuras femeninas erguidas conversando entre sí.
 
En el medio punto superior se representa la típica escena de Calvario, dividida en tres espacios. En el centro un crucificado que pende muerto de una cruz arbórea en medio de un paisaje imaginario cubierto de nubes. A ambos lados se yerguen las figuras de San Juan y la Virgen doliente.
 
Estamos ante una obra de calidad desigual, con detalles de exquisitez en el dibujo de algunas figuras, especialmente San Juan y la Virgen, frente a otras técnicamente menos logradas. La parte superior está más conseguida que la inferior, donde se aprecian ciertos defectos de perspectiva y composición. El tono pastel de las vestiduras, la iluminación dorada y el predominio del dibujo, son notas de inspiración manierista.
 


Iglesia de Sta. María de la Alhambra. Retablo


El retablo de la iglesia de Santa María de la Alhambra fue realizado por Juan López de Almagro en el año 1671. Presenta grandes columnas salomónicas, con las tallas de Santa Úrsula y Santa Susana. En el remate se halla un relieve de la Trinidad. El centro del retablo lo ocupa una imagen de Santa María de la Alhambra, del escultor Torcuato Ruiz del Peral, realizada siguiendo el estilo de Alonso Cano. Por encima de esta talla, un gran crucifijo de Alonso de Mena, del año 1634, completa la iconografía del retablo.

 
Imagen de Santa Ursula en lado izquierdo del retablo.

Las obras del templo se realizaron entre 1581 y 1618, completadas por el arquitecto Ambrosio de Vico siguiendo trazas de Juan de Herrera y Juan de Orea, aunque con fábricas muy humildes en comparación con los proyectos iniciales.
 
Con planta de cruz latina y capillas laterales, destaca su retablo barroco con grandes columnas salomónicas de 1671, así como el Crucificado y las grandes imágenes de las Santas Úrsula y Susana, de Alonso de Mena.
 
La titular que se aguarda en el retablo mayor, es la conocida imagen de la Virgen de las Angustias de Santa María de la Alhambra de Torcuato Ruiz del Peral, realizada entre 1750 y 1760, que es procesionada desde este templo en la Semana Santa el Sabado Santo sobre uno de los más bellos pasos granadinos, que reproduce en plata de 1º ley repujada las arquerías del Patio de los Leones del recinto Nazarita. A su Cofradía perteneció el poeta Federico García Lorca.

 
 


lunes, 17 de septiembre de 2012

San Hermann Joseph y la música de las Santas Vírgenes

San Hermann Joseph.
 
Existen algunos casos de personajes, principalmente durante la época medieval, que han escuchado “melodías” procedentes del más allá, que dieron lugar a algunas de las más grandes y famosas composiciones musicales.

Un conocido caso de “música celestial” es el vivido por el místico Hermann Joseph von Steninfeld (1150-1241), devoto de Santa Úrsula y de sus once mil vírgenes, que escribió la secuencia Virginalis turma sexus y el himno O Vernantes Christi Rosae, gracias a que el enorme coro de las doncellas cantaba “desde el más allá” la melodía mientras él la transcribía.

San Hermann Joseph, O.Praem, (ca. 1150 - 7 de abril 1241). fue un místico canónigo alemán, de la orden Premonstratense regular. Nunca canonizado formalmente, en 1958 su condición de un santo de la Iglesia Católica Romana fue reconocida oficialmente por el Papa Pío XII.

Nació en Colonia. De acuerdo a la biografía de Razo Bonvisinus, un contemporáneo Prior de Steinfeld Abbey (Acta Sanctorum, 7 de abril, I, 679), Hermann era hijo de padres nobles pero pobres, siendo su padre Lotario, conde de Meer (ahora Meerbusch) y su madre era Santa Hildegund. A la edad de siete años asistió a la escuela y muy pronto fue conocido por la devoción a la Santísima Virgen. En todo momento disponible se le podía encontrar en la iglesia de Santa María en el Capitolio, donde se arrodillaba envuelto en oración a María. Bonvisinus afirma que una vez que el niño presentó una manzana, ahorrado de su propia comida, a una estatua de Jesús quien lo aceptó. De acuerdo con otra leyenda, en otra ocasión, cuando en un día frío hizo su aparición con los pies descalzos la Virgen María le procuró los medios para conseguir los zapatos.

Sus obras son: "Un comentario sobre el Cantar de los Cantares", que se ha perdido "; Opuscula" (nueva edición, Namur, 1899), incluyendo: "Duodecim gratiarum actiones", "seu Jubilus Hymnus de SS undecim millibus Virginibus."; "Oratio ad Dominum nostrum Iesum Christum", tomado en gran medida desde el Cantar de los Cantares: "Alia Oratio", "Precula de quinque gaudiis B. Mariae V." No es del todo cierto si las tres últimas son las obras de Hermann, aunque por lo general se le atribuye a él.

En su biografía, escrita por el también canónico Premonstratense, Joseph Estevan de Noriega, se describe con detalle cómo el Santo Hermann Joseph era visitado por vírgenes celestiales que le dictaron las pieza musicales acá presentadas.



130 No ha de ser todo (como decíamos en el capítulo pasado) dolores, suspiros, sustos y oscuridades: también han de tener su vez, alternando las luces, los consuelos y alegres músicas, para que tome aliento el corazón oprimido; que es de carne, no de bronce: Y aunque sea un Job el que padece, fortalecido con los socorros de la gracia, no sufren las piedades de Dios, siempre que haga todo a costa de la paciencia. Cuando el Beato Joseph en su aprensión, y en la de los que solo atendían a las exterioridades de sus trabajos; se miraba como desamparado, desechado y perseguido de la mano de Dios por sus culpas imaginadas, o por el indiscreto rigor (como algunos creían) de sus penitencias, imposibilitado a seguir el curso de su comunidad, y retirado en su rincón: cuidaba la Providencia Divina de enviar de la Gloria quien le visitase, y le divirtiese. Unas veces bajaba a su pobre celda la Reyna de los Angeles y otras enviaba en su nombre a sus Damas, especialmente a la valerosa Capitana Santa Ursula, con su numeroso ejército de Once mil Vírgenes: de quienes era devotísimo el Beato Joseph, ya por simbolizar tanto con su virginidad la pureza, ya por ser sagrado depósito de sus venerables reliquias Colonia, su patria.

131 Al paso que eran frecuentes, y singulares los favores que hacían estas Santas Vírgenes a su devoto, se desvelaba este en ingeniar expresiones de agradecimiento. Pasaban horas enteras en visita y santa conversación con el Beato Joseph, tan familiarmente, que les preguntaba sus nombres, y ellas se lo decían: le consultaba sus dudas, y las santas le sacaban de ellas: le contaba sus trabajos, y ellas le consolaban y alentaban a padecerlos. Le pareció, pues, a Joseph que el modo más proporcionado para mostrarse agradecido a tan repetidos favores y juntamente divertir el tiempo en el retiro de fu penosa soledad, en cosa que estimulase su devoción; sería escribir la historia del glorioso martirio de estas Santas Vírgenes , dejando correr la ternura de su afecto por la pluma en sus alabanzas. Para entrar en esta obra le sobraban a su devoción alientos y estímulos; pero le faltaban noticias individuales, seguras, y bien fundadas. Con todo eso, gobernado de superior impulso, sin que le sirviera de rémora la dificultad, se aplicó a escribir. Apenas hubo tomado la pluma, cuando una del Coro de aquellas Santas Vírgenes bajó, cercada de resplandores de gloria, a su estancia, y sentándose con alegre semblante a la mesa en que estaba escribiendo, le informó de las individuales circunstancias del Martirio de todas. Al mismo tiempo vio, que una hermosísima paloma, posando su vuelo sobre el hombro de la Virgen, que le dictaba, y aplicando el pico a su oído, se estuvo así todo el tiempo que su celestial maestra le estuvo dictando, y el Santo Joseph escribiendo. Le fué revelado que también esta paloma era otra del número de las Santas Vírgenes: y por eso de allí en adelante tenia de costumbre llamar Collumbelas o Palomicas, no solo a estas Santas, sino también a todas las que consagraban a Dios su pureza, alistándose bajo de la bandera de sus esposas.

132 Que historia sea esta que escribió N. Beato Joseph por Divina Revelación, es punto seria y largamente controvertido de los historiadores. El erudito Padre Hermanno Combrach, de la Compañía de Jesús, en su obra, cuyo título es: Santa Ursula vindicata, prueba difusamente, y se aplica a que una historia antigua, impresa en Colonia, escrita por los años de Cristo de 1180, por inspiración de Dios y con eI favor de María Santísima; dedicada también por Divina inspiración a ciertas religiosas, y a los Premonstratenses, como especiales devotos de estas Santas Vírgenes, es la que escribió el B. Joseph Hermanno, y de que se hace mención en este capítulo. A esta opinión (que tomó Combrach del Padre Bebio) no se aferran nuestro Vander Sterre, ni el Papebrochio. Y este se aplica más a que el autor de la historia impresa en Colonia, que el Padre Combrach comenta, fuese el Beato Richardo Anglico, Premonstratense, varón tan devoto, como erudito, cuyos escritos aprobó el Cielo, conservando incorrupta su mano: prodigio que pretendió oscurecer la perfidia de Gebhardo Truchsess, Arzobispo de Colonia, apóstata, arrasando nuestro monasterio, Arensbergense en Westfalia, por los años de 1583, sin que valiese el sagrado a las santas reliquias. Mas aunque pudo su herético furor, por permisión de Dios, quitarnos tan preciosa joya de la vista, pero no de nuestra veneración y perpetua memoria: quedando esta maravilla autenticada y firmada, para seguro crédito de la posteridad, por testigos de vista de mayor excepción.

133 Baste de disgresión, cuando ni ahora me tocan estas disputas, ni sujetos tan eruditos se han atrevido a resolverlas. Lo que parece mas cierto es, que en este capítulo el Autor primero de la Vida del Beato Joseph Hermanno, no habla  de Historia escrita en prosa, sino en verso , puesto que después de escribirla, supone al santo cuidadoso de reducirla a punto para cantarla. Y así, la de que aquí se habla sería, o el himno que compuso en honra de las Once mil Vírgenes, que comienza: O vernantes Christi Rosae: o la Secuencia: Virginalis turma sexus, que se darán impresos entre sus Opúsculos. Los que, por estar en metro más acomodables al canto, podrían servir mejor de recreación espiritual al Beato Joseph.

134 Concluida la Obra, con la dulzura y acierto que se puede considerar del espíritu que le dictaba, y fervorosa devoción de quien la escribía: el único dolor del Beato Joseph era, no ser en esta ocasión, el más diestro maestro de capilla para ponerla en inventando una composición tan airosa, y de tan buen gusto, que pudiese servir a aquellas Cortesanas de la Gloria de algún recreo. Asunto era ciertamente dificultoso pretender agradar y atraer con música de la tierra, a las que ya estaban tan habituadas a olr las melodías de la Gloria. Con todo eso, quiso probar el devoto Joseph la mano: que no fuera fino amante, si loco a lo Divino, a la prenda de poeta, no la diera el realce de músico. ¡Cosa maravillosa! siempre que se ponía a componer su obrilla se llenabaIa celda, y poblaba el aire de numerosas tropas de aquellas Santas Vírgenes, que dividida en Coros, repartiendo entre si los papeles de distintas voces, cantaban los versos con tan suaves melodías, que hacían a la celestial capilla de los Angeles competencia en lo harmonioso de sus gravísimas consonancias. Oíalas suspendido y absorto el Santo, y muchas veces, arrebatado de la dulzura, las acompañaba, tomando para sí el papel de contrabajo al compás del Cielo. Después, a  solas, haciendo memoria, y repasando la lección que había oído, y acompañado, iba poco a poco trabajando su composición el Beato Joseph, sin pesarle de la tardanza, por lograr más ocasiones en que se repitiese la lección de música.

135 No es para omitido el modo como se logró la noticia de este prodigio. Ya hemos ponderado el sumo cuidado que tenía el Beato Joseph en ocultar los favores que del Cielo recibía; pero no era menos el que ponía el autor de esta historia, valiéndose de piadosas astucias para descubrirlos, a que daba lugar la inocencia de su candidez. Entró este en sospechas de alguna cosa extraordinaria, o porque había percibido en su celda los ecos de tan repetidas canciones, o porque advirtió el singular regocijo con que el Beato Joseph, después de compuestos, solía cantar aquellos himnos, para repetir, en tiempo de recreación, a los religiosos, y cogiéndole un día a solas, comenzó, como por chasco; a motejarle de presumido de músico: como que pretendía arrogarse la gloria de compositor de una obra, que el maestro más diestro en el arte apenas pudiera desempeñarla con tanta destreza: No por cierto (dijo el buen Joseph, persuadido a que de hecho estaba escandalizado aquel religioso) no imagines que esta obra la he compuesto yo solo: has de saber, que me la han ayudado a componer mis PaIomicas. Pues dime (replicó el amigo) para que te pueda dar crédito, ¿en qué forma te ayudaron?. Yo te lo diré (respondió Joseph), para que des gracias a Dios: Concluída en verso la historia de las Santas Vírgenes, nuestras abogadas; la que  también  compuse, yéndome ellas mismas dictando las palabras, que yo iba escribiendo: Reclinándome en mi lecho, discurriendo cuidadoso, cómo podría tener forma de componer la música, a que no alcanzaba mi ignorancia, apareció en el aire un Coro de estas Santas Vírgenes, y comenzaron a cantar con tan suave armonía, que verdaderamente me pareció que estaba en la Gloria. Yo al mismo tiempo aplicaba con cuidado el oído, para lomar de memoria los puntos, y acomodarlos después a los versos.

136 Todavía el confidente se disimulaba, no satisfecho, por enterarse con más individualidad de el prodigio;  y así ponía dudas,  para oír de su boca las circunstancias: No, Hermanno, (le replicó) eso no puede ser. Dígame, ¿cómo es posible, aunque fuese V. Reverencia más diestro en la música, tomar de memoria, y observar todos los punto y compases, haciéndose tan capaz de todos, que pudiese copiarlos en una sola vez que los oyese cantar, por más cuidado que pusiese en estar con atención?, Válgate Dios, y ¡cómo me apuras! (dijo Joseph), claro está que ello sería dificultoso. Es así que se me olvidaban muchos puntos y consonancias; pero para eso, cuando las estaba copiando, las cláusulas que a mí no se me acordaban, ellas las repetían; volviendo una y otra vez y millares de veces, a nuestra celda a repetir su música, hasta que a mí se me quedaba bien en la memoria.

137 No fue solo por estos tiempos cuando eI Beato Joseph logro la dicha de que el Cielo aliviase su pena con tan sagrada música. Estos mismos himnos o júbilos entonaron en su presencia las Santas Vírgenes en otras muchas ocasiones. Observando el Santo en sus semblantes risueños la singular alegría que mostraban en darle este gusto, y en que el, ya industriado, divirtiese con estos dulces y devotos cánticos a sus religiosos. Y estoy persuadido,  a lo que se deja discurrir, por lo que se dice en el referido himno: O vernantes Christi rosae, que la soberana Reina de los Angeles, como capitana y maestra del sagrado coro de las vírgenes, asistiría también, y echaría el compás, en estas funciones: Y que no solo festejaban y entretenian a su amado con suaves armoniosos acentos músicos, sino también con lazos festivos de bien concertados saraos; en que llevaba la bandera la más cándida rosa, María Santísima, cantando con melodía tan sazonada, que embelesaba a los Angeles su destreza. Lea el himno mencionado la devota curiosidad, y verá, que no excedo en la ponderación. El está escrito con tanta alma, que al leerlo el corazón más duro y tibio, se regocija y siente un inexplicable júbilo y ardor que sensiblemente le inflama.
 


Comentarios y textos de las obras musicales.

1. La secuencia “Virginalis turma sexus” es una obra estrictamente litúrgica, que hasta ahora utiliza las iglesias de Alemania en honor a San Úrsula, Representa el dictado musical a la santa, en la que el coro de las vírgenes entonaba una melodía mientras que Joseph cuidadosamente lo iba anotando. Él les pidió que repitieran las partes difíciles varias veces, hasta que lograba captar exactamente lo que debía escribir.

La oración al final de la pieza está en prosa, que comprende doce expresiones cortas de acción de gracias por los misterios de la vida de Cristo, por ejemplo, sobre la llegada de los Reyes Magos: "Gracias a ti, Señor Jesucristo, que una estrella guió a los reyes para ti, el Rey de la Gloria. Así que tú puedes, a través de ti mismo, llevarnos también hacia ti". En Colonia los Reyes Magos nunca han sido olvidados. Cuando era niño Herman Joseph vio sus preciosas reliquias depositadas en la catedral durante el episcopado de Rainald de Dassel.

Esta y los otros cantos de Herman Joseph que han llegado hasta nosotros, nos dan una idea de su espiritualidad. Cabe destacar que, excepto por la secuencia  “Virginalis turma sexus", todas sus creaciones musicales son oraciones para el uso privado.

Durante mucho tiempo, en la larga historia del Cristianismo, el canto de los salmos ha sido suficientes para la litrugia. Los himnos y oraciones comunes se añadieron a medida que la liturgia  se abría a tales oraciones privadas, como experiencia contemporánea.

Nuevos elementos de culto entraron entonces en el marco litúrgico, los cuales eran tan flexibles como variados. Aunque no fue geográficamente variada, la liturgia estaba abierta para el desarrollo de la práctica devocional, así que estaba llena de vida, como de nuevo volvería a ser en la Francia del siglo XVII.




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Para tener una idea de cómo sonaba esa música, hemos incluído un video con las dos últimas estrofas de la secuencia y su letra en inglés

Virginalis turma sexus,
secuencia medieval e Colonia

 


2. La segunda oración existente de Herrman Joseph sobre las once mil vírgenes, "O Vernantes Christi Rosae", es un largo poema dirigida a Santa Úrsula y sus compañeras, a quienes, al igual que cualquier buen cristiano de Colonia, se dedicó con ternura. Comienza, "0h rosas primaverales de Cristo." La autoría de Herman se afirma por la aparición de la palabra columbelae, palomitas, que su biógrafo puntualiza que era un uso habitual del Santo:

15 Oh vírgenes, pequeños corderos,  
     palomitas queridas de Cristo,
     Libres de astucia, libres de engaño!

De este himno no hemos encontrado una muestra musical para saber cómo era cantado.




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Gustav Malher. Sinfonía No. 4, Cuarto movimiento

"No hay música en la Tierra
 Que se pueda comparar a la nuestra.
 Once mil vírgenes
 Se atreven a bailar,
 Y hasta Santa Úrsula ríe por ello."

Parte del texto del lied del cuarto movimiento de esta popular composición de Gustav Malher, de la cual se han grabado más de 180 versiones desde su primera presentación.

Gustav Mahler (Kaliště, Bohemia, actualmente República Checa, 7 de julio de 1860 - Viena, 18 de mayo de 1911) fue un compositor y director de orquesta bohemio-austriaco. Sus composiciones están consideradas entre las más importantes del postromanticismo.

La Sinfonía n.º 4 de Gustav Mahler es una de sus más cortas sinfonías. Fue compuesta de julio de 1899 a agosto de 1900. Su duración es de aproximadamente cincuenta minutos.
Su composición llevó bastante tiempo: el cuarto movimiento (música) “Das himmlische Leben” (la Vida Celestial) se retoma del quinto lied del Des Knaben Wunderhorn escrito en 1892. Este movimiento debía formar parte, en un principio, de la tercera sinfonía (siendo este un séptimo movimiento que luego fue suprimido). Mahler decidió, entonces, hacer de este el final de su cuarta sinfonía y concibió los tres primeros movimientos en función del que ya tenía. Su composición comenzó durante las vacaciones del verano de 1899, tomadas tras dos años de trabajo continuo como director de la ópera de Viena, lo que le había impedido componer hasta entonces. Reemprendió la composición en el verano de 1900, concluyendo la partitura en tres semanas.
En las variaciones del andante de la “Cuarta Sinfonía”, Mahler encuentra una melodía que pone en movimiento la sonrisa de Santa Ursula: mientras la escribía, se le aparecía la cara de su madre tal como la recordaba de niño, con profundas marcas de dolor; “ella, que había sufrido sin fin, había decidido perdonarlo todo por amor”.
El texto del lied, cantado por una voz de soprano, enuncia los placeres gastronómicos del cielo. La orquesta termina por borrarse después de haber reanudado los temas campesinos del primer movimiento. Quizás el significado de la sinfonía sea el de que 50 minutos de sinfonía de los mortales no son nada al lado de dos minutos de sinfonía de los ángeles, por lo cual, la tonalidad principal de la sinfonía es de sol mayor, a excepción de la coda del final que está en mi mayor (la tonalidad del Paraíso para Mahler). Asimismo explica por qué casi toda la sinfonía es alegre y desenfadada mientras que la coda es tranquila y serena.
 
Vienna Philharmonic Orchestra (Wiener Philharmoniker)
conducida por Leonard Bernstein
canta la soprano Edith Mathis


TRADUCCION AL ESPAÑOL DE LA LETRA
CANTADA EN ALEMAN.

 
Vida Celestial
 (De "El cuerno mágico del niño")

Disfrutamos los placeres del celestiales
 Y por lo tanto evitamos los terrenales.
 Ningún tumulto terrenal
 Se escucha en el Cielo
 Todo vive en dulce paz
 Vivimos una vida angelical
 y estamos totalmente felices por ello
 Bailamos y saltamos,
 Brincamos y cantamos.
 San Pedro desde el cielo observa.

Juan deja al corderillo afuera
 El carnicero Herodes observa.
 Llevamos paciente
 Inocente, paciente,
 Al Cordero a la muerte.
 San Lucas mata al buey
 Sin pensar ni dolor.
 El vino no cuesta ni una moneda.
 En las bodegas del Cielo;
 Los ángeles hornean el pan.

Finas hierbas de toda clase,
 Crecen en la huerta del Cielo,
 Buenos espárragos, legumbres,
 Y todo lo que queramos.
 ¡Platos llenos están listos para nosotros!
 Ricas manzanas, ricas peras y ricas uvas,
 Y los jardineros que todo permiten
 ¿Quieres venado? ¿Quieres liebre?
 Vienen corriendo calle abajo.

Si viene un día de ayuno,
 Los peces vienen nadando alegremente
 Ahí va San Pedro corriendo
 Con su red y su cebo
 En la celebración celestial
 Santa Marta debe ser la cocinera.

No hay música en la Tierra
 Que se pueda comparar a la nuestra.
 Once mil vírgenes
 Se atreven a bailar,
 Y hasta Santa Úrsula ríe por ello.
 No hay música en la Tierra
 Que se pueda comparar a la nuestra.
 Cecilia y sus parientes
 Son excelentes músicos de Corte.
 Las voces angelicales nos cantan
 Y alientan a nuestros sentidos
 A despertar a la alegría.


 
Manuscrito de la partitura de la Sinfonía No. 4 de Gustav Malher
 
 
Otra versión del lied cantada por la soprano Elly Ameling
 

 

martes, 11 de septiembre de 2012

Devociones a Santa Ursula en Viraco, Arequipa, Perú

Devociones a Santa Ursula en el mundo.

Pueblo de Viraco, Arequipa, Perú
Fiestas Patronales del 16 al 23 de Octubre.
 
Dicen que a la Santa del Sombrero la trajeron de Inglaterra durante la época de la conquista. Se supone que en 1575 se celebró la primera misa en su honor. En la actualidad son cinco días de festejo intenso en su honor: entrada, fiesta, bendición y dos días de corridas de toros. Se celebra con la entrada de capos, quema de la yareta (musgo traído de las faldas del Nevado Coropuna), espectáculos pirotécnicos, peleas de gallos, misas y procesiones.
 
El 22 de octubre es el Día de la Bendición. Luego de la misa y el recorrido procesional de Santa Úrsula, ella se queda en el atrio del templo para bendecir sus fieles. Es el momento también para entregar al devoto del primer día la banderita de la patrona y los toritos que son símbolos de las jornadas taurinas que ya deben comenzar. Se baila despidiendo la festividad y en la noche es el pregón taurino que anuncia las dos corridas de toros. Éstas son una tradición. Los toros de lidia se crían en Viraco y siempre la cartelera resalta la presencia de novilleros españoles, pues se considera a este pueblo la Capital Taurina del Sur.



La hermosa villa de Viraco se encuentra ubicada sobre los 3200 M.S.N.M a las faldas del majestuoso nevado Coropuna. La fundación de la población data de la época colonial, aunque no hay una fecha fija de fundacion. Eentre sus principales costumbres podemos destacar la fiesta de Santa Ursula, la cual se celebra en octubre, empezando con la entrada de los japeros y el armado de los altares, los cuales estan adornados con banderas e imagenes de santos. En las noches se quema "yareta" como parte de la costumbre.




El Coropuna

El segundo día es el día central y no difiere mucho del primero, solo que en esta ocasión ya no están presentes los japeros, al igual que el anterior se baila hasta el cansancio. Para el día de bendición o despacho, la fiesta ya no solo se centra en la plaza de armas del pueblo, sino que esta se traslada al morro a donde se va bailando con nuestras banderas. En ese día se da la bendición de la santa patrona Santa Ursula a todos sus fieles, después de esto hace la entrada el torero, quien al día siguiente pasara el cargo de la corrida de toros.
 

Después de esto se disponen a desarmar los altares, a los mayordomos se les da sus "caygues" los cuales son obsequios de sus familiares, amigos, estos consisten en algún obsequio que van desde un queso o papas amarradas por una soguilla entre y que se pone manera de banda, en algunos casos se les llega a colocar hasta cajas de cerveza. Las escoltas, las cuales están conformadas por ex soldados, tienen que cumplir el reto de formar las torres humanas, después de todo este espectáculo se disponen a subir al morro a seguir bailando con sus banderas, las cuales van al ritmo del despacho.
 

Después de esto llega la entrada de toreros, en la cual los devotos van por el pueblo publicando el programa de forma graciosa incluyendo en el personajes cómicos del pueblo, a los cuales se les coloca en situaciones jocosas, después de todo esto, viene la corrida que dependiendo del numero de devotos, se puede prolongar hasta 2 días, siendo el primer día el principal y el mas esperado.


El siguiente artículo está extraído del blog Punto de Vista y propuesta
del Dr. Jorge Rendón Vásquez. EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍAS


Hace algunos años, a mi esposa y a mí nos dio por ir a Viraco por los días de octubre en que se celebra la fiesta de Santa Úrsula, “patrona” del pueblo. Abordamos en Arequipa un ómibus que hacía el trayecto diario de seis horas hasta allí. Tras pasar la pampa de Majes, seguimos por la margen derecha del río de este nombre y emprendimos la subida por una estrecha cornisa talada en el cañón de roca casi vertical, fascinados por el travieso discurrir del río que se empequeñecía al fondo del abismo. Dos horas después, el suspenso terminó en un pueblecito orlado de huertas con frutales, llamado Tipan. La siguiente hora fue de ascenso en zigzag hasta que súbitamente el ómnibus se asomó a un cósmico balcón de chacras polifórmicas e infinitas que terminaban en las azules montañas de la lejanía. Allí estaba Viraco, a tres mil seiscientos metros de altitud, con sus cuatro calles longitudinales, cruzadas por una docena de calles transversales, intocado por el tiempo. Hacia la derecha se extendía una plaza, con sus jardines y una fuente circular de piedra, frente a la cual se alzaba la iglesia. Unos pocos peatones circulaban cansinamente por las calles.
No pudimos alojarnos en el único hotelito del pueblo, reservado para los toreros contratados; y, conducidos por un voluntarioso primo mío, fuimos a parar a la casa de uno de sus parientes, donde conseguimos hospedarnos.


La Iglesia de Viraco Arequipa

Esa misma tarde, la fiesta comenzó con una entrada al pueblo de unos cincuenta hombres, mujeres y niños, montados en caballos y mulas, adornados con guirnaldas de colores, seguidos por una bulliciosa banda de músicos. A continuación, la iglesia se llenó en menos de un hora de centenares de viraqueños, venidos en su mayor parte de Arequipa, Lima y otros lugares, a participar, alborozados, en ese reencuentro enmascarado de fiesta. Muchos habían nacido y crecido allí, hasta que tuvieron que salir a buscarse la vida o a estudiar en las capitales, como mis padres que emigraron también de ese pueblo, a fines de la década del veinte del siglo pasado.

La procesión comenzó a las cinco de la tarde. Dos largas filas de hombres y mujeres, portando cirios encendidos, subieron desde la plaza por la calle más larga, escoltando al anda, sobre la cual se erguía la efigie de Santa Úrsula, ataviada con una túnica de tercipopelo azul adornada con finos encajes y condecorada con infinidad de “milagros” de plata, obsequiados por fieles agradecidos por algún favor o milagro recibido o a cuenta de alguno que le habían pedido. Delante de la imagen, sobre el anda, se tambaleaban dos soldaditos de tez muy blanca y finos bigotes negros, y cincuenta metros atrás, seguía la banda, ejecutando una melancólica marcha, algo desentonada por la antigüedad de los instrumentos de viento.
Mi esposa y yo contemplamos ese espectáculo desde una esquina. Los fieles vestían sus mejores ropas: las mujeres elegantes atuendos oscuros, y los hombres trajes de calle y corbata. De cuando en cuando, sus rostros transidos por el recogimiento se distendían con una efímera sonrisa, al saludar a alguien.
De pronto, me pregunté por qué una santa alemana tenía que ser la “patrona” de un pueblo andino de mestizos e indios, como Viraco.

Santa Úrsula debió de haber llegado a Viraco a comienzos del siglo XVII, cuando los monjes hispánicos, alarmados por la persistencia de los indios en la práctica de sus creencias religiosas, emprendieron una campaña, denominada “extirpación de idolatrías”, consistente en “visitas” a los pueblos americanos, acompañados de alguaciles armados, para destruír los ídolos adorados por los pobladores nativos. En su lugar, colocaban en alguna hornacina central una efigie, no más alta que una cuarta, de un santo o de una santa, destinados a ser el patrón o la patrona del pueblo. No podían ser más grandes, porque los monjes tenían que llevar muchas para todos los pueblos comprendidos en la visita. Luego, reunían a los pobladores y les ordenaban en runasimi, la lengua del Tahuantinsuyo, adorar a esa imagen, advirtiéndoles que los castigos a los infractores o renuentes serían atroces. A partir de la tercera generación siguiente, la práctica forzada de la religión católica terminó por imponerse entre los indios, sin que ninguno recordase su origen. Con tan expeditivo procedimiento de evangelización, asociado a la construcción de iglesias en cada pueblo, la jerarquía católica reprodujo en América el modelo de brutal imposición religiosa, experimentado en Europa y otros lugares; y, en adelante, los pobladores de cada aldea y ciudad se fueron fanatizando en la devoción a su patrono o patrona, mezclada con trazos de superstición y folklore locales.

Esa noche, asistimos en la plaza de Viraco a los fuegos artificiales: un castillo y seis “vacas locas”, ofrecidos por algunos devotos. Luego, fueron encendidos varios montones de un liquen oleoso de la puna, llamado ccapo o yareta, que ardieron el resto de la noche, rodeados por la multitud exultante. El día siguiente fue dedicado a las peleas de gallos, y los dos subsiguientes a las corridas en la excelente plaza de toros, construida a un lado del pueblo. El cañazo del valle de Majes y la cerveza arequipeña se vertieron a mares en los sedientos visitantes y pobladores.

En cierto momento, se me ocurrió preguntar a algunos si sabían cómo había llegado Santa Úrsula a Viraco. Me miraron con acritud y desconcierto, como si los provocase, y sólo uno me reveló que estaba allí desde los tiempos de Manco Cápac, quien era su devoto.

Terminada esa semana de fiesta, el pueblo, con sus pocos habitantes, volvió a sumirse en su bucólica tranquilidad hasta octubre del año siguiente.

Festival de La Virgen del Sombrero o Santa Úrsula en Viraco

El Festival de la Virgen del Sombrero, también llamada Santa Úrsula, es una celebración que se lleva a cabo en el distrito de Viraco, dentro de la provincia de Castilla en el departamento de Arequipa. Si bien la fecha del festival es movible, este suele ser en el mes de Octubre, y dura una semana entre quincena del mes y el día 23, teniendo su día central el día 21 (dos antes que el final).

El atributo de “Virgen del Sombrero” dado a Santa Úrsula de Viraco, tiene su origen en un milagro que aconteciera años atrás, cuando los pobladores de la zona, viendo que la santa no presentaba corona le pusieron un sombrero en la cabeza, mismo que ahora ostenta. El párroco del lugar creyó que tal cosa era una ofensa, por lo que ordenó que se le fuera retirado, como consecuencia la virgen se le apareció en sueños pidiéndole que se le vuelva a colocar el sombrero que los devotos pobladores le habían elaborado y colocados. Desde entonces es conocida como tal y seguida con devoción por todos sus feligreses.

El primer día de celebración se puede apreciar el ingreso de los japeros, quienes son unas personas que enmascaradas representan a diferentes estatus, como policías, negras, entre otros y que se encargan de proporcionar la dosis de humor a la celebración. Este mismo primer día se da también el armado de los altares que saldrán en procesión y en los cuales se encuentran ornamentos florales, así como estandartes decorados con imágenes de santos. Tras el armado se continúa con el recorrido por las calles del distrito, mismo que dura hasta el anochecer, cuando los devotos de la virgen se encargan de realizarle una fiesta que inicia tras prender la yareta y que se continúa con una amplia gama de danzas entre las que se pueden oír y danzar marineras, huaynos, cumbias, entre otros, para culminar el primer día con la quema de un castillo de fuegos artificiales en homenaje a la Santa Patrona.

El siguiente día de celebración también presenta muchas danzas, aunque la figura de los japeros se hace extrañar. Es importante, como fecha clave del festival de la virgen el día del Despacho, donde se brinda la bendición al pueblo. Las danzas y fiestas de este día son destacables porque se escapa de los límites de la plazuela urbana y se llega hasta el morro donde se continúa la procesión seguida de bailes, para concluir con el ingreso del torero, en señal de que al día siguiente se iniciara la celebración a su cargo.

En efecto, al próximo día de celebración la congregación se realizará el desmontaje de los altares, aunque se continuará con los bailes y celebraciones, entre las que se incluyen peleas de gallos y corridas de toros. Respecto a esta última cabe mencionar que la duración de aquella depende del mundo de feligreses que hayan sido atraídos a la celebración, llegando a extenderse hasta dos días la misma.

Devoción y folclore se mezclan en un solo espacio durante las celebraciones en honor a la llamada Virgen del Sombrero de Viraco, donde además, no debe sorprenderse el visitante de ser partícipe de las bromas y burlas de los personajes cómicos de la comunidad.

 
 

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